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Nuevo Testamento evangelio de san mateo


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13 1Antes de la fiesta de la Pascua, viendo Jesús que llegaba su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, al fin extremadamente los amó. 2Y comenzada la cena, como el diablo hubiese ya puesto en el corazón de Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle; 3con saber que el Padre había puesto en sus manos todas las cosas y que había salido de Dios y a El se volvía, 4se levantó de la mesa, se quitó los vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó; 5luego echó agua en la jofaina, y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a enjugárselos con la toalla que tenía ceñida.

6Llegó, pues, a Simón Pedro, que le dijo: Señor ¿tú lavarme a mí los pies? 7Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo sabes ahora; lo sabrás después. 8Díjole Pedro: Jamás me lavarás tú los pies. Le contestó Jesús: Si no te los lavare, no tendrás parte conmigo. 9Simón Pedro le dijo: Señor, entonces, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza. 10Jesús les dijo: El que se ha bañado no necesita lavarse, está todo limpio; y vosotros estáis limpios, pero no todos 11Porque sabía quién había de entregarle, y por eso dijo: No todos estáis limpios. 12Cuando les hubo lavado los pies, y tomado sus vestidos, y puéstose de nuevo a la mesa, les dijo: ¿Entendéis lo que he hecho con vosotros? 13Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque de verdad lo Soy. 14Si yo, pues, os he lavado los pies, siendo vuestro Señor y Maestro, también habéis de lavaros vosotros los pies unos a otros. 15Porque yo os he dado el ejemplo, para que vosotros hagáis también como yo he hecho. 16En verdad, en verdad os digo: No es el siervo mayor que su Señor, ni el enviado mayor que quien le envía. 17Si esto aprendéis, seréis dichosos si lo practicáis. 18No lo digo de todos vosotros; yo sé a quiénes escogí; mas lo digo para que se cumpla la Escritura: «El que come mi pan, levantó contra mí su calcañar». 19Desde ahora os lo digo, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis que yo soy. 20En verdad, en verdad os digo que quien recibe al que yo enviare, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe a quien me ha enviado.
Anuncio de la traición

(Mt 26,21-25; Mc 14,18-21; Lc 22,21-23)



21Dicho esto, se turbó Jesús en su espíritu, y demostrándolo, dijo: En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará. 22Se miraban los discípulos unos a otros, sin saber de quién hablaba. 23Uno de ellos, el amado de Jesús, estaba recostado ante el pecho de Jesús. 24Simón Pedro le hizo señal, diciéndole: Pregúntale de quién habla. 25El que estaba recostado ante el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? 26Jesús le contestó: Aquel a quien yo mojare y diere un bocado. Y mojando un bocado, lo tomó y se lo dio a Judas, hijo de Simón Iscariote. 27Después del bocado, en el mismo instante, entró en él Satanás. Jesús le dijo: Lo que has de hacer, hazlo pronto. 28Ninguno de los que estaban a la mesa conoció a qué propósito decía aquello. 29Algunos pensaron que, como Judas tenía la bolsa, le decía Jesús: Compra lo que necesitamos para la fiesta, o que diese algo a los pobres. 30El, tomando el bocado, se salió luego; era de noche.
Comienza la despedida

31Así que salió, dijo Jesús: Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre, y Dios ha sido glorificado en El. 32Si Dios ha sido glorificado en El, Dios también le glorificará a El, y le glorificará en seguida. 33Hijitos míos, un poco aún estaré todavía con vosotros; me buscaréis, y como dije a los judíos: A donde yo voy, vosotros no podéis venir, también os lo digo a vosotros ahora. 34Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos: si tenéis caridad unos para con otros.
La negación de Pedro

(Mt 26,31-35; Mc 14,27-31; Lc 22,31-38)



36Díjole Simón Pedro: Señor, ¿adónde vas? Respondió Jesús: A donde yo voy, no puedes tú seguirme ahora; me seguirás más tarde. 37Pedro le dijo: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Yo daré por ti mi vida. 38Respondió Jesús: ¿Darás por mí tu vida? En verdad, en verdad te digo que no cantará el gallo antes que tres veces me niegues.
Volverán a encontrarse cerca del Padre

14 1No se turbe vuestro corazón: creéis en Dios, creed también en Mí. 2En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no fuera así, os lo diría, porque voy a preparamos el lugar. 3Cuando yo me haya ido y os haya preparado el lugar, de nuevo volveré y os tomaré conmigo, para que donde yo estoy estéis también vosotros. 4Pues para donde yo voy, vosotros conocéis el camino.

