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Grupo de trabajo del pueblo atacameñO


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6.11 Período Republicano Boliviano (1824-1879)

Los pueblos atacameños protagonistas indiscutibles de su historia también se sumarían al ideario libertario que durante comienzos del siglo XIX se hizo sentir en toda América latina. Sin embargo, fue la conexión marítima que otorgaban estos territorios al océano pacífico el factor que produjo la anexión de estas comarcas a la naciente nación bolivariana. De esta forma dentro de la formación de las nacientes Repúblicas Latinoamericanas, el mismísimo Simón Bolivar ordena crear un puerto, con el decreto de Chuquisaca, el 28 de Diciembre de 1825, nace así “Lamar”,- en honor a don José de Lamar, General colombiano y Mariscal del Perú, -la que más tarde se denominará “Cobija”-, recuperando un antiguo nombre que la indicaba como “Cobixa”-, que permitiría el desarrollo de esta nación. El más grande amador de la “patria grande” daba a Bolivia la posibilidad de proyectarse al mundo, por el único camino posible: el mar.


Europa estaba conectada a Chile y al corazón de América por Valparaíso, a través del Estrecho de Magallanes. De esta forma a Salta llegaban – vía San Pedro de Atacama- suntuarios de Europa provenientes de Liverpool y que habían llegado por Valparaíso, naturalmente ingresando por Cobija y en Calama las mercaderías se desviaban hacia Bolivia.
Con el decreto del 10 de septiembre de 1827 el Gran Mariscal Antonio José de Sucre dando cumplimiento a los anhelos del libertador comienza con el proceso de desarrollo efectivo de Lamar y sus alrededores, integrando estos territorios formalmente a la nación altiplánica hasta 1879 en que se anexan a territorio chileno. Había cobrado vigencia el circuito Cobija- Calama, desde allí hacia San Pedro de Atacama (Atacama la Alta), llegando a Salta e incorporando los ricos espacios ganaderos del noroeste Argentino o desde Calama hasta Chiu-Chiu (Atacama la baja) llegando a Potosí.
Socio-políticamente la zona fue administrada con un criterio capitalino, como lo demuestran la dictación de los decretos que incentivan la proyección ultramarina de los territorios interiores, no es casualidad que don Andrés de Santa Cruz, presidente de Bolivia visite personalmente las provincias del Litoral, dictando el 26 de noviembre del año 1832 un decreto que crea el servicio semanal de Correos entre Potosí y Cobija. Una vez en el puerto, el 03 de enero de 1833 ordena la instalación de una Administración principal de Correos en el mismo y otra dependiente de ésta en Calama, días después el 06 de Enero, esta vez en Calama expide otro decreto referido a las postas y vías de comunicación, revelando un genuino interés por integrar efectivamente el espacio y sus habitantes.
Los atacameños haciendo uso de una antigua técnica de sobrevivencia cultural, se convierten en los amos de los caminos. Con el arrieraje, no sólo se potencia a la zona como forrajera, incentivada además por la fertilidad de las tierras gracias a la presencia de aguas que posibilitan en gran medida los cultivos de la alfalfa y el maíz, sino integrando a las comunidades a las actividades del sector terciario de la economía, basado en los servicios y el comercio, otorgándole la parsimonia que aún prevalece, “adormeciéndolas” en el aspecto político-social, por cuanto las autoridades locales siguen el modelo que es instaurado desde la capital, creando y manteniendo una activa neo-burguesía que surgiría gracias al auspicioso mercantilismo.
La presencia en Calama y San Pedro de antiguos grupos de poder con vínculos en Argentina y Bolivia, dan a la zona la visión de una gran Hacienda, que sustituye a la Encomienda propia de los primeros momentos de la Colonia. En rigor, la hacienda como tal comienza en esta época constituyéndose en el motor que caracterizará la vida social atacameña hasta bien adentrado el siglo XX, fecha en que el campesinado se transforma en un proletariado dependiente, gracias a la Industria del salitre y el cobre.
El Departamento o provincia del Litoral, que naturalmente encabezaba Cobija, y que abarcaba todo el distrito de Atacama, dividido en los cantones de Toconao, Susques, Chiu-Chiu, Calama, Antofagasta de la Sierra, Incahuasi y Santa Bárbara, comenzó un activo poblamiento dirigido por las políticas de las autoridades centrales.

