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Reports 1995-1998 Edited by Dwain C. Epps


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Appeal for justice for families of the disappeared and Uruguayan society

Letter to H.E. Julio Ma. Sanguinetti, President of the Republic of Uruguay, ó October 1998.


Excmo. Sr. Presidente:

El próximo 10 de diciembre, el mundo entero va a celebrar el 50° aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. En la Asamblea General de las Naciones Unidas, el evento tendrá un carácter excepcional, y es un gran honor para el estado uruguayo asumir la Presidencia de esta sesión en la persona de su Canciller, el Dr. Didier Opertti.

En este contexto excepcional en el cual Uruguay va a cumplir un rol público de primer plano al presidir una sesión donde se van a reafirmar solemnemente los principios de la Declaración Universal, queremos, como representantes del Consejo Mundial de Iglesias, compartir con Ud., Sr. Presidente, nuestras profundas preocupaciones sobre un hecho que atenta a los derechos humanos: la falta de esclarecimiento oficial sobre el destino de los detenidos desaparecidos en Uruguay.

El Consejo Mundial de Iglesias ha ofrecido su apoyo y acompañamiento al pueblo uruguayo durante los años sombríos de su historia reciente en la defensa de los derechos humanos, como también en el periodo de transición a la democracia. Nuestra preocupación actual es fomentada entonces por las múltiples relaciones de amistad que tenemos con su país.

La comunidad internacional ha denunciado la practica de la desaparición forzada como una de las formas mas graves de violación a los derechos humanos porque niega no solo la dignidad sino la identidad misma del ser humano. La Convención contra la Desaparición Forzada de Personas, ratificada por el estado uruguayo en 1995, establece que el delito de desaparición forzada no puede ser cancelado o amnistiado sino que tiene un carácter permanente “mientras no se establezca el destino o paradero de la víctima”.

Desafortunadamente, el estado uruguayo no ha cumplido todavía con su responsabilidad legal al respecto, y aún más grave a nuestro juicio, ni con su deber moral de decir la verdad a los familiares de detenidos desaparecidos y a la sociedad en su conjunto. La historia en muchas partes del mundo nos enseña que las leyes que pretenden borrar el pasado – como es el caso de la Ley de Caducidad en Uruguay   no permiten una reconciliación nacional, y aún menos la rehabilitación de las víctimas. En todos lados, se exige que se ponga fin a la impunidad para los autores de violaciones graves a los derechos humanos como condición para el restablecimiento del Estado de Derecho y la reconciliación nacional.

Frente al delito gravísimo de la desaparición forzada de personas, la negación oficial de investigar y de dar a conocer la verdad sobre el destino de los detenidos desaparecidos aparecen como una denegación de hecho de los principios y de los valores fundamentales encapsulados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Además, el silencio oficial frente al dolor de las familias cuyos seres queridos han desaparecido es percibido, por los familiares y por la sociedad en su conjunto, como un signo de indiferencia e insensibilidad desde el punto de vista humanitario y ético, que impide curar las heridas aun abiertas.

Unidos a las iglesias en Uruguay, le exhortamos, Sr. Presidente, a aprovechar este momento histórico para tomar todas las medidas necesarias, tan esperadas después de mas de veinte años, para dar a conocer públicamente la verdad sobre el destino de los detenidos-desaparecidos.

Esperando que gracias a vuestro liderazgo, esta etapa dolorosa de la historia de vuestro país podrá ser superada, permitiendo un verdadero proceso de reconciliación nacional, basado en la verdad y la justicia, reciba, Sr. Presidente, mis respetuosos saludos.

Muy atentamente,

Konrad Raiser,

Secretario General

[Translation]

Esteemed Mr. President,

Next 10 December, the whole world will celebrate the 50th anniversary of the Universal Declaration of Human Rights. In the UN General Assembly the event will be given special attention, and it is a great honor for Uruguay to assume the presidency of this session through the person of its Chancellor, Dr. Didier Opertti.

It is in this exceptional context in which Uruguay shall play a key public role in presiding over a session where the principles of the Universal Declaration will be solemnly reaffirmed that we wish to share with you our deep concern about the lack of official clarity with respect to the fates of disappeared prisoners in Uruguay.

The WCC has offered its support and accompaniment to the Uruguayan people in defense of human rights during the dark years of its recent history and in the period of transition to democracy. Our concern now is thus motivated by the many ties of friendship that we have with your country.

The international community has denounced the practice of forced disappearances as one of the most serious violations of human rights since it denies not only the dignity but also the very identity of the human being. The Convention against Forced Disappearance of Persons, ratified by Uruguay in 1995, holds that the crime of forced disappearance cannot be annulled or amnestied, but rather has a permanent character, “until the fate or whereabouts of the victim has been established.”

Unfortunately, the Uruguayan State has not yet complied with its legal obligations in this respect, and more seriously still in our view, with its moral duty to make the truth known to relatives of disappeared prisoners or to society as a whole. The history of many parts of the world teaches us that laws that seek to erase the past – as for example the Expiry Law in Uruguay – pose barriers to national reconciliation and even more to the rehabilitation of the victims. There is a general demand that impunity for the authors of grave violations of human rights be eliminated in order that the rule of law might be reestablished and national reconciliation become a reality.

The official refusal to investigate and to make public the truth about the fates of disappeared detainees is a de facto denial of the fundamental principles and values enshrined in the Universal Declaration of Human Rights.

In addition, official silence vis-à-vis relatives whose loved ones have disappeared is perceived both by them and by society as a whole as a sign of indifference or insensitivity on the part of the State from an ethical and humanitarian perspective that impedes the healing of open wounds.

Together with the churches of Uruguay, we exhort you, Mr. President, to take advantage of this historic moment to take all necessary measures, so desired for over twenty years, to make public the truth about the fates of disappeared detainees.

In the hope that thanks to your leadership this painful period of the history of your country may be overcome, allowing a true process of national reconciliation based on truth and justice, kindly receive, Mr. President, my respectful greetings.

Very sincerely yours,

Konrad Raiser

General Secretary

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