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Grupo de trabajo del pueblo atacameñO


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6.12 Período Republicano Chileno (1879-1973)

Desde el año 1879 en adelante, como consecuencia directa de la Guerra del Pacífico, la zona experimenta un brusco cambio, primeramente con el aumento de la explotación y exportación del salitre, hecho que originó un aumento sustantivo en la población, la que llegó desde Bolivia, Perú, norte y centro de Chile y Argentina. Posteriormente con la explotación del cobre, toda el área cobraría nuevos bríos. Es este un momento clave en la historia del lugar, pues veríamos como dos potencias extranjeras – Inglaterra y Estados Unidos de Norte América – se disputarían el poder mundial, no sólo eso, sino que también asistiríamos al nacimiento del Capitalismo moderno.


En esta época de posguerra nuevamente el manejo del sector se hizo desde la capital de la nación, esta vez desde Santiago, distante más de 1.000 kilómetros hacia el sur. Algunos datos ilustran lo anterior:
Con la incorporación de la zona más árida del gran desierto de Atacama, se plantea al gobierno de Chile un serio problema, y es el de abastecer de agua, alimentos y sobre todo transporte a los nacientes núcleos y a la población cada vez más numerosa. Cobra importancia ya no el arriaraje que sigue practicándose, sino un sistema más eficaz de transporte, basado en los asnos y las mulas, las cuales tienen una corta vida, con eso se potencia la hacienda y las relaciones ahora se dirigen sólo al noroeste argentino, vía de salida de productos del Chaco Salteño extenso y ubérrimo que acababa de ser anexado a Argentina, después de ser quitado a los indígenas.
Continuando con el ejemplo del Chaco Salteño, después de la campaña militar de 1884, la producción ganadera se duplicó dirigiéndose en su totalidad a cubrir las demandas alimenticias de las ahora poblaciones proletarias de la pampa salitrera, cabe destacar que, desde este momento la mayoría de la población masculina de Atacama, engrosaría la lista de los “enganchados” a la pampa, con lo cual comenzaba un brusco cambio en el patrón de subsistencia de los atacameños. Del escaso porcentaje que no estaba en el arrieraje, se distribuían entre los hacendados y en labores domésticas, es decir ganadería y agricultura de subsistencia, de suerte tal, que la masiva emigración hacía la industria salitrera primero y hacia la minería del cobre, después, terminaría por empobrecer definitivamente a la población campesina, transformándola en obreros asalariados que laborarían en Chuquicamata bajo la administración de la Chile Exploration Company empresa que prefería contratar más obreros si estos morían o se enfermaban por las patologías bronco respiratorias, que implementar un centro médico como el de los funcionarios norteamericanos.
La mano de obra era abundante y además barata. Hay que unir a lo anterior el despojo de tierras de que fueron víctimas los atacameños que endeudados por comida y alcohol, vieron como sus terrenos iban a parar a manos de inescrupulosos comerciantes venidos desde Europa, yugoslavos y croatas principalmente. La Historia viva de San Pedro de Atacama da cuenta de estas “anécdotas de negocios”. En el presente, este despojo ha comenzado con nuevos bríos, gracias a las bendiciones de una industria sin chimeneas – el turismo – que es doloroso y mal planificado a los intereses de las comunidades, por cuanto, no permite la autogestión y autodeterminación de los legítimos herederos de este inconmensurable patrimonio natural y cultural.
También observamos como desde Argentina el arreo comenzaba en el Chaco Salteño en los meses del estío, apenas cesaban las lluvias, luego continuaban hasta los valles precordilleranos, donde eran unidos al ganado local seleccionado, el que se engordaba para afrontar el paso por la cordillera, después de eso llegaban a los ricos oasis de San Pedro y luego a Calama, antes de terminar en el corazón de la tierra del oro blanco.
Dos exploradores: Jules Huret y el geógrafo francés Pierre Denis en 1910 y 1913 respectivamente, hablan de un envió de 25.000 y 30.000 vacas hacia Atacama. Inferimos que el desarrollo del Chaco es directamente proporcional al aumento de la demanda del mercado chileno hasta la crisis del salitre a manos de los alemanes.