En la visita que el geólogo francés Alcide Dessalines d’Orbigny, realizó en 1829 a Cobija la describe como pobre y miserable con entre cincuenta y cien personas, más tarde en 1846 la población alcanzaba a 500 personas y el Departamento a no más de 4.520. En el año 1855 la población había aumentado a 5.273 almas, todo ello explica porqué con fecha 17 de Julio de 1839 es autorizado el ejecutivo a invertir anualmente treinta mil pesos del erario nacional en reparar los edificios del puerto, la construcción de un muelle, la recomposición de las aguadas, el arreglo de postas y la construcción de un faro, ordenándose también la fortificación del puerto.


El 15 de octubre de 1840 otro decreto ordena darle privilegios a los buques de Guillermo Wheelwright que comunicaban Europa y el Pacífico, estableciendo depósitos de carbón, entre otras granjerías, sin cobrarle derechos de ninguna índole. El 28 de diciembre del mismo año, el Gobierno nombra como inspector de caminos, postas y arrías al Sargento Mayor del ejército al señor Gregorio Michel, con residencia permanente en Calama, con el encargo de que los arrieros cumplan con los contratos, recorriendo cada tres meses las postas desde Colupo, cerca de la costa, hasta los confines de la provincia de Lípez con la de Porco, en plena Cordillera de Los Andes. La función primordial era mantener regado el oasis de Calama y darle prosperidad a la población, adjudicando terrenos baldíos a quien quisiera construir.
Ya en el año 1844, con un decreto del 04 de noviembre, el supremo gobierno solicita propuestas para el establecimiento de un servicio de carretas para el transporte de mercancías entre Cobija y La Paz.

Los hechos reseñados no hacen otra cosa que enfatizar el activo comercio y servicios que se originó en aquel tiempo, teniendo como centro el desarrollo de la nación y naturalmente de los habitantes del Distrito de Atacama.


Es significativo que, Calama se transformara en un punto nodal de comercio entre Cobija y el interior boliviano y entre ésta y los pueblos de las provincias de Salta que importaban sus productos, siguiendo la ruta de San Pedro de Atacama. No es casualidad que en el año 1870 sea nombrado como cónsul de Chile en la ciudad de Calama el señor Fabián Martínez, prueba de que la zona participaba de un activo comercio, integrando efectivamente a las poblaciones locales que poblaban el territorio.
El activo mercantilismo que se generó en esta etapa, permitió no sólo el desarrollo de la zona altiplánica con el consiguiente impacto en la comunidades locales, sino también de todo el rico sector del noroeste argentino que enviaba sus excedentes hacia Atacama y el litoral del Pacífico. De esta forma productos como el ganado, charqui, queso, harinas, jabón, sebo y aparejos llegaban desde allá, partiendo de vuelta pieles de chinchilla, cueros de vicuña, alumbre, charquecillo y coca obtenida en Calama, los que contaban con la activa participación de los “baquianos” de este lado de la Cordillera. A la vez el comercio se vio activado por gran cantidad de mercancías que llegaban desde Valparaíso, vía Cobija, gracias al concurso del activo arrieraje que involucró a campesinos de uno y otro lado de los Andes. Es interesante resaltar que las mercancías llegaban en asnos desde Cobija y desde San Pedro se dirigían en mulas hasta Salta y Jujuy, por la mayor resistencia de éstas últimas a las alturas y la no menos importante oferta desde Salta donde existían enormes extensiones de crianza y engorde, con lo que el valor era inmensamente favorable a aquellas que llegaba desde Bolivia y Perú. No es de extrañar entonces que Rodulfo Philippi en su libro “Viaje al desierto de Atacama” crea que a lo menos una tercera parte de los habitantes de la zona sean arrieros. También contribuye a esto las enormes reservas de alfalfa de los oasis de la ruta hacia Cobija, léase Calama, San Pedro y Chiu Chiu entre otras.


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