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Nuevo Testamento evangelio de san mateo


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25 1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que, tomando sus lámparas, salieron al encuentro del esposo. 2Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes; 3las necias, al tomar las lámparas, no tomaron consigo aceite, 4mientras que las prudentes tomaron aceite en las alcuzas juntamente con sus lámparas. 5Como el esposo tardaba, se adormilaron y durmieran. 6A la media noche se oyó un clamoreo: Ahí está el esposo, salid a su encuentro. 7Se despertaron entonces todas las vírgenes y se pusieron a preparar sus lámparas. 8Las necias dijeron a las prudentes: Dadnos aceite del vuestro, porque se nos apagan las lámparas. 9Pero las prudentes respondieron: No, porque podría ser que no bastase para nosotras y vosotras; id más bien a la tienda y compradlo. 10Pero mientras fueron a comprarlo llegó el esposo, y las que estaban prontas entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. 11Llegaron más tarde las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. 12Pero él respondió: En verdad os digo que no os conozco. 13Velad, pues que no sabéis el día ni la hora.
Parábola de los talentos

(Lc 19,12-27)


14Porque es como si uno al emprender un viaje llama a sus siervos y les entrega su hacienda, 15dando a uno cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad, y se va. 16Luego el que había recibido cinco talentos se fue y negoció con ellos y ganó otros cinco. 17Asimismo el de los dos ganó otros dos. 18Pero el que había recibido uno se fue, hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su amo. 19Pasado mucho tiempo vuelve el amo de aquellos siervos y les toma cuentas, 20y llegando el que había recibido los cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: Señor, tú me has dado cinco talentos; mira, pues, otros cinco que he ganado. 21Y su amo le dice: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco; te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 22Llegó el de los dos talentos y dijo: Señor, dos talentos me has dado; mira otros dos que he ganado. 23Díjole su amo: Muy bien, siervo bueno y fiel; has sido fiel en lo poco; te constituiré sobre lo mucho; entra en el gozo de tu señor. 24Se acercó también el que había recibido un solo talento y dijo: Señor, tuve cuenta que eres hombre duro, que quieres cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste, 25y temiendo, me fui y escondí tu talento en la tierra; aquí 1o tienes. 26 Respondióle su amo: Siervo malo y haragán, ¿conque sabías que yo quiero cosechar donde no sembré y recoger donde no esparcí? 27Debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, para que a mi vuelta recibiese lo mío con los intereses. 28Quitadle el talento y dádselo al que tiene diez, 29porque al que tiene se le dará y abundará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará, 30y a ese siervo inútil echadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes.
El juicio final

31Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los ángeles con El, se sentará sobre su trono de gloria, 32y se reunirán en su presencia todas las gentes, y separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de los cabritos, 33y pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. 34Entonces dirá el Rey a los que están a su derecha: Venid benditos de mi Padre; tomad posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer: tuve sed, y me disteis de beber: peregriné, y me acogisteis; 36estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; preso, y vinisteis a verme. 37Y le responderán los justos: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, sediento y te dimos de beber? 38¿Cuándo te vimos peregrino y te acogimos, desnudo y te vestimos? 39¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte? 40Y el Rey les dirá: En verdad os digo que cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis. 41Y dirá a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno, preparado para el diablo y para sus ángeles. 42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43fui peregrino, y no me alojasteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis. 44Entonces ellos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o peregrino, o enfermo, o en prisión, y no te socorrimos? 45El les contestará diciendo: En verdad os digo que cuando dejasteis de hacer eso con uno de estos pequeñuelos, conmigo dejasteis de hacerlo. 46E irán al suplicio eterno, y los justos a la vida eterna.
C U A R T A P A R T E
Pasión y resurrección de Jesucristo

(26-28)
La conspiración de los judíos

(Mc 14,1-2; Lc 22,1-2)

26 1Cuando Jesús hubo terminado estos discursos, dijo a sus discípulos: 2Sabéis que dentro de dos días es la Pascua y el Hijo del hombre será entregado para que le crucifiquen. 3Se reunieron por entonces los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio del pontífice, llamado Caifás, 4y se consultaron sobre cómo apoderarse con engaño de Jesús para darle muerte. 5Pero se decían: Que no sea durante la fiesta, no vaya a alborotarse el pueblo.
La unción en Betania