Los animales eran herrados para el cruce de la cordillera. En San Pedro de Atacama son dejados por los troperos, antes de cruzar el resguardo aduanero en manos de comerciantes locales, quienes los transportaban a Calama como ya explicamos.


También se enviaba a la pampa maíz, trigo, harina, afrecho, sebo, queso chalona, charqui, pasto seco y cebada. Son importantes también las mulas, que no sólo eran utilizadas para la tropa, sino en el transporte y laboreo de las minas de cobre y de las costras calicheras.
Calama se constituye en la zona forrajera por excelencia, mientras duró el arrieraje que cruzaba el desierto por la antigua ruta que unía Cobija con Potosí. En conjunto con San Pedro fueron enclaves dentro del tráfico de caravanas y recuas de mulas por el desierto de altura. La importancia de los arrieros estuvo en la activa comunicación entre las oficinas salitreras y los oasis interiores, los cuales producían frutas, vinos, hortalizas y alfalfa, que eran transportados junto a la llareta y la leña, para ser consumidos en las estaciones de ferrocarril y el mundo salitrero en general.
El bandidaje y los cuatreros también eran parte de esta geografía, según el citado Pierre Denis junto a las rutas oficiales, coexistían rutas en quebradas con pasos clandestinos de difícil acceso en que era transportado el ganado robado. Menciona que en lugar denominado Guachipas se reunía el ganado sospechoso, que para evitar ser visto en Salta o Jujuy se internaba por la quebrada El Toro o por la de Escape con rumbo a Atacama.
Se cuentan a lo menos doce rutas distintas por donde era transportado el ganado desde la región Chaco-Salteña hasta Atacama, todas ellas no exentas de riesgos y pesares.
Para complementar lo referido a las rutas comerciales damos a conocer los circuitos utilizados para entender la magnitud del espacio ocupado y una comparación entre los dos períodos en estudio.

Circuito Nº 1

Cobija a Colupo, 13 leguas Colupo a Chacance, 12 leguas, Chacance a Guacati, 9 leguas, Guacati a Calama, 8 leguas, Calama a Chiu –Chiu, 6 leguas, Chiu a Santa Bárbara, 8 leguas, SAT. Bárbara a Polapi, 6 leguas, Polapi a Pincullo, 6 leguas, Pincuyo a Topaquilcha, , 5 leguas, Topaquilcha a Vizcachilla, 5 leguas, Vizcachilla, a Jallu- uta, 5 leguas, Jallu-uta a Vilcha, ,6 leguas, Vilcha a Purilari, 6 leguas, Purilari a Río Grande, 4 leguas, Río Grande a Pujios, 4 leguas, Pujios a Jamachuma, 8 leguas, Jamachuma a Agua Castilla, 7 leguas, Agua Castilla a Chitaca, 5 leguas, Chitaca a Visisa, 8 leguas, Visisa a Churata, 6 leguas, Churata a Tocontaca, 7 leguas, Tocontaca a Potosí, 6 leguas: Total 150 leguas (Casi 1.000 kilómetros.)

Esta ruta se hacía en 20 a 25 días.

Circuito Nº 2

Cobija a Colupo, Colupo a Chacance, Chacance a Guacati, Guacati a Calama, Calama San Pedro, San Pedro Tambillo, Tambillo a Aguas Blancas, Aguas Blancas a Soncor, Soncor a Pajonal, Pajonal a Lejías, Lejías a Aguas Calientes, Aguas Calientes a Puntas Negras, Puntas Negras a Huaytiquina, Huaytiquina a Catua, Catua a Cauchari, Cauchari a Chorrillos, Chorrillos a Cuevas, Cuevas a Táctil, Táctil a Cebada, Cebada a Gólgota, Gólgota a Quebrada El Toro, y desde allí a Salta: total 198 leguas (1. 029 kilómetros aproximadamente). La ruta podía hacerse fácilmente en un mes.


