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LENGUA Y CULTURA

LA CLASIFICACION BOTANICA TOTONACA 1

Elizabeth Escalona Gutiérrez

La idea de hacer una clasificación de términos botánicos, desde el léxico del grupo estudiado, surgió en el año del 2003, durante un largo período de trabajo de campo enfocado en la documentación del totonaco de Patla y de Chicontla. Esta variante dialectal, a diferencia de otras, no ha sido lo suficientemente documentada. Su registro se ha vuelto un imperativo, ya que se encuentra en pleno proceso de sustitución y pérdida a favor del español. En el 2003, pocos jóvenes hablan la lengua y son menos aún los que conocen los nombres de las plantas y sus usos. Por esto, consideré que era necesario emprender una acción inmediata y registrar toda esta invaluable información antes de que se pierda con los últimos hablantes de la lengua.


Con el apoyo del Laboratorio de Etnobotánica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, en especial del Biologo Javier Hernandez del Olmo, Zula y en general de todos los que forman parate de este equipo, el proyecto del registro de nombres y de ejemplares de flora tomó vida propia, mostrando toda la riqueza del tema y las distintas facetas culturales entretejidas en este campo de conocimiento.
La carrera de lingüística en la Escuela Nacional de Antropología e Historia se divide en cuatro áreas que comprenden el tronco lingüístico fundamental, el área de antropología, materias interdisciplinarias y seminarios y talleres. Es así que no sólo se cubren las bases teóricas y metodológicas de la disciplina, sino que también se profundiza en lo histórico, cultural y social, lo que permite una mayor perspectiva y entendimiento del fenómeno lingüístico. Es en este contexto en el que comenzó mi interés por las distintas lenguas y culturas indoamericanas. Tuve, de igual forma, la suerte de tener excelentes profesores que lograron transmitirme la pasión por el estudio y la investigación, el placer de salir al campo y convivir con las personas, dar cuenta de la riqueza lingüística del país y de conscientizarme de su pérdida y por tanto de la necesidad de su registro y descripción. A todos ellos gracias (especialmente al Profesor Leonardo Manrique Castañeda, q.d.e.p)
Capítulo III. La clasificación botánica totonaca

En un relato apenas novelado, E. Smith Bowen ha narrado amenamente su confusión cuando, desde su llegada a una tribu africana, quiso comenzar por aprender la lengua: a sus informantes les pareció lo más natural del mundo, en la etapa elemental de su enseñanza, reunir un gran número de especímenes botánicos que iban nombrando a medida que se los presentaban, pero que la investigadora era incapaz de identificar, no tanto por razón de su naturaleza exótica, como porque ella jamás se había interesado en las riquezas y la diversidad del mundo vegetal, en tanto que los indígenas daban por supuesta su curiosidad.

Claude Levi-Strauss.2
Introducción

En este tercer capítulo, se discuten las problemáticas que se presentaron durante el proceso de investigación, la metodología que se siguió para resolverlas y las técnicas empleadas para la obtención, análisis y clasificación de los términos botánicos totonacos. La clasificación que se basa en los lexemas que designan a “formas de vida” (como árbol, bejuco, flor, etc.), los clasificadores nominales y la función que cada planta cumple dentro del sistema sociocultural de estas comunidades, se presenta a manera de una taxonomía llamada de “forma y función”.