(Mc 14,3-9; Jn 22,1-8)



6Hallándose Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7se llegó a El una mujer con un frasco de alabastro lleno de costoso ungüento y lo derramó sobre su cabeza mientras estaba recostado a la mesa. 8Al verlo se enojaron los discípulos y dijeron: ¿A qué este derroche? 9 Podría haberse vendido a gran precio y darlo a los pobres. 10Dándose Jesús cuenta de esto, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Obra buena es la que conmigo ha hecho. 11Porque pobres, en todo tiempo los tendréis con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis. 12Derramando este ungüento sobre mi cuerpo, me ha ungido para mi sepultura. 13En verdad os digo dondequiera que sea predicado este evangelio en todo el mundo, se hablará también de lo que ha hecho ésta, para memoria suya.
La traición de Judas

(Mc 14,10-II; Lc 22,3-6)



14Entonces se fue uno de los doce, llamado Judas Iscariote, a los príncipes de los sacerdotes 15y les dijo: ¿Qué me dais y os le entrego? Se convinieron en treinta piezas de plata, 16y desde entonces buscaba ocasión para entregarle.
La última cena de Jesús

(Mc 14,12-21; Lc 22,7-23; Jn 13,18-30)



17El día primero de los Acimos se acercaron los discípulos a Jesús y le dijeron: ¿Dónde quieres que preparemos para comer la Pascua? 18El les dijo: Id a la ciudad a casa de Fulano y decidle: El Maestro dice: Mi tiempo está próximo; quiero celebrar en tu casa la Pascua con mis discípulos. 19Y los discípulos hicieron como Jesús les ordenó y prepararon la Pascua. 20Llegada la tarde, se puso a la mesa con los doce discípulos, 21y mientras comían dijo: En verdad os digo que uno de vosotros me entregará. 22Muy entristecidos, comenzaron a decirle cada uno: ¿Soy, acaso, yo, Señor? 23El respondió: El que conmigo mete la mano en el plato, ése me entregará. 24El Hijo del hombre sigue su camino como de El está escrito; pero ¡desdichado de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado!; mejor le fuera a ése no haber nacido. 25Tomó la palabra Judas, el que iba a entregarle, y dijo: ¿Soy, acaso, yo, Rabbí? Y El respondió: Tú lo has dicho.
Institución de la Eucaristía

(Mc 14,22-25; LC 22,19-20; I Cor 11,23-26)



26Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y, dándoselo a los discípulos, dijo: Tomad y comed, éste es mi cuerpo. 27Y tomando un cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo: Bebed de él todos, 28que ésta es mi sangre del Nuevo Testamento, que será derramada por muchos para remisión de los pecados. 29Yo os digo que no beberé más de este fruto de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros nuevo en el reino de mi Padre.
Predicción sobre la conducta de los discípulos

(Mc 14,26-31; Lc 22,31-39)


30Y dichos los himnos, salieron camino del monte de los olivos. 31Entonces les dijo Jesús: Todos vosotros os escandalizaréis de mí esta noche, porque escrito está: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas de la manada. 32Pero después de resucitado os precederé a Galilea. 33Tomó Pedro la palabra y le dijo: Aunque todos se escandalicen de ti, yo jamás me escandalizaré. 34Respondióle Jesús: En verdad te digo que esta misma noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces. 35Díjole Pedro: Aunque tenga que morir contigo, no te negaré. Y lo mismo decían todos los discípulos.
La oración de Getsemaní

(Mc I4,32-42; LC 22,40-46)



36Entonces vino Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y les dijo: Sentaos aquí mientras yo voy allá a orar. 37Y tomando a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y angustiarse. 38Entonces les dijo: Triste está mi alma hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo. 39Y adelantándose un poco, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío si es posible, pase de mí este cáliz; sin embargo, no se haga como yo quiero, sino como quieres tú. 40Y viniendo a los discípulos, los encontró dormidos, y dijo a Pedro: ¿De modo que no habéis podido velar conmigo una hora? 41Velad y orad para no caer en la tentación; el espíritu está pronto, pero la carne es flaca. 42De nuevo, por segunda vez, fue a orar, diciendo: Padre mío, si esto no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad. 43Y volviendo otra vez, los encontró dormidos; tenían los ojos cargados. 44Dejándolos, de nuevo se fue a orar por tercera vez, diciendo aún las mismas palabras. 45Luego vino a los discípulos y les dijo: Dormid ya y descansad, que ya se acerca la hora y el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. 46Levantaos, vamos; ya llega el que va a entregarme.
La prisión de Jesús