Todos los caminos desde Cobija pasaban por Calama y desde allí se bifurcaban a San Pedro para ir a Salta. Desconocemos el trayecto utilizado entre Calama y San Pedro, aunque hay algunos indicios, el otro camino se bifurcaba desde Chiu Chiu con rumbo a Potosí y toda Bolivia, alcanzando a La Paz. Es interesante notar que los dos puntos a continuación de Calama, sean Chiu Chiu y San Pedro de Atacama, fueron importantes enclaves para la administración colonial española, Atacama La Alta y Atacama La Baja.
Hacia 1930 el desvanecimiento del sueño del nitrato afectó duramente el circuito ganadero y los intercambios entre Noroeste argentino y la región de Atacama. A pesar de los intentos de reactivación del tráfico con la eliminación de medidas antiproteccionistas para finalizar con las trabas aduaneras impuestas por los gobiernos centrales de Argentina y Chile, los atacameños quedarían al borde del colapso, faltaba el corolario de la minería del cobre, centrado en el rico yacimiento de Chuquicamata.
Con la creciente incorporación de los rieles en el sistema de transporte, la demanda por mulas de Atacama fue disminuyendo, limitándose su consumo sólo en la faena calichera y el transporte de carga hacia el ferrocarril. Cambiaba el giro del negocio, ahora la demanda vital sería el agua. La disputa comenzaba entre la Antofagasta ( Chili) and Bolivia Railway Co. Ltda. o mejor conocida como F.C.A.B dueña de la ruta hacia el interior boliviano y la Chile Exploration, dueña del gran cerro de Chuquicamata que en las siguientes décadas movería la economía mundial.
Una vez concluida la Guerra del Pacífico, una ley del 17 de Enero de 1884 venida desde la capital Santiago autorizó a la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta a prolongar su ferrocarril hasta la frontera con Bolivia, posteriormente en 1887 la Compañía era comprada por la Compañía Huanchaca de Bolivia constituyendo en Londres la mencionada F.C.A.B., a la que traspasó sus derechos ferroviarios, en los cuales, implícitamente, se incluían los derechos del agua, ello se refrendó con el decreto del 2 de Abril de 1889. Este hecho marcaría el inició de la lucha por la propiedad del agua y el consiguiente desarraigo de las comunidades andinas, las que tendrían otra vena abierta hacía la proletarización urbano industrial. En efecto, el 24 de Junio de 1889 se le concede el uso del agua del río Loa a la F.C.A.B. de propiedad británica, auspiciada por la elite capitalina gobernante de Chile. Ya en ese momento el Presidente Balmaceda, se daba cuenta de los reales intereses de los británicos, hecho que le gano la aversión de la elite conservadora y que más tarde acabaría con su gobierno.

Con la importancia que cobró el agua para el proceso industrial de Chuquicamata, se reúnen en San Pedro de Atacama en 1913 la F.C.A.B. y la Chile Exploration Company, la situación por esta vez se resolvía en favor de la primera. No pasarían muchos años antes que la Chile Exploration se adueñara de todas las aguas de la zona pre cordillerana y cordillerana de la actual Provincia El Loa, con el consiguiente atropello hacia la vida y las comunidades y su dignidad. Tan brutal fue esta usurpación que en algunos sectores del alto Loa, las comunidades no sólo vieron crecer enormes canales que arrastraban el ganado y amputaban su paisaje, sino también la devastación hasta de sus recintos sagrados, como ocurrió con la destrucción de una Iglesia cuando la Chile Exploration iniciaba frenéticamente la búsqueda de la fuente original del rico elemento.

Llama poderosamente la atención que el destino de esta zona no se decidía –a veces- ni en Chile ni en Bolivia, sino en Estados Unidos e Inglaterra y es sorprendente como hasta acá llegara toda clase de suntuarios y mercancías que alcanzaban a Potosí y Salta., dirigida a las elites gobernantes. La zona sólo miraba su paso, ya que los empobrecidos habitantes sólo estaban en contacto con la modernidad, en el corto instante en que son cargadas y transportadas por sus animales

Durante el final de la administración boliviana y la primera parte del siglo XX, la febril actividad minera no sólo se centró en el salitre, sino también en los yacimientos de cobre y plata, como el caso de Caracoles, descubierta en los primeros días de mayo de 1870, complementado, además, con la instalación del ferrocarril, el que alcanzaría durante la primera mitad del siglo XX el noroeste argentino, quedando casi toda la región conectada. Con el consiguiente colapso de la arriería, y el transporte tropero, la operación estuvo nuevamente bajo el influjo de la F. C. A. B., dirigida desde el lejano Londres


