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Autonomía integradora y transformación social: el desafíO Ético emancipatorio


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Participación, entendida no en sentido estrecho, solo como participación política, sino en su sentido más general, por lo que se coloca en primer lugar la participación en la vida social y económica a través del estudio y el trabajo. En este análi­sis se considerará la participación como el acceso y la presencia real de los individuos y los grupos en las instituciones y organizacio­nes económicas, sociales y políticas de la nación y la posibilidad de intervenir en las decisiones que le conciernen no solo como beneficiarios sino también como formuladores de estas decisiones.

  • Cohesión Nacional, entendida como el sistema de valores y normas compartidas por los distintos grupos sociales que se configura y modifica en el propio proceso participativo”.

    29 “Personalidad autoritaria, el hombre de orden exige a los demás. Con respecto a sí mismo, la actitud de sumisión que él mantiene respecto a sus superiores. El autoritarismo es solidario del servilismo…..El hombre de orden necesita reglas claras y precisas que orienten su conducta, verdades definitivas que alimenten sus convicciones, instituciones sólidas que encuadren su vida….El cuestionamiento del orden establecido, sobre todo si es revolucionario, se le presenta como una empresa de subversión….Esto provoca en él un sentimiento de ansiedad, a veces de angustia: lo presiente como una amenaza a sus seguridades. Se defiende de ello proclamando su fidelidad a la autoridad y a la verdad. Al desconfiar de su propio pensamiento, busca su apoyo externo…Sus ideas serán, pues, las ideas dominantes de su época o de su sociedad. El autoritarismo es indisociable del conservadurismo”. (ibídem)


    30 Fernando Martínez Heredia (1999, pág. 83) se ha referido, en esta misma dirección, a la categoría pueblo, “para denotar la existencia de un gran grupo humano que existe en una sociedad dada, en unas condiciones históricamente determinadas, caracterizado por ser capaz de identificar las condiciones de dominación y de vida material y espiritual en que vive como las suyas propias, frente a las que tienen otros grupos humanos de esa sociedad, a los que caracteriza como opresores o dominantes, independientemente de las diferencias que existan al interior del grupo social pueblo”. El aclara, además que existe un dinamismo; el pueblo no está dado de una vez y para siempre (Ibídem). Precisamente, este dinamismo y recomposición posibles en esta categoría, nos parece algo sujeto a juicios diversos y puede constituir el centro de una polémica sobre los sujetos sociales en un momento social determinado.
    31 En el caso de la psicología humanista diversos autores se han referido a estas necesidades de autonomía y autorrealización como constitutivas de altos niveles del desarrollo humano –Rogers, Maslow, Obujowsky, Fromm, Rollo May y otros-.
    32 La dirección del país está propiciando un espacio de debate y realizaciones a través del Ministerio de Cultura, la UNEAC y otras instituciones sociales y culturales, y por la vía de los medios de comunicación social, que amplía la posibilidad, para todos, de adquisición de más información y conocimientos, de ampliación del disfrute y realización en el campo de lo artístico y en el ámbito de las realizaciones culturales. Esta vía, debería complementarse con la segunda vía propuesta para lograr una efectividad real.
    33 El culto a la dignidad plena del hombre y al sentido de identidad nacional y cultural patrióticos, como reclamaba nuestro José Martí, constituyen el aliento central de esta intención. Junto a los valores universales, aquellos procedentes de nuestra mejor tradición nacional, que enaltecen la dignidad humana o referidos a la solidaridad y a la justicia social o al examen reflexivo a que nos invitara Félix Varela, conforman el marco conceptual de una ética para la práctica social transformadora.

    34 El autor señala, al respecto, la importancia de la representatividad en el proceso democrático que, sin embargo, en el socialismo debe distinguirse por la acción participativa. También Juan Valdés Paz destaca la importancia del tema de la representatividad en la democracia participativa socialista como una cuestión esencial vinculada a las posibilidades de gestión de todo el proceso democrático, sin obviar la importancia de la democracia directa y sus formas de ejercicio (2002).