(Mc 14,43-52; Lc 22,47-53; Jn 18,2-12)



47Aún estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los doce, y con él una gran turba, armada de espadas y garrotes, enviada por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo. 48El que iba a entregarle les dio una señal, diciendo: Aquel a quien yo besare, ése es; prendedle. 49Y al instante, acercándose a Jesús, dijo: Salve, Rabbi. Y le besó. 50Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces se adelantaron y echaron las manos sobre Jesús, apoderándose de El. 51Uno de los que estaban con Jesús extendió la mano, y sacando la espada, hirió a un siervo del pontífice, cortándole una oreja. 52Jesús entonces le dijo: Vuelve tu espada a su vaina, pues quien toma la espada, a espada morirá. 53¿O crees que no puedo rogar a mi Padre, que me enviaría luego doce legiones de ángeles? 54¿Cómo van a cumplirse las Escrituras de que así conviene que sea? 55Entonces dijo Jesús a la turba: ¿Como a ladrón habéis salido con espadas y garrotes a prenderme? Todos los días me sentaba en el templo para enseñar, y no me prendisteis. 56Pero todo esto sucedió para que se cumpliesen las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos le abandonaron y huyeron.
Jesús ante el Sanedrín

(Mc 14,53-65; Lc 22,54-65; Jn 18,12-24)



57Los que prendieron a Jesús le llevaron a casa de Caifás, el pontífice, donde los escribas y los ancianos se habían reunido. 58Pedro le siguió de lejos hasta el palacio del pontífice, y entrando dentro, se sentó con los servidores para ver en qué paraba aquello. 59Los príncipes de los sacerdotes y todo el Sanedrín buscaban falsos testimonios contra Jesús para condenarle a muerte, 60pero no los hallaban, aunque se habían presentado muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, 61que dijeron: Este ha dicho: Yo puedo destruir el templo de Dios y en tres días edificarlo. 62Levantándose el pontífice, le dijo: ¿Nada respondes? ¿Qué dices a lo que éstos testifican contra ti? 63Pero Jesús callaba, y él pontífice le dijo: Te conjuro por Dios vivo; di si eres tú el Mesías, el Hijo de Dios. 64Díjole Jesús: Tú lo has dicho. Y yo os digo que un día veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes, del cielo. 65Entonces el pontífice rasgó sus vestiduras, diciendo: Ha blasfemado ¿Qué necesidad tenemos de más testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece? 66Ellos respondieron: Reo es de muerte. 67Entonces comenzaron a escupirle en el rostro y a darle puñetazos, y otros le herían en la cara, 68diciendo: Profetízanos, Cristo: ¿quién es el que te hirió?
La negación de Pedro

(Mc 14,66-72; Lc 22,55-62; Jn 18,15-25)



69Entre tanto, Pedro estaba sentado fuera, en el atrio, se le acercó una sierva diciendo: Tú también estabas con Jesús de Galilea. 70El negó ante todos, diciendo: No sé lo que dices. 71Pero cuando salía hacia la puerta le vio otra sierva y dijo a los circunstantes: Este estaba con Jesús el Nazareno. 72Y de nuevo negó con juramento: No conozco a ese hombre. 73 Poco después se llegaron a él los que allí estaban y le dijeron: Cierto que tú eres de los suyos, pues tu mismo hablar te descubre. 74Entonces comenzó él a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante cantó el gallo. 75 Pedro se acordó de lo que Jesús le había dicho: Antes que cante el gallo me negarás tres veces, y saliendo fuera, lloró amargamente.
Jesús conducido ante Pilato

(Mc 15,1; Lc 22,66-71; 23,1; Jn 18,28)



27 1Llegada la mañana, todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tuvieron consejo contra Jesús para quitarle la vida; 2y atado le llevaron al procurador, Pilato.
Fin desastroso de judas

(Act 1,18-19)



3Viendo entonces Judas, el que le había entregado, cómo era condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los príncipes de los sacerdotes y ancianos, 4diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Dijeron ellos: ¿A nosotros qué? Viéraslo tú. 5Y arrojando las monedas de plata en el templo, se retiró, fue y se ahorcó. 6Los príncipes de los sacerdotes tomaron las monedas de plata y dijeron: No es lícito echarlas al tesoro, pues son precio de sangre. 7Y resolvieron en consejo comprar con ella el campo del Alfarero para sepultura de peregrinos. 8Por eso aquel campo se llamó Campo de la Sangre hasta el día de hoy. 9 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:

«Y tomaron treinta piezas de plata, el precio en que fue tasado aquel a quien pusieron precio los hijos de Israel, 10y las dieron por el campo del Alfarero, como el Señor me lo había ordenado».