En poco más de cien años la ocupación del espacio cambió bruscamente, durante la administración boliviana se tendió a potenciar la ocupación en las rutas troperas, con un patrón disperso y rural, constituyéndose como la principal actividad económica el arriaraje, sin dejar de lado las actividades agropastoriles ancestrales, con el consiguiente mantenimiento de un modo de vida de apego al lugar y de fuerte cohesión interna.
Con la llegada de la administración chilena el espacio comienza a ser ocupado en cualquier lugar donde los cánones de la industria salitrera y minera lo dispusieran, el patrón da un giro hacia lo urbano y concentrado, la actividad económica pasa a ser básicamente industrial, con una gran necesidad de servicios y mano de obra barata, de tal suerte que, la población indígena comienza a emigrar masivamente. El modo de vida ancestral comienza un lento proceso de desestructuración y de desarraigo, hecho que repercute notoriamente en las comunidades agropastoriles, transformándose de campesinos, ligados a la hacienda, en obreros asalariados y proletarios. No es de extrañar, que en este norte dador de riquezas comiencen a incubarse en lo social, los orígenes del movimiento obrero en Chile, que para la historiografía tradicional se denomina como la “cuestión social” y en lo económico, el capitalismo que hoy ha desembocado en el neoliberalismo.
En otras palabras, el paradigma occidental que se caracteriza por dividir impacta a las comunidades desarticulando el espacio y sus habitantes, con la eclosión de los núcleos urbanos caracterizados por la pobreza y la marginalidad, como lo demuestran los primeros años de Chuquicamata y Calama.
En consecuencia podemos afirmar que el modelo comprensivo integral que caracterizó al mundo andino con las ideas de Bolívar, da paso a un modelo invasivo, individualista, leve y carente del apego ancestral al terruño.
Con la instauración definitiva del modelo o paradigma Occidental, las comunidades comienzan a ser dependientes de un estado paternal y benefactor, situación que se mantiene inalterable hasta hoy, con lo cual, los intentos por volver al estado original de desarrollo de las comunidades, fracasan por la fuerte burocracia del estado, el desgano de las comunidades y la incomprensión general. Con el modelo andino, el espacio fue ocupado extensamente con los principios de reciprocidad y redistribución como base en el “funcionamiento” de las comunidades. Estamos seguros que cuando Simón Bolívar quiso un puerto para Bolivia, no fue con un espíritu europeo occidental, sino profundamente americano e integrado, no es un misterio para los estudiosos del mundo andino, que la realidad no es posible aislarla, ya que aquello que pudiera parecer, por ejemplo, en la esfera ritual, también esta presente en lo social, lo económico, etc.
Bolívar quería mantener lo que hasta ese entonces era la ocupación natural del espacio por parte de las comunidades, tal y como lo atestigua la historia del Mundo Andino, desde el Arcaico, - en que los grupos ocupaban todo el espacio disponible -, hasta el apogeo de la “Cultura San Pedro de Atacama”.
Desde siempre el mar está integrado al espacio, los ritos de algunos “yatiris” incluyen hoy muestras de agua marina, restaurando no sólo el ciclo del agua, sino todo el Sistema Andino, cada cierto tiempo.
Este Estado paternalista también se verifica en la aplicación del “Plan Andino” y las “Juntas de Adelantos”, en que precisamente, los indígenas del norte de Chile son vistos como “menores de edad” en un sentido implícito, por lo que no pueden tomar sus propias decisiones.
El éxito de estos “modelos” de desarrollo proteccionistas, ha sido notable, a decir, por el nulo cuestionamiento a que ha sido sometida la intervención del Estado en estas comunidades. En la realidad, sin embargo, el fracaso es evidente, un ejemplo lo constituyen las políticas de INDAP, pues en los últimos 30 años, más que potenciar la agricultura y la ganadería, ha generado relaciones de dependencia entre los “pobres” indígenas atacameños y el Estado o les han condonado las deudas.
No obstante, las políticas desde la Capital, continúan aplicándose inalterables en cuanto a la evaluación real del impacto en los distintos grupos “beneficiarios”, la que debería ser, con diagnósticos de las propias comunidades y no con la de equipos técnicos que llegan siempre a realizar estudios, con el consiguiente desencanto de los atacameños que no entienden lo que sucede y con justa razón.


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