    35 Hay que considerar, no obstante, y de acuerdo con Laurent Lemarchand (2002, pág. 96), que “:La emancipación humana es un proceso real y no una simple categoría de pensamiento…sometida a evolución y se relaciona con la contradicción y la dialéctica. Es un fenómeno histórico y no una variante ideal, lo cual es fácilmente concebible: aspiraciones a la libertad, a la dignidad, las condiciones de vida apreciadas o reivindicadas, así también como las condiciones de desarrollo del hombre…”
    36 Por tanto involucra la esfera económica, en el sentido del mercado deseable y la concurrencia de los actores, plantea el problema de los límites y conveniencias de la pequeña propiedad privada, la mixta y otras, de los propios ciudadanos, no sólo de extranjeros, así como los tipos de participación en la construcción social desde la base comunitaria e y organizacional.
    37 Marc Navarro propone las características y prerrogativas que abarcarían su concepto de autonomía del gobierno local, lo que resulta muy interesante, pero que no exponemos aquí debido al carácter específico del tema, que desborda el alcance de nuestro trabajo.
    38 Esto plantea también la necesidad de pensar en formas horizontales de articulación de los movimientos y fuerzas sociales, lo que además no tiene por qué oponerse a la organización central de algunas instituciones de carácter nacional, etc. (Memorias Tercer Taller Paradigmas Emancipatorios- CIE, 1999)

    39 Al respecto cirta los trabajos de Norbert Lechner (1981, 1984) de FLACSO y Gino Germani, (1985) de FLACSO, entre otros.
    40 En el trabajo citado se pasa revista a definiciones claves de un conjunto de términos básicos sobre el campo de investigación, tales como:

    • Comunidad, Trabajo Comunitario y Desarrollo Comunitario

    • Participación

    • Escala Local y Desarrollo Local

    • Descentralización

    De manera que sólo nos remitiremos a algunos de ellos, tal vez puntualizando algún matiz en ciertos momentos, para evitar reiteraciones.
    41 Ver: O. Donney´s, P. Marín, Y. Rivera (citados en Guzón, Ada y otros, 2002).
    42 No obstante que, en su trabajo, ellos se refieren después a las políticas culturales en cu campo de acción concreto del sector de la cultura, ,más que a las políticas generales, aunque conservando su dimensión universalizadora en la sociedad.

    Rafael Hernández (1999), en sus trabajos recogidos en el libro Mirar a Cuba, recoge diversas facetas de las importantes y complejas interrelaciones entre cultura, política, ideología y sociedad – cuestión que no podemos tratar extensamente en los límites de nuestro trabajo- desde el fondo interpretativo de los procesos actuales en la sociedad cubana y en el ámbito internacional.


    43 El aborda el concepto de cultura como “los múltiples modos en que los seres humanos se organizan y relacionan socialmente entre sí para asumir ese proceso civilizatorio ( o modo específico de relacionamiento de una sociedad consigo misma y su entorno mediante el empleo de un sistema tecnológico cuyo uso tiende a impactar todas las esferas de la actividad social…” (ibídem pág. 27)
    44 “La construcción de universales pluralistas supone la unidad de lo diverso, no como externalidad, objetividad constatable, sino como posibilidad de aprehensión de los sistemas sociales y de acción. Supone también que la capacidad transformativa de los sujetos sociales no tiene que inevitablemente circunscribirse a su cotidianidad inmediata local, sino que puede desbordarla y conectarse con la del sujeto-otro, reconociéndolo legítimo en su otredad”. (ibídem)
    45 Nuestra experiencia más cercana es la del Proyecto Nuevo Horizonte, del barrio La Timba, en la que la formación del GGC persiguió el objetivo de “ reunir a los representantes de las organizaciones barriales (organizaciones de masas y políticas del barrio), líderes informales de la comunidad y entidades involucradas en el proceso de los que el delegado de circunscripción se convertía en el coordinador de ese grupo),…para identificar los problemas…. e intervenir activamente en la programación de actividades, en la aplicación de las decisiones adoptadas y en la evaluación de los resultados”. (Martínez Elena y otros, 2000, 2001).

    Si bien esa es una forma de constitución del GGC que se encuentra en proceso de experimentación; otras operan al nivel de actores municipales, etc.


    46 Los Talleres de transformación integral se han constituído por iniciativa del Grupo para el Desarrollo integral de la Capital y se han extendido a numerosos barrios de la capital y del país.
    47 La Ley 91 de los Consejos Populares, (aprobada a fines del año 2000 por la Asamblea Nacional del Poder Popular) en su capítulo VI, le confiere al Consejo Popular facultades de coordinación e integración de los delegados, las organizaciones de masas, instituciones, entidades y vecinos en general para identificar los problemas y necesidades, organizar y promover su solución, evaluación y control mediante métodos participativos de trabajo.