Proceso de Jesús ante Pilato

(Mc 15,2-15; Lc 23,2-25; Jn 18,28-40)



11Jesús fue presentado ante el procurador, que le preguntó: ¿Eres tú el rey de los judíos? Respondió Jesús: Tú lo dices. 12Pero a las acusaciones hechas por los príncipes de los sacerdotes y los ancianos nada respondía. 13Díjole entonces Pilato: ¿No oyes todo lo que dicen contra ti? 14Pero El no respondía a nada, de suerte que el procurador se maravilló sobremanera. 15Era costumbre que el procurador, con ocasión de la fiesta, diese a la muchedumbre la libertad de un preso, el que pidieran. 16Había entonces un preso famoso llamado Barrabás. 17Estando, pues, reunidos, les dijo Pilato: ¿A quién queréis que os suelte: a Barrabás o a Jesús, el llamado Cristo? 18Pues sabía que por envidia se lo habían entregado. 19Mientras estaba sentado en el tribunal, envió su mujer a decirle: No te metas con ese justo, pues he padecido mucho hoy en sueños por causa de él. 20Pero los príncipes de los sacerdotes y los ancianos persuadieron a la muchedumbre que pidieran a Barrabás e hicieran perecer a Jesús. 21Tomando la palabra el procurador, les dijo: ¿A quién de los dos queréis que os dé por libre? Ellos respondieron: A Barrabás. 22Díjoles Pilato: Entonces, ¿qué queréis que haga con Jesús, el llamado Cristo? Todos dijeron: Crucifíquenle. 23Dijo el procurador: ¿Y qué mal ha hecho? Ellos gritaron más, diciendo: ¡Crucifíquenle! 24Viendo, pues, Pilato que nada conseguía, sino que el tumulto crecía cada vez más, tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre, diciendo: Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veáis. 25 Y todo el pueblo contestó diciendo: Caiga su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos. 26Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que le crucificaran.
Jesús escarnecido por los soldados

(Mc 15,15-20; Jn 19,1-3)



27Entonces los soldados del procurador, tomando a Jesús, lo condujeron al pretorio ante toda la cohorte, 28y despojándole de sus vestiduras le echaron encima una clámide de púrpura, 29y, tejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre la cabeza, y en la mano una caña, y doblando ante El la rodilla, se burlaban diciendo: ¡Salve, rey de los judíos! 30Y escupiéndole, tomaban la caña y le herían con ella en la cabeza. 31Después de haberse divertido con El, le quitaron la clámide, le pusieron sus vestidos y le llevaron a crucificar.
La crucifixión

(Mc 15,21-32; Lc 23,26-43; Jn 19,16-24)



32Al salir encontraron a un hombre de Cirene, de nombre Simón, al cual requirieron para que llevase la cruz. 33Llegando al sitio llamado Gólgota, que quiere decir el lugar de la calavera, 34diéronle a beber vino mezclado con hiel; mas en cuanto lo gustó, no quiso beberlo. 35Así que le crucificaron, se dividieron sus vestidos echándolos a suertes, 36y sentados hacían la guardia allí. 37Sobre su cabeza pusieron escrita su causa: Este es Jesús, el Rey de los Judíos. 38Entonces fueron crucificados con El dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. 39Los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza 40y diciendo: Tú, que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo; si eres hijo de Dios, baja de esa cruz.