Esta clasificación botánica parte de una posición relativista y no de las posiciones universalistas de algunos autores que enfatizan un determinismo biológico y psicológico.3 Retomo los planteamientos originales de la etnociencia y afirmo que a través de la lengua es posible acceder a la visión del mundo de sus hablantes, al reconocer conceptos que de otra forma se perderían en una traducción que no profundizaría en la connotación. Todas las lenguas clasifican los objetos y fenómenos del mundo y considero que estas clasificaciones, además de responder a la necesidad de orden y almacenamiento de la información, están mediadas por la cultura y reflejan intereses humanos.4
Como aportaciones, esta investigación representa un intento de documentación de la lengua totonaca y del dominio del saber botánico. De acuerdo con esto, se presenta no sólo una taxonomía que muestra cómo los totonacos de Patla y Chicontla suelen clasificar los ejemplares botánicos, sino que también se incluye una nomenclatura con una breve descripción y comentarios sobre los usos dados a cada planta.
Toda esta información queda así registrada y puede de esta forma servir a otros investigadores, que desde otras perspectivas, nos ayudarían a entender la concepción que tuvieron y tienen los totonacos actuales de su mundo. Como nos dice López Austin “el uso de las fuentes etnográficas contemporáneas como auxiliares en la comprensión del pensamiento antiguo es indispensable donde las fuentes específicas, las que en forma estricta se refieren a la vida prehispánica, no son abundantes”.5 De igual forma, muchos de los datos podrían ser usados en estudios comparativos de otras disciplinas interesadas en Mesoamérica y en su saber herbolario y médico:
El centro fue, desde la época prehispánica, punto de fusión o encuentro: totonacos, mixtecos, zapotecos, purépechas o pueblos norteños. El desarrollo cultural hizo del Centro el punto vital o motor de otras zonas mesoamericanas, de ahí que arqueólogos, antropológos e historiadores empiezan a ver a Mesoamérica como una zona relativamente homogénea; entre los aspectos culturales más relevantes de las etnias mesoamericanas está su conocimiento herbolario. Muchas especies medicinales tenían usos similares entre los diferentes grupos indígenas mexicanos, y tanto en el pasado como en el presente observamos tal situación al comparar la flora medicinal del México Central.6


3.1 El proceso de investigación

Al ser una tesis de lingüística, entendida como una disciplina antropológica, busqué un tema que se relacionara con la lengua y la cultura, por lo que no sólo tuve que seguir la metodología lingüística sino que también tuve que recurrir a las técnicas y procedimientos etnográficos. Como Duranti plantea, la diferencia entre un antropólogo lingüista y un lingüista no es sólo salir al campo y vivir en la comunidad de la lengua estudiada puesto que ambos lo hacen; lo que los distingue es la integración de la etnografía con otros métodos para la documentación lingüística. Los antropólogos lingüistas “adoptan métodos etnográficos para centrarse en los distintos modos en que la comunicación lingüística se integra como parte de la cultura de los grupos que estudian”.7


La metodología etnográfica, además de la observación participante, las entrevistas formales e informales y la transcripción de grabaciones, involucró también la escritura de anotaciones analíticas y el registro de acontecimientos en un diario de campo. Durante mi estancia en Chicontla, comencé a hacer revisiones de los datos recogidos y a escribir borradores a partir de las ideas que la nueva información me daba. Estas revisiones se convirtieron en un proceso constante que, además de orientar la recogida de datos y la identificación de unidades analíticas, permitió la formulación de problemas concretos, de hipótesis y de estrategias de investigación adecuadas, de modo que “la organización y reorganización de la información permite al investigador reorganizar su tema de estudio, aislar y examinar sus partes y recombinar los hechos en nuevas categorías”.8

3.1.1 Problemáticas y soluciones

Aunque los informantes desde un principio y de manera espontánea clasificaban los términos durante las sesiones de trabajo, pasó algún tiempo antes de que dejara de luchar e intentara imponer técnicas y modelos teóricos que más que servir como recurso para dar sentido a la información que tenía, me forzaban a interpretarla según un molde preestablecido y llegar a conclusiones sin sentido. Cuando se encuentran distintas tradiciones o se intenta tomar una teoría o modelo como un instrumento para solucionar los problemas de investigación es normal que surjan tensiones teórico-metodológicas. Debido a la falta de concordancia en la articulación entre la teoría y la evidencia, modifiqué los esquemas operativos con los que me había conducido e intenté una vez más construyendo nuevas estrategias. Este nuevo proceso en el que “el investigador establece un diálogo entre diferentes puntos de vista o voces, entre otras, las de las personas que se estudian, la del etnógrafo y sus preferencias disciplinarias y teóricas”, abrió otras posibilidades, condujo a formular nuevas preguntas y respuestas hasta que lo que parecía un “sin sentido” comenzó a tomar coherencia.9