    Sin embargo, el cómo articular de manera coherente los diferentes factores existentes en función de dinamizar las potencialidades de la comunidad, encaminada al logro progresivo de su autogobierno, es uno de los problemas cardinales del trabajo comunitario, identificado por la Comisión Técnica de Ministerial para el Trabajo Comunitario integrado (CMTCI,1996).


    48 Al respecto, en consideración de representantes de las Asambleas Provinciales del Poder Popular, se ha expresado que “la verticalidad no se expresa tanto en normas o procedimientos como en métodos y estilos de trabajo” (Informe de relatoria del Taller Nacional de Trabajo comunitario integrado, 1998- citado por Guzón, Ada y otros, 2002).
    49 La dimensión Propositiva, en efecto, podría considerarse en nuestra opinión, como un componente de la dimensión del Saber; sin embargo, el Saber como Conocimiento (sistematizado o espontáneo) o como el “darse cuenta” de los procesos y del comportamiento, como “toma de conciencia”, requeriría del mayor énfasis en el tema de la conciencia autorreflexiva, intencional, propositiva, (como una modalidad o nivel de la conciencia reflexiva, como autoconciencia) que alude a la capacidad de anticipación e imaginación, a la creatividad, a la formación de ideales, proyectos, etc. y al ejercicio –dentro de las facultades y posibilidades contextuales y de las elaboraciones inconscientes, tácitas y reflexivas- de la elección, la toma de decisiones y de la autonomía.
    50 “En todos esos casos de integración de componentes primarios a patrones más complejos de comportamiento, se presentan efectos que llamaremos ‘efectos-contextualizadores-de-sentido-contrario´: efectos que “restringen” o “constriñen” los comportamientos que presentaban (o podían, en principio, presentar) los componentes primarios con anterioridad a su integración (de modo que algunos de esos comportamientos previos ya no serán factibles después de la integración de esos componentes primarios al patrón de que se trate) y al mismo tiempo, efectos que “posibilitan” o “habilitan” nuevos comportamientos de esos componentes, pero ya con posterioridad a su integración al patrón dado y que antes de ella no eran factibles. Son, por ende, “restricciones-posibilitadoras” o “constreñimientos-habilitantes” que se erigen, entonces, en contextualizadores (apartir de ese momento de integración de componentes primarios a un orden de prácticas sociales colectivas más complejo) de sus comportamientos subsiguientes.” (Sotolongo, P.L., citado)
    51 Al respecto, Sotolongo plantea también que: “Con todo, la sinergia social -esos comportamientos colectivos característicos de los diferentes miembros individuales de una u otra sociedad (o de comportamientos colectivos que involucran a varios – o a grupos enteros- de patrones de interacción social), a partir de los cuáles emergen ordenamientos sociales sistémicos superiores- no es, ni puede ser, perfecta y acabada. Esos miembros individuales –los hombres y mujeres concretos y reales que la habitan- a pesar de integrarse a patrones de interacción social (sea a uno sólo o a varios, como realmente siempre resulta ser el caso real) que les permiten anticipar condiciones de su obrar y esperar resultados apetecidos de ese obrar, no pueden nunca ni anticipar todas las condiciones de sus diferentes tipos de acciones, ni esperar siempre los resultados apetecidos de las mismas”. (Ibídem)
    52 Muchos trabajos sobre Educación popular lo refieren, el interesante trabajo sobre el tema de Cecilia Linares (1993) que aborda diferentes posiciones y dimensiones de la participación, o el ya mencionado de Juan Valdés Paz (2002) sobre participación política, así como el manejo, por distintos autores e instituciones, de nociones de participación ubicadas dentro de posiciones instrumentalistas y desarrollistas.
    53 Vale la pena, al respecto, referir la denominada escalera de la participación” (Geilfus , F., s/f):

    Se trata de un continuo de expresiones que van desde el grado ínfimo de participación a su más alto nivel de desarrollo: Pasividad, Suministro de la información, Participación por consulta, Participación por incentivo, Participación funcional, Participación interactiva (en la que los grupos locales organizados participan en la formulación, implementación y evaluación del proyecto; esto implica procesos de enseñanza-aprendizaje sistemáticos y estructurados, y la toma de control en forma progresiva del proyecto) y Auto-desarrollo (en la que los grupos locales organizados toman iniciativas sin esperar intervenciones externas; las intervenciones se hacen en forma de asesorías y como socios); (citado por Guzón A. y otros, 2003).