5Díjole Tomás: No sabemos adónde vas; ¿como, pues, podemos saber el camino? 6Jesús le dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí. 7Si me habéis conocido, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora le conocéis y le habéis visto. 8Felipe le dijo: Señor, muéstranos al Padre y nos basta. 9Jesús le dijo: Felipe, ¿tanto tiempo ha que estoy con vosotros y no me habéis conocido? El que me ha visto a mí ha visto al Padre; ¿cómo dices tú: Muéstranos al Padre? 10¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os digo no las hablo de mí mismo; el Padre, que mora en mí, hace sus obras. 11Creedme, que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; a lo menos, creedlo por las obras.
Promesas hechas a los discípulos para la ausencia

12En verdad, en verdad os digo que el que cree en mí, ése hará también las obras que yo hago, y las hará mayores que éstas, porque yo voy al Padre; 13y lo que pidiereis en mi nombre, eso haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo; 14si me pidiereis alguna cosa en mi nombre, yo la haré. 15Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; 16y yo rogaré al Padre, y os dará otro Abogado, que estará con vosotros para siempre, 17el Espíritu de verdad, que el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce; vosotros le conocéis, porque permanece con vosotros y está en vosotros, 18No os dejaré, huérfanos; vendré a vosotros. 19Todavía un poco y el mundo ya no me verá; pero vosotros me veréis, porque yo vivo y vosotros viviréis. 20En aquel día conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. 21El que recibe mis preceptos y los guarda, ése es el que me ama; el que me ama a mí será amado de mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él.

22Díjole Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué ha sucedido para que hayas de manifestarte a nosotros y no al mundo? 23Respondió Jesús y les dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y en él haremos morada. 24El que no me ama no guarda mis palabras; y la palabra que oís no es mía sino del Padre, que me ha enviado. 25Os he dicho estas cosas mientras permanezco entre vosotros: 26pero el Abogado, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, ése os lo enseñará todo y os traerá a la memoria todo lo que yo os he dicho.
Despedida y palabras de aliento

27La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo. No se turbe vuestro corazón ni se intimide. 28Habéis oído lo que os dije: Me voy y vengo a vosotros. Si me amarais, os alegraríais, pues voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo. 29Os lo he dicho ahora antes que suceda, para que cuando suceda creáis. 30Ya no hablaré muchas cosas con vosotros, porque viene el príncipe de este mundo, que en mí no tiene nada; 31ro conviene que el mundo conozca que yo amo al Padre, y que, según el mandato que me dio el Padre, así hago, Levantaos, vámonos de aquí.
La alegoría de la vid

15 1Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. 2Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará, y todo el que dé fruto, lo podará, para que dé más fruto. 3Vosotros estáis ya limpios por la palabra que os he hablado; 4permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto de sí mismo si no permaneciera en la vid, tampoco vosotros si no permaneciereis en mí. 5Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. 6El que no permanece en mí es echado fuera, como el sarmiento, y se seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan. 7Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisierais, y se os dará. 8En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis discípulos míos.
Los discípulos elevados a la categoría de amigos

9Como el Padre me amó, yo también os he amado; permaneced en mi amor. 10Si guardarais mis preceptos, permaneceréis en mi amor, como yo guardé los preceptos de mi Padre y permanezco en su amor. 11Esto os lo digo para que yo me goce en vosotros y vuestro gozo sea cumplido. 12Este es mi precepto: que os améis unos a otros como yo os he amado. 13Nadie tiene amor mayor que este de dar uno la vida por sus amigos. 14Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. 15Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os digo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer. 16No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto permanezca, para que cuanto pidiereis al Padre en mi nombre os lo dé. 17Esto os mando, que os améis unos a otros.
Odio del mundo contra Jesús y los suyos

