Ana səhifə

Nuevo Testamento evangelio de san mateo


Yüklə 1.41 Mb.
səhifə4/68
tarix27.06.2016
ölçüsü1.41 Mb.
1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   68

19 1Acabados estos discursos, se alejo Jesús de Galilea y vino a los términos de Judea, al otro lado del Jordán. 2Le siguieron numerosas muchedumbres, y allí los curaba.
El repudio

(Mc 10,1-12)



3Se le acercaron unos fariseos con propósito de tentarle, y le preguntaron: ¿Es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa? 4El respondió: ¿No habéis leído que al principio el Creador los hizo varón y hembra? 5Y dijo: «Por esto dejará el hombre al padre y a la madre y se unirá a la mujer, y serán los dos una sola carne». 6De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios unió no lo separe el hombre. 7Ellos le replicaron: Entonces, ¿cómo es que Moisés ordenó dar libelo de divorcio al repudiar? 8Díjoles El: Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así. 9Y yo digo que quien repudia a su mujer (salvo caso de adulterio) y se casa con otra, adultera.
La guarda de la continencia

(Mc 10,1-12)



10Dijéronle los discípulos: Si tal es la condición del hombre con la mujer, preferible es no casarse. 11El les contestó: No todos entienden esto, sino aquellos a quienes ha sido dado. 12Porque hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que fueron hechos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho tales por amor del reino de los cielos. El que pueda entender, que entienda.

Imposición de las manos a los niños

(Mc 10,13-16; Lc 18,15-17)

13Entonces le fueron presentados unos niños para que les impusiera las manos y orase; y como los reprendieran los discípulos, 14díjoles Jesús: Dejad a los niños y no les estorbéis de acercarse a mi, porque de los tales es el reino de los cielos. 15Y habiéndoles impuesto las manos, se fue de allí.
La respuesta al joven rico

(Mc 10,17-27; Lc 18,18-27)



16Acercósele uno y le dijo: Maestro, ¿qué de bueno haré yo para alcanzar la vida eterna? 17El le dijo: ¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? Uno solo es bueno; si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18Díjole él: ¿Cuáles? Jesús respondió: No matarás, no adulterarás, no hurtarás, no levantarás falso testimonio; 19honra a tu padre y a tu madre y ama al prójimo como a ti mismo. 20Díjole el joven: Todo esto lo he guardado. ¿Qué me queda aún? 21Díjole Jesús: Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en los cielos, y ven y sígueme. 22Al oír esto el joven, se fue triste, porque tenía muchos bienes. 23Y Jesús dijo a sus discípulos: En verdad os digo: qué difícilmente entra un rico en el reino de los Cielos. 24De nuevo os digo: es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos. 25Oyendo esto, los discípulos se quedaron estupefactos y dijeron: ¿Quién, pues, podrá salvarse? 26Mirándolos, Jesús les dijo: Para los hombres, imposible, mas para Dios todo es posible.
La renuncia de los apóstoles y su premio

(Mc 10,28-31; Lc 18,28-30)



27Entonces, tomando Pedro la palabra, le dijo: Pues nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué tendremos? 28Jesús les dijo: En verdad os digo que vosotros, los que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente sobre el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros sobre doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. 29Y todo el que dejare hermanos o hermanas, o padre o madre, o hijos o campos, por amor de mi nombre, recibirá el céntuplo y heredará la vida eterna. 30Y muchos primeros serán postreros, y los postreros, primeros.
Los obreros enviados a la viña