    54 Una reflexión sobre Cuba en el período revolucionario, sus formas de participación popular y su relación con el Poder Popular, a la luz de las experiencias históricas y elaboraciones teóricas: Lenin, Rosa Luxemburgo, Gramsci, Freire, etc. y desde las aportaciones del paradigma de complejidad, podría revelar nuevos caminos de ampliación y profundización de la democracia popular a partir del ejercicio de poder real de los actores sociales.
    55 Este es otro de los asuntos que está a debate y que requeriría articularse con los temas que abordamos en este trabajo. Por su importancia recomendaríamos la obra de Jorge Luis Acanda: Sociedad civil y Hegemonía (2002b), en la que recorre los orígenes del concepto en el liberalismo, sus interpretaciones a la lux del marxismo y en la perspectiva gramsciana más especialmente, así como el enjundioso debate nacional al respecto en los últimos años, entre cuyos participantes Rafael Hernández (1999), Aurelio Alonso (1996), entre otros, han contribuído decisivamente a la recuperación del concepto desde su contenido liberador y socialista.

    Unas breves referencias, sin embargo, podrían ser importantes: “En el discurso político de la derecha internacional, sociedad civil es un término asociado a las políticas neoliberales, a la negación de las funciones económicas y redistributivas del Estado, y ala lucha contra el socialismo” (Acanda J.L., 2002b, pág. 318), mientras que, con un enfoque diferente, el autor le concede una importancia a la categoría, tanto como instrumento de la reflexión, como de proyección de líneas de acción, con vistas a la promoción de una sociedad desenajenante, de suma importancia para el desarrollo del socialismo (pág. 330 y siguientes).

    56 Coincido con Juan Valdés Paz (2002), quién señala que: “La Revolución Cubana logró crear un conjunto de instituciones y procedimientos participativos que han dado a su población un nivel de participación y protagonismo político inédito en su historia y ausente en cualquiera de las sociedades contemporáneas. Sin embargo, diversas constricciones a su desarrollo y restricciones a su ejercicio, han hecho que el potencial participativo acumulado en el sistema político se halle subutilizado. Igualmente, que los diversos momentos del proceso presente un desarrollo desigual y azaroso”.

    57 No obstante, queda claro que con el aislamiento internacional, los bloqueos y otras medidas de carácter económico de las instituciones internacionales y de los gobiernos de E. U., se ha forzado al país a una cierta economía de guerra (más fuerte en el período especial) en la que la distribución de los recursos, con una cierta salvaguarda para sectores de la población y actividades de primera necesidad, de alguna manera ha propiciado este excesivo centralismo que, más allá de lo económico trasciende a todos los planos de la vida social.

    58 En el caso cubano, al protagonismo e iniciativa de la dirección del país en los primeros años, se articuló un proceso participativo de dimensión extraordinaria. Como dice Fernando Martínez (1999, pág. 84): “Las iniciativas de los individuos encontraron marco adecuado y estímulos sostenidos en esa etapa…La significación y los papeles de la organización social respecto a las personas aumentaron y se modificaron mucho, se multiplicaron sus canales, sus formas y el número de personas que se involucraban efectivamente. La imagen de la organización social cambió radicalmente y se prestigió en grado sumo. ….Más que de un consenso con el poder, estamos ante un poder que actuó en beneficio del pueblo con gran participación popular…… Las formas organizadas fueron penetrando el espacio y el tiempo de las gentes, envolviendo su actividad y creando otras nuevas”.

    Es en este punto donde, a mi juicio, los efectos integradores positivos y la emergencia de múltiples formas de empoderamiento popular en el nuevo proceso revolucionario, pueden haber devenido en autolimitaciones de sentido inverso con un proceso de institucionalización que puede parecer excesivamente centralizado en diferentes campos de la vida social.