En un intento por suspender o apartarme temporalmente de mis propias creencias, perspectivas y predisposiciones, con el afán de no imponer visiones previas, evité excluir de la recolección y análisis de datos puntos de vista distintos a los míos. Mediante distintos recursos accedí a lo privado, a lo personal, a experiencias particulares de los distintos actores, para llegar a un acercamiento dialógico. De igual forma busqué resolver los problemas de validez y de confiabilidad por medio de un análisis detallado y profundo.
Los conceptos fueron examinados como evidencias del conocimiento, creencias y acciones localizadas dentro de estructuras analíticas más generales. Con el objetivo de dar cuenta de la organización y significación del universo estudiado se buscó encontrar la lógica interna de la realidad bajo análisis y no reducir los datos a variables, sino entenderlos como un todo integral. De igual forma, algunos de estos conceptos fueron identificados como categorías comunes a las usadas por otros investigadores.10

3.1.2 Metodología para la obtención del corpus

Para cerciorarme de la validez e imprimir rigor a la investigación, seguí una serie de pasos durante las sesiones de elicitación. Los criterios usados para considerar una entrada léxica válida consistieron en su verificación con un mínimo de tres hablantes tanto de Chicontla como de Patla, para encontrar no sólo palabras comunes sino variantes dialectales.11 Para su clasificación morfológica, se obtuvo la información necesaria para cada clase de palabra: siempre que fue posible se obtuvo el clasificador nominal y el plural de los nombres; para los verbos las marcas de persona, objeto, tiempo y un ejemplo pertinente; para los adjetivos y adverbios, ejemplos que mostraran su orden de aparición y función modificadora. El análisis lingüístico consistió en la puesta en práctica del modelo morfológico, por medio del cual fue posible describir, clasificar y evaluar los datos obtenidos.12 Los pasos seguidos fueron los siguientes:


1. La segmentación gradual del dato lingüístico en elementos relevantes o unidades mínimas de significado.

2. El descubrimiento e identificación de conexiones y relaciones entre las unidades y el contexto.

3. La clasificación de estas relaciones y de los datos.

4. El intento de formular una generalización.

Además de la metodología para el análisis lingüístico, utilicé técnicas y procedimientos etnográficos, como he mencionado, tales como la observación participante, las entrevistas formales e informales y la transcripción de grabaciones, que me condujeron a la escritura de anotaciones analíticas y al registro de acontecimientos en un diario de campo. La revisión de estos datos adicionales se convirtió en un proceso constante que, además de orientar la recogida de datos y la identificación de unidades analíticas, permitió la formulación de problemas concretos, de hipótesis y de estrategias de investigación adecuadas. Para que el análisis fuera consistente, intenté que fuera inclusivo y no arbitrariamente exclusivo, me cercioré de aplicar siempre los mismos criterios y que en lo posible fuera exhaustivo tomando en cuenta la naturaleza del material; además, que la información pudiera ser verificable y reflejara la prioridad de la clasificación y el análisis determinado por el objetivo.
Para permitir la comparación y la identificación de algunas de las plantas usadas en Patla y Chicontla, se hicieron cuatro recorridos por distintas rutas en las que se colectaron varios ejemplares de los que se obtuvo el nombre, descripción y otros datos pertinentes para su clasificación biológica. Todos los ejemplares colectados fueron numerados y preparados debidamente para ser secados en una prensa y ser posteriormente llevados al laboratorio de

Etnobotánica de la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Estas cuatro colecciones y los ejemplares que pudieron identificarse y clasificarse según la filosofía botánica de Linneo, ahora forman parte del herbario de este laboratorio.

Las personas que como informantes me ayudaron a lo largo de esta investigación son las siguientes: Longino Barragán Sampayo (Chicontla), Luisa Cabrera Vite (Chicontla), Julia Rievoles Luna (Chicontla), Luciano Cabrera Trinidad (Chicontla), Porfirio Sampayo Macín (Patla), Noemi Sampayo Mendoza (Patla), Catalina Fuentes Muñoz (Patla), Rosendo Melo Márquez (Patla) y Amalia Vargas Velázquez (Patla).