20 1Porque el reino de los cielos es semejante a un amo de casa que salió muy de mañana a ajustar obreros para su viña. 2Convenido con ellos en un denario al día, los envió a su viña. 3Salió también a la hora de tercia y vio a otros que estaban ociosos en la plaza. 4Díjoles: Id también vosotros a mi viña y os daré lo justo. 5Y se fueron. De nuevo salió hacia la hora de sexta y de nona e hizo lo mismo, 6y saliendo cerca de la hora undécima, encontró a otros que estaban allí, y les dijo: ¿Cómo estáis aquí sin hacer labor en todo el día? 7Dijéronle ellos: Porque nadie nos ha contratado. El les dijo: Id también vosotros a mi viña. 8Llegada la tarde, dijo el amo de la viña a su administrador: Llama a los obreros y dales su salario, desde los últimos hasta los primeros. 9Viniendo los de la hora undécima, recibieron un denario. 10Cuando llegaron los primeros, pensaron que recibirán más, pero también ellos recibieron un denario. 11Al cogerlo murmuraban contra el amo, 12diciendo: Estos postreros han trabajado sólo una hora y los has igualado con los que hemos llevado el peso del día y el calor. 13Y él respondió a uno de ellos, diciéndole: Amigo, no te hago agravio; ¿no has convenido conmigo en un denario? 14Toma lo tuyo y vete. Yo quiero dar a este postrero lo mismo que a ti. 15¿No puedo hacer lo que quiero de mis bienes? ¿O has de ver con mal ojo que yo sea bueno? 16Así los postreros serán los primeros, y los primeros, postreros. Porque son muchos los llamados y pocos los escogidos.
Tercer anticipo de la pasión

(Mc 10,32-34; Lc 18,31-34)



17Subía Jesús a Jerusalén, y tomando aparte a los doce discípulos, les dijo por el camino: 18Mirad, subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los príncipes de los sacerdotes y a los escribas, que le condenarán a muerte, 19y le entregarán a los gentiles para que le escarnezcan, le azoten y le crucifiquen, pero al tercer día resucitará.
La madre de los hijos de Zebedeo

(Mc 10,35-45)



20Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose para pedirle algo. 21Díjole El: ¿Qué quieres? Ella le contestó: Di que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y otro a tu izquierda en tu reino. 22Respondiendo Jesús, le dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo tengo que beber? Dijéronle: Podemos. 23El les respondió: Beberéis mi cáliz, pero sentarse a mi diestra o a mi siniestra no me toca a mí otorgarlo; es para aquellos para quienes está dispuesto por mi Padre. 24Oyendo esto, los diez se enojaron contra los dos hermanos. 25Pero Jesús, llamándolos a sí, les dijo: Vosotros sabéis que los príncipes de las naciones las subyugan y que los grandes imperan sobre ellas. 26No ha de ser así entre vosotros; al contrario, el que entre vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor, 27y el que entre vosotros quiera ser el primero, sea vuestro siervo, 28así como el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en redención de muchos.
Curación de dos ciegos

(Mc 10,46-52; Lc 18,35-43)



29Al salir de Jericó les seguía una muchedumbre numerosa. 30Dos ciegos que estaban sentados junto al camino oyeron que pasaba Jesús y comenzaron a gritar, diciendo: ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! 31La multitud los reprendía para hacerles callar, pero ellos gritaban con más fuerza, diciendo. ¡Señor, ten piedad de nosotros, Hijo de David! 32Se paró Jesús, y llamándolos, les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 33Dijéronle: Señor, que se abran nuestros ojos. 34Compadecido Jesús, tocó sus ojos, y al instante recobraron la vista, y seguían en pos de El.
T E R C E RA P A R T E
Ministerio De Jesús En Jerusalén

(2I-25)
Entrada triunfal en Jerusalén

(Mc 11,1-10; Lc 19,29-40; Jn 12,12-19)

21 1Cuando, próximos ya a Jerusalén, llegaron a Betfagé, junto al monte de los Olivos, envió Jesús a dos discípulos, 2diciéndoles: Id a la aldea que está enfrente, y luego encontraréis una borrica atada, y con ella el pollino: soltadlos y traédmelos, 3y si algo os dijeren, diréis: El Señor los necesita, y al instante los dejarán. 4Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta:

5«Decid a la hija de Sión: He aquí que tu rey viene a ti, manso y montado sobre un asno, sobre un pollino hijo de borrica». 6Fueron los discípulos e hicieron como les había mandado Jesús; 7y trajeron la borrica y el pollino, y pusieron sobre éste los mantos, y encima de ellos montó Jesús. 8La numerosísima muchedumbre extendía sus mantos por el camino, mientras otros, cortando ramos de los árboles, lo alfombraban. 9La multitud que le precedía gritaba, diciendo:

«Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor; hosanna en las alturas».