18Si el mundo os aborrece, sabed que me aborreció a mí primero que a vosotros. 19Si fueseis del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, sino que yo os escogí del mundo, por esto el mundo os aborrece. 20Acordaos de la palabra que yo os dije: No es el siervo mayor que su señor. Si me persiguieron a mí, también a vosotros os perseguirán; si guardaren mi palabra, también guardarán la vuestra. 21Pero todas estas cosas haránlas con vosotros por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 22Si no hubiera venido y les hubiera hablado, no tendrían pecado ; pero ahora no tienen excusa de su pecado. 23El que me aborrece a mí, aborrece también a mi Padre. 24Si no hubiera hecho entre ellos obras que ninguno otro hizo, no tendrían pecado; pero ahora no sólo han visto, sino que me aborrecieron a mí y a mi Padre. 25Pero es para que se cumpla la palabra que en la Ley de ellos está escrita: «Me aborrecieron sin motivo».

26Cuando venga el Abogado, que yo os enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad, que procede del Padre, él dará testimonio de mí, 27y vosotros daréis también testimonio, porque desde el principio estáis conmigo.
Anuncio de la persecución judía

16 1Esto os he dicho para que no os escandalicéis. 2Os echarán de la sinagoga; pues llega la hora en que todo el que os quite la vida pensará prestar un servicio a Dios. 3Y esto lo harán porque no conocieron al Padre ni a mí. 4Pero yo os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de ellas y de que yo os las he dicho; esto no os lo dije desde el principio porque estaba con vosotros.
La promesa del Espíritu Santo

5Mas ahora voy al que me ha enviado y nadie de vosotros me pregunta: ¿Adónde vas? 6Antes, porque os hablé estas cosas, vuestro corazón se llenó de tristeza. 7Pero os digo la verdad: os conviene que yo me vaya. Porque, si no me fuere, el Abogado no vendrá a vosotros; pero si me fuere, os le enviaré. 8Y en viniendo éste, argüirá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. 9De pecado, porque no creyeron en mí; 10de justicia, porque voy al Padre y no me veréis más; 11de juicio, porque el príncipe de este mundo está ya juzgado. 12Muchas cosas tengo aún que deciros, mas no podéis llevarlas ahora; 13pero cuando viniere Aquél, el Espíritu de verdad, os guiará hacia la verdad completa, porque no hablará de sí mismo, sino que hablará lo que oyere y os comunicará las cosas venideras. 14El me glorificará, porque tomará de lo mío y os lo dará a conocer. Todo cuanto tiene el Padre es mío; 15por esto os he dicho que tomará de lo mío y os lo hará conocer.
El gozo tras la tristeza

16Todavía un poco, y ya no me veréis, y todavía otro poco, y me veréis. 17Dijéronse entonces algunos de los discípulos: ¿Que es esto que nos dice: Toda vía un poco y no me veréis y todavía otro poco y me veréis? Y: Porque voy al Padre. 18Decían, pues: ¿Qué es esto que dice un poco? No sabemos lo que dice.

19Conoció Jesús que querían preguntarle, y les dijo: ¿De esto inquirís entre vosotros porque os he dicho: Todavía un poco, y no me veréis, y todavía otro poco, y me veréis? 20En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, y el mundo se alegrará; vosotros os entristeceréis, pero vuestra tristeza se volverá en gozo. 21La mujer, cuando pare, siente tristeza, porque llega su hora; pero cuando ha dado a luz un hijo, ya no se acuerda de la tribulación, por el gozo que tiene de haber venido al mundo un hombre. 22Vosotros, pues, ahora tenéis tristeza; pero de nuevo os veré, y se alegrará vuestro corazón, y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría. 23En aquel día no me preguntaréis nada; en verdad, en verdad os digo: Cuanto pidiereis al Padre os lo dará en mi nombre. 24Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre; pedid y recibiréis, para que sea cumplido vuestro gozo.
Promesas de una revelación más clara

25Esto os lo he dicho en parábolas; llega la hora en que ya no os hablaré más en parábolas. Antes os hablaré claramente del Padre. 26Aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, 27pues el mismo Padre os ama, porque vosotros me habéis amado y creído que yo he salido de Dios. 28Salí del Padre y vine al mundo; de nuevo dejo el mundo y me voy al Padre.