3.2 La clasificación nominal de los términos botánicos

Al tomar en cuenta la realidad material y conceptual del dominio botánico, esta clasificación se distingue de otros acercamientos lingüísticos porque además de basarse en la morfología nominal, profundiza en la forma en la que los totonacos de Patla y Chicontla usan los recursos botánicos de su medio ambiente y los valores culturales que dan forma a su clasificaciones. Se rechaza la metodología que, al crear una situación artificial, permite el hallazgo de clasificaciones universales desligadas del significado y las prácticas culturales: “Berlin afirma que estas clasificaciones están determinadas por facultades perceptivas y cognitivas universales, sin mediación de prácticas culturales”.13


[…] Berlin resultó estar equivocado, y el enfoque taxonómico tiene una aplicación limitada. Muchos estudios posteriores de antropólogos y lingüistas han demostrado que para explicar la conformación de la mayor parte de las nomenclaturas folk es más útil la clasificación por semejanza de formas y funciones que la clasificación taxonómica basada en las formas, y Berlin mismo parece haber llegado a idéntica conclusión, como demuestra su adopción de diagramas de Venn en lugar de árboles o tablas taxonómicos para representar las relaciones clasificatorias dentro de los dominios de nomenclatura.14

En algunas lenguas, los nombres pueden agruparse en clases gramaticales a través del uso de afijos que indican su adscripción a determinada clase o mediante la selección de algún elemento léxico que de manera obligatoria aparece cuando el nombre es contabilizado.15 Los términos botánicos distinguidos por los totonacos de Patla y Chicontla pertenecen a la clase de nombre y pueden ser identificados morfológicamente al pluralizarse y por el uso de “clasificadores numerales”.16

Estos clasificadores aparecen como prefijos de los numerales que preceden al nombre y su función es la de distinguir al objeto mencionado a partir de su forma17 y pertenencia a determinado grupo o clase:

1) Clase gramátical de animales [la'ha-]:

1.1) la'ha-tín a'kchu:kún ‘un águila’

cls.num-uno águila

1.2) la'ha-tín xuj ‘un (mosco) zancudo’

cls.num-uno zancudo

1.3) la'ha-tín ju:kilú:wa' ‘una (boa) mazacuate’

cls.num-uno mazacuate


2) Clase gramátical de personas [cha:-]:

2.1) cha:-tín ka:holúnti' ‘una persona (oriunda) de Villa Juárez’

cls.num-uno Villa Juárez

2.2) cha:-tín kaklhinín ‘una persona de huaraches (un huarachudo)’

cls.num-uno huaraches

2.3) cha:-tín ka:má:n ‘un niño’

cls.num-uno niño

El clasificador nominal usado en totonaco para el reino de las plantas es siempre /pulak/-, todos los nombres que puedan ser contados usando este clasificador pertenecen a éste. De acuerdo con McQuown /pu/- significa ‘relativo al interior’ y /laka/- ‘relativo a la cara’; de modo que el compuesto /pulak/- se traduciría como ‘relativo a la capacidad de un objeto con cierta profundidad’, es decir, que la superficie de la tierra se entendiende como la ‘cara’ y las raíces

como lo que está en el ‘interior’.18

3) Clase gramátical de plantas [pulak-]:

3.1) pulak-tín púksni' ‘un cedro’

cls.num-uno cedro

3.2) pulak-tín kúxi ‘una (planta de) maíz’

cls.num-uno maíz

3.3) pulak-tín pi'n ‘una (planta de) chile’

cls.num-uno chile

Además de este clasificador general de plantas /pulak-/, hay otros clasificadores específicos que hacen referencia a la forma que las plantas adoptan al ser manipuladas para su uso material:
a) /pulak/- clasificador nominal general de plantas

pulak-tín lí:xkuli' kí'wi' ‘un árbol de tabaquillo (Lippia myriocephala)’

cls.-uno tabaquillo
b) /he:n/- ~ /he:/- clasificador para troncos de árboles o palos talados o cortados, raíces, tallos, vainas, ramitas cortadas, leña y frutas grandes; en general para indicar partonomía.
he:n-tín x’oli ‘un palo de carrizo garrocha (Arundo donax L.)’