10Y cuando entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió y decía: ¿Quién es este? 11Y la muchedumbre respondía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.
La purificación del templo

(Mc 15,15-19; Lc 19,39-48)



12Entró Jesús en el templo de Dios y arrojó de allí a cuantos vendían y compraban en él, y derribó las mesas de las cambistas y los asientos de los vendedores de palomas, 13diciéndoles: Escrito está: «Mi casa será llamada casa de oración», pero vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones. 14Llegáronse a El ciegos y cojos en el templo y los sanó. 15Viendo los príncipes de los sacerdotes y los escribas las maravillas que hacía y a los niños que gritaban en el templo y decían: Hosanna al hijo de David, se indignaron 16y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Respondióles Jesús: Sí. ¿No habéis leído jamás: «De la boca de los niños y de los que maman has hecho brotar la alabanza»? 17Y dejándolos, salió de la ciudad a Betania, donde pasó la noche.
La maldición de la higuera

(Mc 11,12-14.20-24)



18Volviendo a la ciudad muy de mañana, sintió hambre, 19y viendo una higuera cerca del camino, se fue a ella; pero no halló en ella más que hojas, y dijo: Que jamás nazca fruto de ti. Y la higuera se secó al instante. 20Viendo esto los discípulos, se maravillaron y dijeron: ¡Cómo de repente se ha secado la higuera! 21Respondióles Jesús y les dijo: En verdad os digo que, si tuviereis fe y no dudareis, no sólo haréis lo de la higuera, sino que si dijereis a este monte: «Quítate y échate en el mar», se haría, 22y todo cuanto con fe pidiereis en la oración lo recibiríais.
Los poderes de Jesús

(Mc 11,27-33; LC 20,1-8)



23Entrando en el templo, se le acercaron los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo mientras enseñaba, diciendo: ¿Con qué poder haces tales cosas? ¿Quién te ha dado tal poder? 24Respondió Jesús y les dijo: Voy a haceros también yo una pregunta, y si me contestáis os diré, con qué poder hago tales cosas. 25El bautismo de Juan, ¿de dónde procedía? ¿Del cielo o de los hombres? Ellos comenzaron a pensar entre sí: Si decimos que del cielo, nos dirá: ¿Pues por qué no habéis creído en él? 26Si decimos que de los hombres, tememos a la muchedumbre, pues todos tienen a Juan por profeta. 27Y respondieron a Jesús: No sabemos. Díjoles El a su vez: Pues tampoco os digo yo con qué poder hago estas cosas.
La parábola de los dos hijos

28¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y llegándose al mayor, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en la viña. 29El respondió: No quiero. Pero después se arrepintió y fue. 30Y llegándose al segundo, le habló del mismo modo, y él respondió: Voy, señor; pero no fué. 31¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre? Respondiéronle: El primero. Díceles Jesús: En verdad os digo que los publicanos y las meretrices os preceden en el reino de Dios. 32Porque vino Juan a vosotros por el camino de la justicia, y no habéis creído en él, mientras que los publicanos y las meretrices creyeron en él. Pero vosotros, aun viendo esto, no os habéis arrepentido creyendo en él.
Parábola de los viñadores infieles

(Mc 12,1-12; Lc 20,9-19)



33Oíd otra parábola: Un padre de familia plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó en ella un lagar, edificó una torre y la arrendó a unos viñadores, partiéndose luego a tierras extrañas. 34Cuando se acercaba el tiempo de los frutos envió a sus criados a los viñadores para percibir su parte. 35Pero los viñadores, cogiendo a los siervos, a uno le atormentaron, a otro le mataron, a otro le apedrearon. 36De nuevo les envió otros siervos en mayor número que los primeros, e hicieron con ellos lo mismo. 37Finalmente les envió a su hijo, diciendo: Respetarán a mi hijo. 38Pero los viñadores, cuando vieron al hijo, se dijeron: Es el heredero; ea, a matarle, y tendremos su herencia. 39Y cogiéndole, le sacaron fuera de la viña y le mataron. 40Cuando venga, pues, el amo de la viña, ¿qué hará con estos viñadores? 41Le respondieron: Hará perecer de mala muerte a los malvados y arrendará la viña a otros viñadores que le entreguen los frutos a su tiempo. 42Jesús les respondió: ¿No habéis leído alguna vez en las Escrituras:

