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Nuevo Testamento evangelio de san mateo


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4 1Después de estas cosas tuve una visión, y vi una puerta abierta en el cielo, y la voz, aquella primera que había oído como de trompeta, me hablaba y decía: Sube acá y te mostraré las cosas que han de acaecer después de éstas. 2Al instante fui arrebatado en espíritu, y vi un trono colocado en medio del cielo, y sobre el trono, uno sentado. 3El que estaba sentado parecía semejante a la piedra de jaspe y a la sardónice, y el arco iris que rodeaba el trono parecía semejante a una esmeralda. 4Alrededor del trono vi otros veinticuatro tronos, y sobre los tronos estaban sentados veinticuatro ancianos, vestidos de vestiduras blancas y con coronas de oro sobre sus cabezas. 5Salían del trono relámpagos, y voces, y truenos, y siete lámparas de fuego ardían delante del trono, que eran los siete espíritus de Dios. 6Delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal, y en medio del trono y en rededor de él cuatro vivientes, llenos de ojos por delante y por detrás. 7El primer viviente era semejante a un león, el segundo viviente semejante a un toro, el tercero tenía semblante como de hombre, y el cuarto era semejante a un águila voladora.

8Los cuatro vivientes tenían cada uno de ellos seis alas, y todos en torno y dentro estaban llenos de ojos, y no se daban reposo día y noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios todopoderoso, el que era, el que es y el que viene. 9Siempre que los vivientes daban gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, 10los veinticuatro ancianos caían delante del que está sentado en el trono, y se postraban ante el que vive por los siglos de los siglos, y arrojaban sus coronas delante del trono, diciendo: 11Digno eres, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas y por tu voluntad existen y fueron creadas.
El Cordero

5 1Vi a la derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2Vi un ángel poderoso, que pregonaba a grandes voces: ¿Quién será digno de abrir el libro y soltar sus sellos? 3Y nadie podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro ni verlo. 4Yo lloraba mucho, porque ninguno era hallado digno de abrirlo y verlo. 5Pero uno de los ancianos me dijo: No llores, mira que ha vencido el león de la tribu de Judá, la raíz de David, para abrir el libro y sus siete sellos. 6Vi en medio del trono y de los cuatro vivientes, y en medio de los ancianos, un Cordero, que estaba en pie como degollado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7Vino y tomó el libro de la diestra del que estaba sentado en el trono. 8Y cuando lo hubo tomado, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno su cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos. 9Cantaron un cántico nuevo, que decía: Digno eres de tornar el libro y abrir sus sellos, pues fuiste degollado y con tu sangre has comprado para Dios hombres de toda tribu, lengua, pueblo y nación, 10y los hiciste para nuestro Dios reino y sacerdotes, y reinan sobre la tierra. 11Vi y oí la voz de muchos ángeles en rededor del trono, y de los vivientes, y de los ancianos; y era su número de miríadas de miríadas y de millares de millares, 12que decían a grandes voces: Digno es el Cordero, que ha sido degollado, de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fortaleza, el honor, la gloria y la bendición. 13Y todas las criaturas que existen en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y todo cuanto hay en ellos oí que decían: Al que está sentado en el trono y al Cordero, la bendición, el honor, la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. 14Y los cuatro vivientes respondieron: Amén. Y los ancianos cayeron de hinojos y adoraron.
La apertura de los siete sellos descubre los misterios de la justicia divina

6 1Así que el Cordero abrió el primero de los siete sellos, vi y oí a uno de los cuatro vivientes, que decía con voz como de trueno: 2Ven. Miré y vi un caballo blanco, y el que montaba sobre él tenía un arco, y le fue dada una corona, y salió vencedor, y para vencer aún. 3Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo viviente que decía: Ven. 4Salió otro caballo, bermejo, y al que cabalgaba sobre él le fue concedido desterrar la paz de la tierra y que se degollasen unos a otros, y le fue dada una gran espada.

5Cuando abrió el sello tercero oí al tercer viviente, que decía: Ven. Miré y vi un caballo negro, y el que le montaba tenía una balanza en la mano. 6Y oí como una voz en medio de los cuatro vivientes que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario, pero el aceite y el vino ni tocarlos.

7Cuando abrió el sello cuarto oí la voz del cuarto viviente, que decía: Ven. 8Miré y vi un caballo bayo, y el que cabalgaba sobre él tenía por nombre Mortandad, y el infierno le acompañaba. Fueles dado poder sobre la cuarta parte de la tierra para matar por la espada, y con el hambre, y con la peste, y con las fieras de la tierra.

9Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido degollados por la palabra de Dios y por el testimonio que guardaban. 10Clamaban a grandes voces, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, Santo, Verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre en los que moran sobre la tierra? 11Y a cada uno le fue dada una túnica blanca, y les fue dicho que estuvieran callados un poco de tiempo aún, hasta que se completaran el número de sus consiervos y hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.

12Cuando abrió el sexto sello oí, y hubo un gran terremoto, y el sol se volvió negro como un saco de pelo de cabra, y la luna se tornó toda como sangre, 13y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra como la higuera deja caer sus higos sacudida por un viento fuerte, 14y el cielo se enrolló como un libro que se enrolla, y todos los montes e islas se movieron en sus lugares. 15Los reyes de la tierra, y los magnates, y los tribunos, y los ricos, y los poderosos, y todo siervo, y todo libre se ocultaron en las cuevas y en las peñas de los montes. 16Decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros y ocultadnos de la cara del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero, 17porque ha llegado el día grande de su ira, y ¿quién podrá tenerse en pie?
La muchedumbre de los marcados

7 1Después de esto vi cuatro ángeles que estaban en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, y retenían los cuatro vientos de ella para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. 2Vi otro ángel que subía del naciente del sol, y tenía el sello de Dios vivo, y gritó con voz fuerte a los cuatro ángeles, a quienes había sido encomendado dañar a la tierra y al mar, diciendo: 3No hagáis daño a la tierra ni al mar, ni a los árboles hasta que hayamos sellado a los siervos de nuestro Dios en sus frentes. 4Oí que el número de los sellados era de ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel. 5De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu de Rubén, doce mil; de la tribu de Gad, doce mil; 6de la tribu de Aser, doce mil; de la tribu de Neftalí, doce mil; de la tribu de Manasés, doce Mil; 7de la tribu de Simeón, doce mil; de la tribu de Leví, doce mil; de la tribu de Isacar, doce mil; 8de la tribu de Zabulón, doce mil; de la tribu de José, doce mil; de la tribu de Benjamín, doce mil.

9Después de esto miré y vi una muchedumbre grande, que nadie podía contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua, que estaban delante del trono y del Cordero, vestidos de túnicas blancas y con palmas en sus manos. 10Clamaban con grande voz, diciendo: Salud a nuestro Dios, al que está sentado en el trono, y al Cordero. 11Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes, y cayeron sobre sus rostros delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: Amén. 12Bendición, gloria y sabiduría, acción de gracias, honor, poder y fortaleza a nuestro Dios por los siglos de los siglos, amén. 13Tomó la palabra uno de los ancianos y me dijo: Estos vestidos de túnicas blancas, ¿quiénes son y de dónde vinieron? 14Le respondí: Señor mío, eso tú lo sabes. Y me replicó: Estos son los que vienen de la gran tribulación y lavaron sus túnicas y las blanquearon en la sangre del Cordero. 15Por eso están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo, y el que está sentado en el trono extiende sobre ellos su tabernáculo. 16Ya no tendrán hambre, ni tendrán ya sed, ni caerá sobre ellos el sol ni ardor alguno, 17porque el Cordero, que está en medio del trono, los apacentará y los guiará a las fuentes de aguas de vida, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

8 1Cuando abrió el séptimo sello, hubo un silencio en el cielo por espacio como de media hora.
TERCERA PARTE
La Lucha Contra El Antiguo Mundo Pagano Y Contra Israel

(8,2-11,10)


Los cuatro primeros de los siete trompetas

2Vi siete ángeles que estaban en pie delante de Dios, a los cuales fueron dadas siete trompetas. 3Llegó otro ángel y púsose en pie junto al altar con un incensario de oro, y fuéronle dados muchos perfumes para unirlos a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro, que está delante del trono. 4El humo de los perfumes subió, con las oraciones de los santos, de la mano del ángel a la presencia de Dios. 5Tomó el ángel el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó sobre la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y temblores. 6 Los siete ángeles que tenían las siete trompetas se dispusieron a tocarlas.