cls.-uno carrizo

hen-tín ji:náni' ‘la raíz del acoyo (Piper auritum)’

cls.-uno acoyo


he:-tín púklhni' ‘un tercio de leña de sangre de grado (Corton panamensis)’

cls.-uno sangre de grado

También es usado para los frutos o tubérculos:

he:-tín mantáj ‘un camote’

cls.-uno camote
d) /pe:h/- clasificador nominal de hojas

pe:h-tín waxá:xa' ‘una hoja de tepetomate (Pseudolmedia oxyphyllaria)’

cls.-uno tepetomate
e) /pi:x/- clasificador nominal de manojos o rollos

pi:x-tín ma:halhalhát ‘un rollo o manojo de fideo (Cuscuta spp.)’

cls.-uno fideo
f) /helh/- clasificador nominal para flores, racimos y hongos

helh-tín lhtukuxanát ‘un racimo de flores de chicalota (Argemone mexicana)’

cls.-uno chicalota
g) /a'h/- clasificador nominal para frutos

a'h-tín helhsmantáj ‘un fruto de acachu (Pseudolmedia oxyphyllaria)’

cls.-uno acachu
h) /tzan/- clasificador a veces usado para los atados de ramas con hojas

tzan-tín li:né'he' ‘un atado de ramas de hojeador’

cls.-uno hojeador
i) /mus/- clasificador usado para contar pencas

mus-tín sé'hna' ‘una penca de plátano’

cls.-uno plátano


3.3 Los términos para “formas de vida”

El término “forma de vida” o “biotipo vegetal”, se refiere desde nuestra clasificación occidental al tipo de ser natural del reino vegetal, que es distinguido y nombrado en la lengua totonaca (árbol, bejuco, etc.).19 Los términos para designar formas de vida del dominio botánico en totonaco son los siguientes:


1. /pá'lhma/ (n) [cls. pe:h/ pl. pa'lhmán] éste término como su clasificador lo indica [cf. d) /pe:h/- clasificador nominal de hojas] se refiere a las hojas y a la maleza en general del monte bajo; un lugar lleno de maleza se llama /ka:-pa'lhmán [ka:- locativo, -pa'lhmán maleza].
2. /kí'wi'/ (n) [cls. pulak- (árbol), he:n (tronco o palo), he: (tercio de leña)] árbol; al monte se le llama /ka:kiwín/. [ka:- locativo, -kiwín árboles].
3. /ma:yák/ (n) [cls. pulak-/ pl. ma:yákna'] bejuco
4. /sluluwá'ka'/ (Ch.) /s’oluwaka/ (Pt.) (n) [cls. pulak-] injerto
5. /xanát/ (n) [cls. pu:lak- (planta de flores), helh- (flor), / pl. xanátna'] flor
6. /se'hét/ (n) [cls. pulak-, he:- (manojo) / pl. se'hétni'] zacate y /ka:se'hhetni/ es un zacatal [ka:- locativo, -se'hhetni zacates].
7. Los hongos son clasificados como ‘parte de’ /malhát/ (n) [cls. helh-/ pl. malhátna']20
8. /mohó:t/ (n) [cls. pulak- (planta), a'h- (fruto)/ pl. mohó:tnu'] palma
9. /chankát/ (n) [cls. pulak- (planta), hen- (sección)/ pl. chankátna'] caña.