41E igualmente los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y ancianos, se burlaban y decían: 42Salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en El. 43 Ha puesto su confianza en Dios; que El le libre ahora, si es que le quiere, puesto que ha dicho: Soy el Hijo de Dios. 44 Asimismo, los bandidos que con El estaban crucificados le ultrajaban.
La muerte de Jesús

(Mc 15,33-41; Lc 23,44-49; Jn 19,28-30)



45Desde la hora de sexta se extendieron las tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. 46Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: Eli, Eli, lema sabachtani! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 47Algunos de los que allí estaban, oyéndolo, decían: A Elías llama éste. 48Luego, corriendo, uno de ellos tomó una esponja, la empapó de vinagre, la fijó en una caña y le dio a beber. 49Otros decían: Deja; veamos si viene Elías a salvarle. 50Jesús, dando de nuevo un fuerte grito, expiró.
El duelo por Jesús

51La cortina del templo se rasgó de arriba abajo en dos partes, 52la tierra tembló y se hendieron las rocas; se abrieron los monumentos, y muchos cuerpos de santos que habían muerto resucitaron, 53y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de El, vinieron a la ciudad santa y se aparecieron a muchos. 54El centurión y los que con él guardaban a Jesús, viendo el terremoto y cuanto había sucedido, temieron sobremanera y se decían: Verdaderamente, éste era hijo de Dios. 55Había allí, mirándole desde lejos, muchas mujeres que habían seguido a Jesús desde Galilea para servirle; 56entre ellas María Magdalena y María la madre de Santiago y José y la madre de los hijos de Zebedeo.
Sepultura de Jesús

(Mc 15,42-47; Lc 23,40-56; Jn 19,38-42)



57Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. 58Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato entonces ordenó que le fuese entregado. 59El, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia 60y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en la peña, y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue. 61Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.
La guardia del sepulcro por los judíos

62Al otro día, que era el siguiente a la Parasceve, fueron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato 63y le dijeron: Señor, recordamos que ese impostor, vivo aún, dijo: Después de tres días resucitaré. 64Manda, pues, guardar el sepulcro hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, le roben y digan al pueblo: Ha resucitado de entre los muertos. Y será la última impostura peor que la primera. 65Díjoles Pilato: Ahí tenéis la guardia; id y guardadlo como vosotros sabéis. 66Ellos fueron y pusieron guardia al sepulcro después de haber sellado la piedra.
La mañana de Pascua

(Mc 16,1-8; Lc 24,1-11; Jn 20,1-18)



28 1Pasado el sábado, ya para amanecer el día primero de la semana, vino María Magdalena con la otra María a ver el sepulcro. 2Y sobrevino un gran terremoto, pues un ángel del Señor bajó del cielo y acercándose removió la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella. 3Era su aspecto como el relámpago, y su vestidura blanca como la nieve. 4De miedo de él temblaron los guardias y se quedaron como muertos. 5El ángel, dirigiéndose a las mujeres, dijo: No temáis vosotras, pues sé que buscáis a Jesús el crucificado. 6No está aquí; ha resucitado, según lo había dicho. Venid y ved el sitio donde fue puesto. 7Id luego y decid a sus discípulos que ha resucitado de entre los muertos y que os precede a Galilea, allí le veréis. Es lo que tenia que deciros. 8Partieron ligeras del monumento, llenas de temor y de gran gozo, corriendo a comunicarlo a los discípulos. 9Jesús les salió al encuentro, diciéndoles: Dios os salve. Ellas, acercándose, le cogieron los pies y se postraron ante El. 10Díjoles entonces Jesús: No temáis; id y decid a mis hermanos que vayan a Galilea y que allí me verán.
El anuncio a los judíos

11Mientras iban ellas, algunos de los guardias vinieron a la ciudad y comunicaron a los príncipes de los sacerdotes todo lo sucedido. 12Reunidos éstos en consejo con los ancianos, tomaron bastante dinero y se lo dieron a los soldados, 13diciéndoles: Decid que, «viniendo los discípulos de noche, le robaron mientras nosotros dormíamos». 14Y si llegase la cosa a oídos del procurador, nosotros le aplacaremos y estaréis seguros. 15Ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había dicho. Esta noticia se divulgó entre los judíos hasta el día de hoy.
La aparición del Señor en Galilea

(Mc 16,15-18)



16Los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado, 17y, viéndole, se postraron; algunos vacilaron, 18y, acercándose Jesús, les dijo: Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; 19id, pues; enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, 20enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre hasta la consumación del mundo.
EVANGELIO DE SAN MARCOS
PRIMERA PARTE
Predicación De Jesús En Galilea

(1-10)
La misión de Juan

(Mt 3,1-12; Lc 3,1-18)

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