    59 Término en que hemos coincidido el colega Jorge Luis Acanda y yo, tal vez con distinción de matices, para describir ciertos procesos de la subjetividad social.
    60 Alain Bihr, citado por Jacques Texier (2002, pág 92) ha definido estos estados como consecuencia de una Crisis de sentido : “la incapacidad, propia de las sociedades contemporáneas, de elaborar y proponer o imponer a sus miembros (individuos o grupos) un sistema de referentes (ideas, normas, valores,ideales) que le permitirían dar un sentido estable y coherente a su existencia: construir su identidad, comunicar con los otros, participar en la producción, real o imaginaria, del mundo, de manera que se convierta en un mundo vivible y habitable…lo que les falta es un orden simbólico capaz de estructurar y unificar los fragmentos dispersos, por lo que se ha hecho muy problemático para sus miembros dar una coherencia afectiva, imaginaria o intelectual a su experiencia en el mundo”.
    61 Véase si no, la extendida red de mercadeo ilegal subterráneo de la que participan amplios sectores de la población, atenazados por los costos de la vida actuales, unos, o medrando a costa de ello, otros. De manera que se constituye en una práctica social acendrada, con resistencias muy fuerte a su contención.


    62 En nuestro país, la atención explícita y real de un sinnúmero de necesidades sociales, desde la salud, la educación, la seguridad social, la atención en situaciones de catástrofes, etc., constituyen elementos fundantes del programa social revolucionario.


    63 Posiblemente habría que enmarcar en un diapasón muy amplio de formas de manifestación de los casos concretos, como el nuestro, en que nivel del paradigma centralista se ubicaría.

    64 Donde quiera que se produjeron acomodaciones a las necesidades y demandas del mundo contemporáneo (perestroikas, introducción de conceptos de libre mercado, socialismos de rostro humano, etc.), el socialismo cedió a los atractores que encauzaron a los países de la órbita soviética hacia una trayectoria más o menos capitalista. Otros experimentos, como el denominado “socialismo de mercado” asiático, al parecer exitoso, levanta las sospechas de que tras un impetuoso auge económico, se pudiera estar gestando una radical erosión del socialismo desde dentro de sus estructuras de reproducción económica-social, lo que pudiera llevar hacia un tránsito más o menos automático hacia un orden de tipo capitalista.

    En esas condiciones, el socialismo asiático ha logrado mantener instituciones cohesivas estatales-partidarias que aún mantienen un control de las políticas y sus fines, así como un marco ideológico cohesivo (amén de sus posibles efectos totalizantes excesivos), factores de importancia que no podemos analizar en el marco de este trabajo.


    65 Valdés Paz precisa al respecto: “La legitimidad es el atributo que una parte relevante de la población políticamente activa le reconoce al sistema político mediante un cierto grado de consenso acerca de las reglas constitutivas del sistema, del régimen que de ellos se deriva, y de su capacidad para satisfacer las expectativas, representar los intereses y realizar su propuesta de sociedad. Esta legitimidad se refiere tanto a los componentes institucionales del sistema como a los sujetos y actores que lo integran” (pág. 105).
    66 En el caso cubano, Valdés Paz (citado, pág. 111), ha señalado que “la imprecisión en los límites que se han dado en el sistema político respecto a otros sistemas, su concentración de poderes y su carácter irrestrictamente dominante en el marco de la sociedad de transición, propende a favorecer un régimen en el cual los distintos sistemas –el jurídico, el económico, el cultural, etc.- quedan subordinados con fuerza al sistema político y afectados en su autonomía relativa. Esto se expresa de común, en la suplantación de funciones de estos sistemas por el sistema político…o por la alineación del comportamiento de los sistemas…a políticas originadas en el sistema político”.

    También Fernando Martínez (1999, pág. 84, 85) se ha referido a que, en el caso de la Revolución en sus primeros años, el principio básico de legitimización consistía en que ésta era considerada la fuente de derecho, a partir de sus intenciones y su obra a favor de las necesidades de las mayorías populares.