Entre los términos en español se usan mata, palo y jehuite:


En lo que respecta a los términos mata y palo, éstos pueden referirse tanto a un arbusto como a un árbol. La distinción depende del uso material que se le de a la especie vegetal: si no se ocupa como leña ni para hacer casas es una mata y si por el contrario se utiliza en la costrucción de casas o como combustible es un palo.21 El jehuite es cualquier maleza sin utilidad ningún y que sobretodo crece en la milpa o el cafetal.22
Tomando en cuenta a los clasificadores nominales y a los términos que nombran a distintas “formas de vida” vegetales, podemos dar cuenta en este caso, que la morfología nominal resulta especialmente útil para acceder a la visión y clasificación del reino vegetal totonaco, ya que señala la forma y función de cada planta.
Para conformar una taxonomía de forma y función se agruparon a las distintas especies botánicas en las siguientes clases vegetales o “formas de vida”: bejuco, árbol, mata, plantas de monte bajo, injerto, hongo, zacate, caña y flor. Estas clases fueron posteriormente divididas en cultivadas y silvestres y subdividas dependiendo de su función en comestibles, ornamentales, con uso ceremonial, uso material, usadas como tratamiento médico y mágico, especies con flores, con frutas y con otros usos [cf. ‘esquema general de la taxonomía’]. Sin embargo, hemos podido constatar que hay muchas especies que aparentemente no cumplen ninguna función específica. Esta atención prolongada al universo botánico que llevó a sus hablantes a nombrar a tantas variedades de plantas, nos remite a un conocimiento de tipo concreto, que además de reconocer las especies útiles, extiende su interés a plantas que no les son directamente útiles.23
En esta “ciencia de lo concreto”, las especies botánicas no son sólo conocidas por su utilidad, “sino que se las declara útiles o interesantes porque primero se las conoce”.24 Su objetivo primero no es de orden práctico, corresponde a exigencias intelectuales, antes o en vez, de satisfacer sus necesidades. Toda clasificación es superior al caos y a través de la agrupación de ciertos elementos comunes, definidos por el placer de conocer y la observación paciente de las propiedades y experiencias sensibles, se introduce un comienzo de orden en el universo. En las clasificaciones botánicas que a primera vista parecen haber sido conformadas arbitrariamente:
[…] y aunque no haya conexión necesaria entre las cualidades sensibles y las propiedades, existe por lo menos una relación de hecho en gran número de casos, y la generalización de esta relación, aunque no esté fundada en la razón, puede ser durante largo tiempo una operación fructuosa, teórica y prácticamente. Todos los jugos tóxicos no son ardientes o amargos, y la recíproca no es más verdadera; sin embargo, la naturaleza está hecha de tal manera que es más lucrativo, para el pensamiento y para la acción, proceder como si una equivalencia que satisface al sentimiento estético corresponde también a una realidad objetiva.25
De acuerdo con lo anterior, el reconocimiento de esta realidad objetiva y las conexiones que se establecen a partir de distintas cualidades y propiedades, tienen como objetivo la aprehensión del universo experimentado, “pues la clasificación, aunque sea heteróclita y arbitraria, salvaguarda la riqueza y la diversidad del inventario; al decidir que hay que tener en cuenta todo, facilita la constitución de una “memoria”.” 26
Esta taxonomía botánica, aunque pretende ser reflejo de la concepción cultural botánica totonaca desde su lengua y fue organizada basándose en la morfología e información recogida durante mi estacia en Patla y Chicontla, su composición no pretende ser totalmente émica. Para entender esta distinción entre lo émico y ético dejemos que sea Duranti quien lo explique:
La perspectiva émica es aquella que favorece el punto de vista de los miembros de la comunidad que se estudia y, por lo tanto, trata de describir cómo ellos le otorgan significado a un determinado acto o a la diferencia entre dos actos distintos. La perspectiva ética, en cambio, es independiente de la cultura en cuestión y simplemente permite clasificar los comportamientos a partir de una serie de rasgos que establece el observador/investigador.27
Con esto quiero decir, que aunque la lengua es una herramienta útil e imprescindible para la comprensión y el acceso a otros universos socioculturales, no agota todas las dimensiones implicadas en su análisis.
A diferencia de la taxonomía, que se organiza sobre todo a partir de los distintos usos culturales y se verifica con el uso de ciertos clasificadores nominales, la nomenclatura está organizada en orden alfabético y los nombres derivados de una raíz en particular aparecen dentro de la entrada de ésta. Para mayor información que permitirá estudios posteriores y a mayor profundidad, cada entrada léxica en la nomenclatura especifica si la variante es de Patla o de Chicontla, el clasificador nominal y el plural.

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