29Dijéronle los discípulos: Ahora hablas claramente y no dices parábola alguna. 30Ahora sabemos que conoces todas las cosas y que no necesitas que nadie te pregunte; en esto creemos que has salido de Dios. 31Respondióles Jesús: ¿Ahora creéis? 32He aquí que llega la hora, y ya es llegada, en que os dispersaréis cada uno por su lado y a mí me dejaréis solo; pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. 33Esto os lo he dicho para que tengáis paz en mí; en el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad: yo he vencido al mundo.
Jesús ora al Padre por sí mismo

17 1Esto dijo Jesús, y levantando sus ojos al cielo, añadió: Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique, 2según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste les dé El la vida eterna. 3Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado Jesucristo. 4Yo te he glorificado sobre la tierra llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. 5Ahora tú, Padre, glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiese.
Ruega por los discípulos

6He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran, y tu me los distes, y han guardado tu palabra. 7Ahora saben que todo cuanto me diste viene de ti; 8porque yo les he comunicado las palabras que tú me diste, y ellos ahora las recibieron, y conocieron verdaderamente que yo salí de ti, y creyeron que tú me has enviado. 9Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste; porque son tuyos, 10y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío, y yo he sido glorificado en ellos. 11Yo ya no estoy en el mundo; pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti. Padre santo, guarda en tu nombre a estos que me has dado, para que sean uno como nosotros. 12Mientras yo estaba con ellos, yo conservaba en tu nombre a estos que me has dado, y los guardé, y ninguno de ellos pereció si no es el hijo de la perdición, para que la Escritura se cumpliese. 13Pero ahora yo vengo a ti, y hablo estas cosas en el mundo para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos. 14Yo les he dado tu palabra, y el mundo los aborreció, porque no eran del mundo, como yo no soy del mundo. 15No pido que los tomes del mundo, sino que los guardes del mal. 16Ellos no son del mundo, como no soy del mundo yo. 17Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. 18Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié a ellos al mundo, 19y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados de verdad.
Ruega por todos los creyentes

20Pero no ruego sólo por éstos, sino por cuantos crean en mi por su palabra, 21para que todos sean uno, como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado. 22Yo les he dado la gloria que tú me diste, a fin de que sean uno, como nosotros somos uno. 23Yo en ellos y tú en mi, para que sean consumados en la unidad y conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a éstos como me amaste a mí. 24Padre, lo que tú me has dado, quiero que donde esté yo estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado, porque me amaste antes de la creación del mundo. 25Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te conocí, y éstos conocieron que tú me has enviado, 26y yo les di a conocer tu nombre, y se lo haré conocer, para que el amor con que tú me has amado esté en ellos y yo en ellos.
Prisión de Jesús

(Mt 26,36-56; Mc 14,32-52; Lc 22,39-53)



18 1En diciendo esto, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos. 2Judas, el que había de traicionarle, conocía el sitio porque muchas veces concurría allí Jesús con sus discípulos. 3Judas, pues, tomando la cohorte y los alguaciles de los pontífices y fariseos, vino allí con linternas, y hachas, y armas. 4Conociendo Jesús todo lo que iba a sucederle, salió y les dijo: ¿A quién buscáis? 5Respondiéronle: A Jesús Nazareno. El les dijo: Yo soy. Judas, el traidor, estaba con ellos. 6Así que les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron en tierra.