    67 No obstante, de alguna manera contrapone esta categoría de participación popular con la de sociedad civil, porque la considera agotada por ser “demasiado instrumental, tendenciosa y científicamente limitada (ibídem), lo cuál presenta otro punto de enfoque para la continuación del debate sobre que espacios e instituciones sociales y cómo, actuarían en el proyecto socialista.
    68 Esto no significa, necesariamente, que se deslegitime la acción de las organizaciones del Estado y Partido, en su acción social orientadora-globalizadota, ni que el papel relevante de los liderazgos deje de ocupar un espacio importante en la dirección de la política del país, sino más bien, encontrar cauces de sus complementos populares necesarios.
    69 Esa distinción le parece básica por la forma en que ese proyecto se materializó en la historia concreta del socialismo soviético: “en sociedades estatistas, centralistas y burocráticas donde el pueblo dejó de ser el protagonista y los órganos de participación popular fueron transformándose en entidades puramente formales, y donde el Partido se transformó en la autoridad absoluta, en el único depositario de la verdad, eliminándose el debate y el intercambio de ideas, y considerándose diversionista cualquier crítica a una política en curso. En esas sociedades, el Partido terminó por controlar todas las actividades económicas, políticas y culturales y, poco a poco, el gobierno democrático de los soviets (en el caso de la URSS), fue derivando hacia una dictadura del Partido, responsable de verdaderas involuciones históricas…..” (ibídem).
    70 Fernando Martínez (1999 b, pág. 99) ha señalado la importancia del debate filosófico fundamental en nuestro medio, al analizar el complejo período posterior a 1971: “lo que sobrevino fue el empobrecimiento y la dogmatización del pensamiento filosófico y las ciencias sociales en Cuba. Una filosofía seca y estéril que repetía y obligaba a repetir fórmulas abstractas, supuestas gobernadoras del mundo…se alimentó una ideología y un campo teórico que, en nombre de la protección del marxismo-leninismo, secó el entusiasmo popular por la filosofía del marxismo….se fueron creando las bases para una situación muy grave, que no ha sido remontada…”. En efecto, soy de la opinión de que, a pesar de las novedades en el curso de la aplicación del modelo socialista cubano (en permanente cambio y reconstrucción dentro de ciertos límites) y las soluciones creadoras de sus líderes y de las masas populares frente a todo tipo de obstáculos y restricciones, no pueden obviarse las huellas visibles de ese período en las concepciones ideológicas cubanas. Por lo que el debate del modelo resulta imprescindible, en lo teórico y en su práctica social. No obstante, algunos espacios de debate esencial han existido en diversas oportunidades (ejemplo, asambleas obreras previas al V Congreso del PCC y otras), además de que un incipiente debate académico sobre cuestiones teóricas y prácticas de la construcción del socialismo muestra señas de activación.
    71 La propia Marta Harnecker (ibídem) ha descrito las secuelas del modelo político y económico neoliberal que, en el mejor de los casos, provoca una democracia desmovilizzadora y un ciudadano endeudado.
    72 En la construcción de las realidades posibles, siempre estará en juego el nivel de las presiones e intenciones de dominio de las potencias internacionales, pero también el peligro latente de su dimensionamiento excesivo como causa de limitaciones y restricciones internas.
    73 A esto se ha referido también Cecilia Linares (citada, pág. 21,) al plantear que “para hablar de participación, comprenderla y alcanzarla, hay también que poner los ojos en las estructuras de los sujetos individuales, en sus intervinculaciones naturales, en sus construcciones colectivas, forjadas por sus voluntades o sus presiones. Implica, además, entender el significado de tales construcciones, las cuales son espacios de unión, solidaridad y creatividad, pero también de tensiones, discordias, peleas y resentimientos”.
    74 Véase al respecto las aportaciones de la teoría de Grupos operativo: Pichon, Bauleo y otros.
    75 Sobre el término cercano de cultura política y participativa, consúltese a Rafael Hernández (1999) y a Cecilia Linares, (citada).
    76 Podríamos apoyar algunas de estas interrogantes en datos de investigaciones realizadas en el país (véase, entre ellas: D´Angelo O., 2001, 2002, contentivos de algunas referencias de ese tipo), pero rebasan las posibilidades de este trabajo.
    77 Estas interrogantes siempre corren el riesgo de ingenuidad o de utopismo, por desconocimiento de las situaciones de confrontación del mundo actual y del país, las políticas de bloqueo contra Cuba, etc. Frente a esos argumentos, en parte válidos, y los que presentarían todo el abanico de esfuerzos y logros de la política social cubana, en el intento de satisfacer unas u otras necesidades vitales -en distintos campos dela vida social: salud, educación, seguridad social y otros-, cabría mantener la interrogante acerca de las posibilidades de los espacios inexplorados (o de otros limitados por la tradición o los estilos autoritarios predominantes) que podrían, con la aportación de todos, trazar caminos de solución novedosa y abrir las energías positivas al desarrollo del país desde la creatividad de todos los sujetos sociales.
    78 Un tema de referencia inexcusable sería el del papel de los procesos de educación social en la transformación de la sociedad, conjuntamente con otros procesos de la dinámica social emergente que configuran, desde lo socioestructural y sus contradicciones objetivas y la acción de mecanismos superestructurales, lo que requeriría de otro espacio de elaboración adicional.
    79 Valdría la pena una aclaración al respecto: Las teorías del aprendizaje han estado en función de investigar los mecanismos y procesos mediante los cuáles se establecen nuevas estructuras mentales, ya sean de orden procesual cognitivo o de orden afectivo. Se aprende, entonces, cuando se logran conocimientos y cuando se estructuran en redes mentales de cierta manera. Una diferencia clásica es la de las teorías del desarrollo, con énfasis en la interacción socio-cultural, con respecto a las de maduración biológica de procesos, de origen piagetiano. Una consideración desde esos ángulos, por supuesto, es imprescindible. Cuando hablamos de aprendizaje desarrollador no obviamos la acción de estos procesos, pero nos proyectamos a su expresión en el marco social y de autorrealización individual-social en el que otras formaciones de valor e ideales y prácticas son requeridas.
    80 Es así que algunos autores que emplean estos conceptos los refieren, finalmente: “al aprendiz activo y creativo…a la construcción de sus sentidos personales…. a través del diálogo formador, promotor del intercambio crítico sobre la base del despliegue de las potencialidades de reflexión, innovación, y creatividad, de todos y cada uno de los miembros del grupo y del grupo en sí mismo….” (Rodríguez Mena M. García Montero I., Corral Roberto, 2003).
    81 Este tema lo he trabajado (en varias ponencias de eventos y artículos, en los últimos años) a partir de la necesidad de integración entre enfoques histórico-culturales, humanistas, crítico-reflexivos, de complejidad y otros. (D´Angelo, O., 2002 a, 2002b, 2003).
    82 Estos son algunos de los conceptos y enfoques que emplea nuestro Programa PRYCREA, como se explica en el último capítulo de este trabajo.
    83 Un tema de mucho interés al respecto lo constituye el de las características de la figura (función) de coordinación del proceso reflexivo-indagatorio en estas comunidades reflexivas. Se ha generalizado el concepto de facilitador (proveniente de las concepciones de dinámica grupal). Nosotros hemos aclarado diferencias sustanciales del facilitador de comunidades reflexivas, dado que él promueve activamente la reflexión crítica y no sólo es un moderador del grupo. (González América, 1995, 2003; D´Angelo O.,1996, 1998, 2001). No obstante, creo que la noción de facilitador reflexivo debe complementarse con la de coordinador de grupos, propia del psicoanálisis social, en tanto persona que propicia la interpretación, a partir de la observación de emergencias grupales. Tal vez el nuevo concepto debería enunciarse como el de la función de un “coordinador reflexivo”.
    84 Las concepciones y los programas de formación de la conciencia ética, elaborados por Angel Villarini, de amplia utilización en sectores educacionales de varios países caribeños, constituyen una fuente importante de inspiración y ubicación de nuestros enfoques en el campo de los valores y la formación ética.
    85 Se destacan, en este momento inicial, dos obras principales:

    -Desarrollo multilateral del potencial creador; y -Pensamiento reflexivo y Creatividad, ambas de América González (citada), autora original del Proyecto.


    86 Se pueden señalar aquí las obras siguientes:

    -Desarrollo personal y su dimensión ética; y – Desarrollo integral de los Proyectos de Vida en el ámbito educativo (citados), ambos de Ovidio D´Angelo, coautor del Proyecto.

    El equipo de PRYCREA produjo también resultados investigativos acerca de la relación entre los procesos psicológicos de motivación, pensamiento y creatividad ( A. González, O. D´Angelo y otros.- 1995), de aprendizaje y de autorregulación (Mario Rodríguez MENA e Ivett García Montero respectivamente, 1999).
    87 Los dos textos mencionados anteriormente de O. D´Angelo y el libro: Creatividad y Métodos de Indagación (última versión.-2003), de América González.
    88 Particularmente importantes y confluyentes resultaron aquí las elaboraciones del Programa de Desarrollo de Destrezas del Pensamiento, de Angel Villarini, el cuál comparte muchas de nuestras propias fuentes teóricas. A partir de las aportaciones señaladas y un intento sistematizador de las corrientes y programas internacionales sobre competencias, se produjo en el Proyecto la Tesis de Maestría de Julia Guach: Formación basada en competencias y sus implicaciones para el desarrollo del profesional reflexivo, que amplió la fundamentación de esta línea interpretativa en PRYCREA.
    89 Ver: O. D´Angelo (2000a, 2000b)
    90 Paralelamente a estos desarrollos coneptuales se venía realizando una producción metodológica, considerada como de los resultadosmás importantes de PRYCREA, que se materializan en los métodos transformativos originales que se recogen en las obras:

    -Creatividad y Métodos de Indagación; -Vías no convencionales para enseñar y aprender; -Métodos analógicos de aprendizaje; -Creatividad, Innovación y Problematización y en otros trabajos, todos de la autora: América González.