7Tocó el primero la trompeta, y hubo granizo y fuego mezclado con sangre, que fue arrojado sobre la tierra; y quedó abrasada la tercera parte de la tierra, y quedó abrasada la tercera parte de los árboles, y toda hierba verde quedó abrasada. 8El segundo ángel tocó la trompeta, y fue arrojada en el mar como una gran montaña ardiendo en llamas, y convirtióse en sangre la tercera parte del mar, 9y murió la tercera parte de las criaturas que hay en el mar de las que tienen vida, y la tercera parte de las naves fue destruida. 10Tocó la trompeta el tercer ángel, y cayó del cielo un astro grande, ardiendo como una tea, y cayó en la tercera parte de los ríos y en las fuentes de las aguas. 11El nombre de ese astro es Ajenjo. Convirtióse en ajenjo la tercera parte de las aguas, y muchos de los hombres murieron por las aguas, que se habían vuelto amargas. 12Tocó el cuarto ángel la trompeta, y fue herida la tercera parte del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estrellas, de suerte que se obscureció la tercera parte de las mismas, y el día perdió una tercera parte de su brillo, y asimismo la noche. 13Vi y oí un águila que volaba por medio del cielo diciendo con poderosa voz: ¡Ay, ay, ay de los moradores de la tierra por los restantes toques de trompeta de los tres ángeles que todavía han de tocarla!
Los tres últimos trompetas

9 1El quinto ángel sonó la trompeta, y vi una estrella que caía del cielo sobre la tierra y le fue dada la llave del pozo del abismo; 2y abrió el pozo del abismo, y subió del pozo humo, como el humo de un gran horno, y se obscureció el sol y el aire a causa del humo del pozo. 3Del humo salieron langostas sobre la tierra, y les fue dado poder, como el poder que tienen los escorpiones de la tierra. 4Les fue dicho que no dañasen la hierba de la tierra, ni ninguna verdura, ni ningún árbol, sino sólo a los hombres que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes. 5Se dio orden de que no los matasen, sino que fuesen atormentados durante cinco meses; y su tormento era como el tormento del escorpión cuando hiere al hombre. 6Los hombres buscarán en aquellos días la muerte, y no la hallarán, y desearán morir, y la muerte huirá de ellos. 7Las langostas eran semejantes a caballos preparados para la guerra, y tenían sobre sus cabezas como coronas semejantes al oro, y sus rostros eran como rostros de hombre; 8y tenían cabellos como cabellos de mujer, y sus dientes eran como de león; 9y tenían corazas como corazas de hierro, y el ruido de sus alas era como el ruido de muchos caballos que corren a la guerra. 10Tenían colas semejantes a los escorpiones, y aguijones, y en sus colas residía su poder de dañar a los hombres por cinco meses. 11Por rey tienen sobre sí al ángel del abismo, cuyo nombre es en hebreo Abaddón y en griego tiene por nombre Apolyon. 12El primer ¡ay! pasó; he aquí que vienen aún otros dos ¡ayes! después de esto.

13El sexto ángel sonó la trompeta, y oí una voz que salía de los cuatro ángulos del altar de oro, que está en la presencia de Dios, 14que decía al sexto ángel, que tenía la trompeta: Suelta los cuatro ángeles que están ligados sobre el gran río Eufrates. 15Fueron sueltos los cuatro ángeles, que estaban preparados para la hora, y para el día, y para el mes, y para el año, a fin de que diesen muerte a la tercera parte de los hombres. 16El número de los del ejército de la caballería era de dos miríadas de miríadas; yo oí su número. 17Asimismo vi en la visión los caballos y los que cabalgaban sobre ellos, que tenían corazas color de fuego, y de jacinto, y de azufre; y las cabezas de los caballos eran como cabezas de leones, y de su boca salía fuego, y humo, y azufre. 18Con las tres plagas perecieron la tercera parte de los hombres, es a saber, por el fuego, y por el humo, y por el azufre que salía de su boca. 19El poder de los caballos estaba en su boca y en sus colas, pues las colas eran semejantes a serpientes, tenían cabezas y con ellas dañaban.