7Otra vez les preguntó: ¿A quién buscáis? Ellos dijeron: A Jesús Nazareno. 8Respondió Jesús: Ya os dije que yo soy; si, pues, me buscáis a mí, dejad ir a éstos. 9Para que se cumpliese la palabra que había dicho: De los que me diste no se perdió ninguno. 10Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó e hirió a un siervo del pontífice, cortándole la oreja derecha. Este siervo se llamaba Malco. 11Pero Jesús dijo: Mete la espada en la vaina; el cáliz que me dio mi padre, ¿no he de beberlo?
Conducción a casa de Anás

12La cohorte, pues, y el tribuno y los alguaciles de los judíos se apoderaron de Jesús y le ataron, 13y le condujeron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, pontífice aquel año.14Era Caifás el que había aconsejado a los judíos: «Conviene que un hombre muera por el pueblo».
Primera negación de Pedro

(Mt 26,58-70; Mc 14,54-68; Lc 22,55-57)



15Seguían a Jesús Simón Pedro y otro discípulo. Este discípulo era conocido del pontífice, y entró al tiempo que Jesús en el atrio del pontífice, 16mientras que Pedro se quedó fuera, a la puerta. Salió, pues, el otro discípulo, conocido del pontífice, y habló a la portera e introdujo a Pedro. 17La portera dijo a Pedro: ¿Eres tú acaso de los discípulos de este hombre? El dijo: No Soy. 18Los siervos del pontífice y los alguaciles habían preparado un brasero, porque hacía frío, y se calentaban, y Pedro estaba también con ellos calentándose.
Jesús ante Caifás

19El pontífice preguntó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su doctrina. 20Respondióle Jesús: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre enseñé en las sinagogas y en el templo, adonde concurren todos los judíos; nada hablé en secreto. 21¿Qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído qué es lo que yo les he hablado; ellos deben saber que les he dicho. 22Habiendo dicho esto Jesús uno de los alguaciles, que estaba a su lado, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al pontífice? 23Jesús le contestó: Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien, ¿por qué me pegas? 24Anás le envió atado a Caifás, el pontífice.
Segunda negación de Pedro

(Mt 26,71-75; Mc 14,69-72; LC 22,58-62)



25Entre tanto, Simón Pedro estaba de pie calentándose, y le dijeron: ¿No eres tú también de sus discípulos? Negó él y dijo: No Soy. 26Díjole uno de los siervos del pontífice, pariente de aquel a quien Pedro había cortado la oreja: ¿No te he visto yo en el huerto con El? 27Pedro negó de nuevo, y al instante cantó el gallo.
Jesús ante Pilato

(Mt 27,11; Mc 15,2; Lc 23,3)



28Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era muy de mañana. Ellos no entraron en el pretorio por no contaminarse, para poder comer la Pascua. 29Salió, pues, Pilato fuera y dijo: ¿Qué acusación traéis contra este hombre? 30Ellos respondieron, diciéndole: Si no fuera malhechor, no te lo traeríamos. 31Díjoles Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra ley. Le dijeron entonces los judíos: Es que a nosotros no nos es permitido dar muerte a nadie. 32Para que se cumpliese la palabra que Jesús había dicho, significando de qué muerte había de morir.

33Entró Pilato de nuevo en el pretorio, y, llamando a Jesús, le dijo: ¿Eres tú el rey de los judíos? 34Respondió Jesús: ¿Por tu cuenta dices eso o te lo han dicho otros de mi? 5 Pilato contestó: ¿Soy yo judío por ventura? Tu nación y los pontífices te han entregado a mí; ¿qué has hecho? 36Jesús respondió: Mí reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, mis ministros habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37Le dijo entonces Pilato: ¿Luego tú eres rey? Respondió Jesús: Tú dices que soy rey. Yo para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz. 38Pilato le dijo: ¿Y qué es la verdad? Y dicho esto, de nuevo salió a los judíos y les dijo: Yo no hallo en éste ningún crimen.
Expediente para librarle

(Mt 27,15-30; Mc 15,6-17, Lc 23,17-25)



39Hay entre vosotros costumbre de que os suelte a uno en la Pascua. ¿Queréis, pues, que os suelte al rey de los judíos? 40Entonces de nuevo gritaron, diciendo: ¡No a éste, sino a Barrabás! Era Barrabás un bandolero.
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