«La piedra que los edificadores habían rechazado, ésa fue hecha cabeza de esquina; del Señor viene esto, y es admirable a nuestros ojos»?



43Por eso os digo que os será quitado el reino de Dios y será entregado a un pueblo que rinda sus frutos. 44Y el que cayere sobre esta piedra se quebrantará, y aquel sobre quien cayere será pulverizado. 45Oyendo los príncipes de los sacerdotes y los fariseos sus parábolas, entendieron que de ellos hablaba, 46y queriendo apoderarse de El, temieron a la muchedumbre, que le tenía por profeta.
Parábola de los invitados a la boda

22 1Tomó Jesús de nuevo la palabra y les habló en parábolas, diciendo: 2El reino de los cielos es semejante a un rey que preparó el banquete de bodas a su hijo. 3Envió a sus criados a llamar a los invitados a las bodas, pero éstos no quisieron venir. 4De nuevo envió a otros siervos, ordenándoles: Decid a los invitados: Mi comida está preparada; los becerros y cebones, muertos; todo está pronto; venid a las bodas. 5Pero ellos, desdeñosos, se fueron quién a su campo, quién a su negocio. 6Otros, cogiendo a los siervos, los ultrajaron y les dieron muerte. 7El rey, montando en cólera, envió sus ejércitos, hizo matar a aquellos asesinos y dio su ciudad a las llamas. 8Después dijo a sus siervos: El banquete está dispuesto, pero los invitados no eran dignos. 9Id, pues, a las salidas de los caminos, y a cuantos encontréis llamadlos a las bodas. 10Salieron a los caminos los siervos y reunieron a cuantos encontraron, malos y buenos, y la sala de bodas quedó llena de convidados. 11Entrando el rey para ver a los que estaban a la mesa, vio allí a un hombre que no llevaba traje de boda, 12y le dijo: Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda? El enmudeció. 13Entonces el rey dijo a sus ministros: Atadle de pies y manos Y arrojadle a las tinieblas exteriores; allí habrá llanto y crujir de dientes. 14Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos.
La cuestión del tributo al César

15Entonces se retiraron los fariseos y celebraron consejo sobre cómo le cogerían en alguna cosa. 16Enviárosle discípulos suyos con herodianos para decirle: Maestro, sabemos que eres sincero y que con verdad enseñas el camino de Dios, sin darte cuidado de nadie, y que no tienes acepción de personas. 17Dinos, pues, tu parecer: ¿Es lícito pagar tributo al César o no? 18Jesús, conociendo su malicia, dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas? 19Mostradme la moneda del tributo. Ellos le presentaron un denario. 20El les preguntó: ¿De quién es esa imagen y esa inscripción? 21Le contestaron: Del César. Díjoles entonces: Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. 22Y al oírle se quedaron maravillados, y dejándole se fueron.
La resurrección de los muertos

23Aquel día se acercaron a El saduceos, que niegan la resurrección, y le interrogaron: 24Maestro, Moisés dice: «Si uno muere sin tener hijos, el hermano tomará su mujer para dar descendencia a su hermano». 25Pues había entre nosotros siete hermanos; y casado el primero, murió sin descendencia y dejó la mujer a su hermano; 26igualmente el segundo y el tercero, hasta los siete. 27Después de todos murió la mujer. 28Pues en la resurrección, ¿de cuál de los siete será la mujer?, porque los siete la tuvieron. 29Y respondiendo Jesús, les dijo: Estáis en un error y ni conocéis las Escrituras ni el poder de Dios. 30Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino que serán como ángeles en el cielo. 31Y cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que Dios ha dicho: 32Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac el Dios de Jacob? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos. 33Y la muchedumbre, oyéndole, se maravillaba de su doctrina.
El primer mandamiento de la Ley

