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Nuevo Testamento evangelio de san mateo


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La promesa de Abraham


13Pues a Abraham y a su posteridad no le vino por la Ley la promesa del que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe. 14Pues si los hijos de la Ley son los herederos, quedó anulada la fe y abrogada la promesa; 15porque la Ley trae consigo la ira, ya que donde no hay ley no hay transgresión. 16Por consiguiente, la promesa viene de la fe, para que en virtud de la gracia sea firme la promesa hecha a toda la descendencia, no sólo a los hijos de la Ley, sino a los hijos de la fe de Abraham, padre de todos nosotros, 17según está escrito: «Te he puesto por padre de muchas naciones», ante aquel en quien creyó, Dios, que da vida a los muertos y llama a lo que es lo mismo que a lo que no es.

18Abraham, contra toda esperanza, creyó que había de ser padre de muchas naciones, según el dicho: «Así será tu descendencia», 19y no flaqueó en la fe al considerar su cuerpo sin vigor, pues era casi centenario y estaba ya amortiguado el seno de Sara; 20sino que ante la promesa de Dios no vaciló, dejándose llevar de la incredulidad, antes, fortalecido por la fe, dio gloria a Dios, 21convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo que había prometido; 22y por esto le fue computado a justicia. 23Y no sólo por él está escrito que le fue computado, 24sino también por nosotros, a quienes debe computarse; a los que creernos en el que resucitó de entre los muertos, nuestro Señor Jesús, 25que fue entregado por nuestros pecados y resucitado para nuestra justificación.

La justificación, prenda de la salud eterna


5 1Justificados, pues, por la fe, tenemos paz con Dios por mediación de nuestro Señor Jesucristo, 2por quien en virtud de la fe hemos obtenido también el acceso a esta gracia en que nos mantenemos y nos gloriamos, en la esperanza y la gloria de Dios. 3Y no sólo esto, sino que nos gloriamos hasta en las tribulaciones, sabedores de que la tribulación produce la paciencia; 4la paciencia, una virtud probada, y la virtud probada, la esperanza. 5Y la esperanza no quedará confundida, pues el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado. 6Porque cuando todavía éramos débiles, Cristo, a su tiempo, murió por los impíos. 7En verdad, apenas habrá quien muera por un justo; sin embargo, pudiera ser que muriera alguno por uno bueno, 8pero Dios probó su amor hacia nosotros en que, siendo pecadores, murió Cristo por nosotros. 9Con mayor razón, pues, justificados ahora por su sangre, seremos por El salvos de la ira; 10porque si, siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, reconciliados ya, seremos salvos en su vida. 11Y no sólo reconciliados, sino que nos gloriamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, por quien recibimos ahora la reconciliación.

La obra de Adán y la de Jesucristo


12Así, pues, como por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos habían pecado... 13Porque hasta la Ley había pecado en el mundo, pero como no existía la Ley, el pecado, no existiendo la Ley, no era imputado. 14Pero la muerte reinó desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no habían pecado, como pecó Adán, que es tipo del que habla de venir. 15Mas no es el don como fue la transgresión. Pues si por la transgresión de uno solo mueren muchos, mucho más la gracia de Dios y el don gratuito consistente en la gracia de un solo hombre, Jesucristo, se difundirá copiosamente sobre muchos. 16Y no fue el don lo que fue la obra de un solo pecador, pues por el pecado de uno solo vino el juicio para condenación, mas el don, después de muchas transgresiones, acabó en la justificación.

17Si, pues, por la transgresión de uno solo, esto es, por obra de uno solo, reinó la muerte, mucho más los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia reinarán en la vida por obra de uno solo, Jesucristo. 18Por consiguiente, como por la transgresión de uno solo llegó la condenación a todos, así también por la justicia de uno solo llega a todos la justificación de la vida. 19Pues como por la desobediencia de uno muchos fueron los pecadores, así también por la obediencia de uno muchos serán hechos justos. 20Se introdujo la Ley para que abundase el pecado; pero donde abundó el pecado sobreabundó la gracia, 21para que, como reinó el pecado por la muerte, así también reine la gracia por la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor.

El cristiano unido a Cristo por el bautismo


6 1¿Qué diremos, pues? ¿Permaneceremos en el pecado para que abunde la gracia? 2Lejos de eso. Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo vivir todavía en él? 3¿O ignoráis que cuantos hemos sido bautizados en Cristo Jesús fuimos bautizados para participar en su muerte? 4Con El hemos sido sepultados por el bautismo para participar en su muerte, para que como El resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. 5Porque, si hemos sido injertados en El por la semejanza de su muerte también lo seremos por la de su resurrección. 6Pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado para que fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no sirvamos al pecado. 7En efecto, el que muere queda absuelto de su pecado. 8Si hemos muerto con Cristo, también viviremos con El: 9pues sabemos que Cristo, resucitado de entre los muertos, ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre El. 10Porque muriendo, murió al pecado una vez para siempre; pero viviendo, vive para Dios. 11Así, pues, haced cuenta de que estáis muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús.

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