    (El equipo de PRYCREA también abordó la investigación de diferentes procesos de formación en los métodos PRYCREA en este período, recogidos en la Revista Crecemos 2000).
    91 Pueden consultarse los resultados del Proyecto Desarrollo Profesional Creador: 2000, 2001. CIPS, La Habana.
    92 Estas líneas de desarrollo, aunque concebidas y diseñadas con anterioridad, se hacen posible en su materialización a través del presente proyecto, en la Escuela primaria Gustavo Pozo, lo que constituye uno de los avances de esta etapa de PRYCREA.
    93 Ver: González Nidia y Aróstica Ramona, 2001; Matute A. Arturo y Guerra Mercedes, 2001; Informe de 1ra. Reunión de presidentes municipales del Poder Popular: El barrio, un problema de atención urgente, de Ulíses Rosales del Toro, 1995 e Informe de relatoría del Taller Nacional de Trabajo comunitario integrado, de las Asambleas Provinciales del Poder Popular, 21 marzo 1998 (ambos informes citados en Guzón Ada y otros, 2002, pág. 12 y 15).

    Muchas de estas cuestiones coinciden con la identificación de problemas de estilos y métodos de trabajo en el funcionamiento de las instituciones locales, por el Grupo Ministerial para el trabajo comunitario integrado (1996, 1997).


    94 Ver: González Nidia, 2001, Deriche Yamilé, 2001; Aróstica Ramona, 2001; Necesidades de capacitación de delegados de 3 municipios de Ciudad Habana (citados en: Guzón Ada y otros, 2002, pág. 19).
    95 Es preciso reconocer, explícitamente, diversas convergencias con autores citados a lo largo del trabajo sobre las soluciones posibles a la situación social actual cubana, proyectada desde las alternativas reconstructivas del modelo socialista. Particularmente, quisiéramos destacar la sintonía de nuestros enfoques con las soluciones propuestas por Mayra Espina (2002 c), en el sentido de propiciar: “las políticas económicas y sociales territoriales, centrándolas en la recuperación del trabajo (y contemplando)…. diversas formas de propiedad en la pequeña producción y los servicios locales (comunitaria, cooperativa urbana, propiedad mixta: estatal-cooperativa, estatal-comunitaria, estatal-individual, profesional),….. en un esquema de integración, complementación y competencia en la que todas las formas aporten directa o indirectamente a espacios mercantiles y de igualdad,….. como fuente de bienestar y de acceso a un consumo material y espiritual adecuado y en el desarrollo autotransformativo grupal y comunitario…(con las recomendaciones siguientes, entre otras):

    -La potenciación al máximo del desarrollo local endógeno y la construcción de fórmulas de enlace y transferencia a través de la identificación y creación de redes de relaciones sinérgicas interterritoriales que permitan corregir los desbalances que no pueden ser solucionados localmente.

    -El carácter participativo y autotransformativo de las acciones de desarrollo local, partiendo de un enfoque de agentes sociales, es decir, de identificar aquellos grupos y sectores sociales que se configuran dentro de un territorio concreto y que tienen una capacidad para actuar proactivamente para modificar las condiciones de su existencia y reracionamiento.

    -El trazado de estrategias centradas en la sustentabilidad de los procesos de cambio, … instalación de una capacidad perdurable de autogestión y autoorganización participativa de las sociedades locales.

    De igual manera, las propuestas de Juan Valdés Paz (1996, citado, pág. 115, 116), en el sentido de las transformaciones necesarias en el espacio de lo político: “incremento de su legitimidad –principalmente en su descentralización y mayor democraticidad-…límites más precisos del sistema en beneficio de la máxima autonomía de los demás sistemas….amplio desarrollo de las organizaciones sociales de todo tipo…diversificación de los sujetos y actores sociales, principalmente, en los grupos de base,…entre otras referidas”.
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