20El resto de los hombres que no murió de estas plagas, no se arrepintieron de las obras de sus manos, dejando de adorar a los demonios, a los ídolos de oro y de plata, de bronce y de piedra y de madera, los cuales ni pueden ver, ni oír, ni andar; 21ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus maleficios, ni de su fornicación, ni de sus robos.
El librito profético

10 1Vi otro ángel poderoso que descendía del cielo envuelto en una nube; tenía sobre su cabeza el arco iris, y su rostro era como el sol, y sus pies, como columnas de fuego, 2y en su mano tenía un librito abierto. Y poniendo su pie derecho sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra, 3gritó con poderosa voz como león que ruge. Cuando gritó, hablaron los siete truenos con sus propias voces. 4Cuando hubieron hablado los siete truenos iba yo a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que han hablado los siete truenos y no las escribas. 5El ángel que yo había visto estar sobre el mar y sobre la tierra levantó al cielo su mano derecha 6y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y cuanto hay en él, la tierra y cuanto en ella hay, y el mar y cuanto existe en él, que no habrá más tiempo, 7sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él suene la trompeta, se cumplirá el misterio de Dios, como El lo anunció a sus siervos los profetas. 8La voz que yo había oído del cielo, de nuevo me habló y me dijo: Ve, toma el librito abierto de mano del ángel que está sobre el mar y sobre la tierra. 9Fuime hacia el ángel diciendo que me diese el librito. El me respondió: Toma y cómelo, y amargará tu vientre, mas en tu boca será dulce como la miel. 10Tomé el librito de mano del ángel y me puse a comerlo, y era en mi boca como miel dulce; pero cuando lo hube comido sentí amargadas mis entrañas. 11Me dijeron: Es preciso que de nuevo profetices a los pueblos, a las naciones, a las lenguas y a los reyes numerosos.
Los dos testigos

11 1Fueme dada una caña semejante a una vara, diciendo: Levántate y mide el templo de Dios y el altar y a los que adoran en él. 2El atrio exterior del templo déjalo fuera y no lo midas, porque ha sido entregado a las naciones, que hollarán la ciudad santa durante cuarenta y dos meses. 3Mandaré a mis dos testigos para que profeticen, durante mil doscientos sesenta días, vestidos de saco. 4Estos son los dos olivos y los dos candeleros que están delante del Señor de la tierra. 5Si alguno quisiere hacerles daño, saldrá fuego de su boca, que devorará a sus enemigos. Todo el que quiera dañarlos morirá. 6Ellos tienen poder de cerrar el cielo para que la lluvia no caiga los días de su ministerio profético, y tienen poder sobre las aguas para tornarlas en sangre, y para herir la tierra con todo género de plagas cuantas veces quisieran. 7Cuando hubieren acabado su testimonio, la bestia, que sube del abismo, les hará la guerra, y los vencerá y les quitará la vida. 8Su cuerpo yacerá en la plaza de la gran ciudad, que espiritualmente se llama Sodoma y Egipto, donde su Señor fue crucificado. 9Los pueblos, las tribus, las lenguas y las naciones verán sus cuerpos durante tres días y medio y no permitirán que sus cuerpos sean puestos en el sepulcro. 10Los moradores de la tierra se alegrarán a causa de ellos, y se regocijarán, y mutuamente se mandarán regalos, porque estos dos profetas eran el tormento de los moradores de la tierra. 11Después de tres días y medio, un espíritu de vida que procede de Dios entró en ellos y los hizo levantarse sobre sus pies, y un temor grande se apoderó de quienes los contemplaban. 12Oí una gran voz del cielo, que les decía: Subid acá. Subieron al cielo en una nube, y viéronlos subir sus enemigos. 13En aquella hora se produjo un gran terremoto, y vino al suelo la décima parte de la ciudad, y perecieron en el terremoto hasta siete mil seres humanos, y los restantes quedaron llenos de espanto y dieron gloria a Dios y al cielo. 14El segundo ¡ay! ha pasado; he aquí que llega el tercer ¡ay!
Llega el reino de Dios

15El séptimo ángel tocó la trompeta, y oyéronse en el cielo grandes voces, que decían: Ya llegó el reino de nuestro Dios y de su Cristo sobre el mundo, y reinará por los siglos de los siglos. 16Los veinticuatro ancianos, que estaban sentados delante del trono de Dios, cayeron sobre sus rostros y adoraron a Dios, diciendo: 17Dámoste gracias, Señor, Dios todopoderoso, el que es, el que era, porque has cobrado tu gran poder y entrado en posesión de tu reino. 18Las naciones se habían enfurecido, pero llegó tu ira, y el tiempo de que sean juzgados los muertos, y de dar la recompensa a tus siervos los profetas, a los santos y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y destruir a los que destruían la tierra.
CUARTA PARTE
La Encarnación Del Hijo De Dios Y Las Encarnaciones Del Dragón

(11,19-14,5)



19Se abrió el templo de Dios, que está en el cielo, y dejóse ver el arca del Testamento en su templo, y hubo relámpagos, y voces, y rayos, y un temblor, y granizo fuerte.
El Mesías y el dragón

12 1Apareció en el cielo una señal grande, una mujer envuelta en el sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre la cabeza una corona de doce estrellas, 2y estando encinta, gritaba con los dolores de parto y las ansias de parir. 3Apareció en el cielo otra señal, y vi un gran dragón de color de fuego, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y sobre las cabezas siete coronas. 4Con su cola arrastró la tercera parte de los astros del cielo y los arrojó a la tierra. Se paró el dragón delante de la mujer que estaba a punto de parir, para tragarse a su hijo en cuanto le pariese. 5Parió un varón, que ha de apacentar a todas las naciones con vara de hierro, pero el Hijo fue arrebatado a Dios y a su trono. 6La mujer huyó al desierto, en donde tenía un lugar preparado por Dios, para que allí la alimentasen durante mil doscientos sesenta días.
La batalla en el cielo

7Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban con el dragón, 8y peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. 9Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados. 10Oí una gran voz en el cielo que decía: Ahora llega la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo, porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios de día y de noche. 11Pero ellos le han vencido por la sangre del Cordero y por la palabra de su testimonio y menospreciaron su vida hasta morir. 12Por eso, regocijaos, cielos y todos los que moráis en ellos. ¡Ay de la tierra y de la mar!, porque descendió el diablo a vosotras animado de gran furor, por cuanto sabe que le queda poco tiempo.
El dragón persigue a la mujer

13Cuando el dragón se vio precipitado en la tierra, se dio a perseguir a la mujer que había parido al Hijo varón. 14Pero fuéronle dadas a la mujer dos alas de águila grande para que volase al desierto, a su lugar, donde es alimentada por un tiempo, y dos tiempos, y medio tiempo lejos de la vista de la serpiente. 15La serpiente arrojó de su boca detrás de la mujer como un río de agua, para hacer que el río la arrastrase. 16Pero la tierra vino en ayuda de la mujer, y abrió la tierra su boca, y se tragó el río que el dragón había arrojado de su boca. 17Se enfureció el dragón contra la mujer, y fuese a hacer la guerra contra el resto de su descendencia, contra los que guardan los preceptos de Dios y tienen el testimonio de Jesús. 18Se apostó sobre la playa del mar.
La bestia

13 1Vi cómo salía del mar una bestia, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre los cuernos diez diademas, y sobre las cabezas nombres de blasfemia. 2Era la bestia que yo vi semejante a una pantera, y sus pies eran como de oso, y su boca como la boca de un león. Diole el dragón su poder, su trono y una autoridad muy grande. 3Vi a la primera de las cabezas como herida de muerte, pero su llaga mortal fue curada. Toda la tierra seguía admirada a la bestia. 4Adoraron al dragón, porque había dado el poder a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia? ¿Quién podrá guerrear con ella? 5Diósele asimismo una boca, que profiere palabras llenas de arrogancia y de blasfemia, y fuele concedida autoridad para hacerlo durante cuarenta y dos meses. 6Abrió su boca en blasfemias contra Dios, blasfemando de su nombre y de su tabernáculo, de los que moran en el cielo. 7Fuele otorgado hacer la guerra a los santos y vencerlos. Y le fue concedida autoridad sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación. 8La adoraron todos los moradores de la tierra, cuyo nombre no está escrito, desde el principio del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado.
La bestia segunda

9Si alguno tiene oídos, que oiga. 10Si alguno está destinado a la cautividad, a la cautividad irá; si alguno mata por la espada, por la espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos. 11Vi otra bestia que subía de la tierra y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como un dragón. 12Ejerció toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella e hizo que la tierra y todos los moradores de ella adorasen a la primera bestia, cuya llaga mortal había sido curada. 13Hizo grandes señales, hasta hacer bajar fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. 14Extravió a los moradores de la tierra con las señales que le fue dado ejecutar delante de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que hiciesen una imagen en honor de la bestia, que tiene una herida de espada y que ha revivido. 15Fuele dado infundir espíritu en la imagen de la bestia para que hablase la imagen e hiciese morir a cuantos no se postrasen ante la imagen de la bestia, 16e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente, 17y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre.

18Aquí está la sabiduría. El que tenga inteligencia calcule el número de la bestia, porque es número de hombre. Su número es seiscientos sesenta y seis.
El Cordero y su séquito
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