(Mc 12,28-34)



34Los fariseos, oyendo que había hecho enmudecer a los saduceos, se juntaron en torno de El, 35y le preguntó uno de ellos, doctor, tentándole: 36Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? 37El le dijo: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. 38Este es el más grande y el primer mandamiento. 39El segundo, semejante a éste, es: Amarás al prójimo como a ti mismo. 40De estos dos preceptos penden toda la Ley y los Profetas.
La cuestión del origen del Mesías

(Mc 12,35-37; Lc 20,41-44)



41Reunidos los fariseos, les preguntó Jesús: 42¿Qué os parece de Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle ellos: De David. 43Les replicó: Pues ¿cómo David, en espíritu, le llama Señor, diciendo: 44«Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra mientras pongo a tus enemigos por escabel de tus pies»?

45Si, pues, David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo? 46Y nadie podía responderle palabra, ni se atrevió nadie desde entonces a preguntarle más.
Los escribas y fariseos, puestos al desnudo

(Mc 12,38-40; Lc 20,45-47)



23 1Entonces Jesús habló a las muchedumbres y a sus discípulos, 2diciendo: En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos. 3Haced, pues, y guardad lo que os digan, pero no los imitéis en las obras, porque ellos dicen y no hacen. 4Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los otros, pero ellos ni con un dedo hacen por moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos de los hombres. Ensanchan sus filacterias y alargan los flecos; 6gustan de los primeros asientos en los banquetes, y de las primeras sillas en las sinagogas, 7y de los saludos en las plazas, y de ser llamados por los hombres rabbi. 8Pero vosotros no os hagáis llamar rabbi, porque uno solo es vuestro Maestro, y todos vosotros sois hermanos. 9Ni llaméis padre a nadie sobre la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10Ni os hagáis llamar doctores, porque uno solo es vuestro doctor, Cristo. 11El más grande de vosotros sea vuestro servidor. 12El que se ensalzara será humillado y el que se humillare será ensalzado.
Recriminación a los escribas y fariseos

13¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni entráis vosotros ni permitís entrar a los que querían entrar. (14) 15¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un solo prosélito, y luego de hecho, le hacéis hijo de la gehenna dos veces más que vosotros! 16¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: Si uno jura por el templo, eso no es nada; pero si jura por el oro del templo, queda obligado! 17¡Insensatos y ciegos! ¿Qué vale más, el oro o el templo, que santifica el oro? 18Y si alguno jura por el altar, eso no es nada; pero si jura por la ofrenda que está sobre él, ése queda obligado. 19Ciegos, ¿qué es más, la ofrenda o el altar, que santifica la ofrenda? 20Pues el que jura por el altar, jura por él y por lo que está encima de él. 21Y el que jura por el templo, jura por él y por quien lo habita. 22Y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que en él se sienta. 23¡Ay de vosotros, escribas y fariseo, hipócritas, que diezmáis la menta, el anís y el comino y no os cuidáis de lo más grave de la Ley: la justicia, la misericordia y la lealtad! Bien sería hacer aquello, pero sin omitir esto. 24Guías ciegos, que coláis un mosquito y os tragáis un camello. 25¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que limpiáis por defuera la copa y el plato, que por dentro están llenos de rapiñas y codicias! 26Fariseo ciego, limpia primero por dentro la copa y el plato, y límpialo también luego por defuera. 27¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que os parecéis a sepulcros blanqueados, hermosos por fuera, mas por dentro llenos de huesos de muertos y de toda suerte de inmundicia! 28Así también vosotros por fuera parecéis justos a los hombres, mas por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad. 29¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, que edificáis sepulcros a los profetas y adornáis los monumentos de los justos, 30y decís: Si hubiéramos vivido nosotros en tiempo de nuestros padres, no hubiéramos sido cómplices suyos en la sangre de los profetas. 31Ya con esto os dais por hijos de los que mataron a los profetas. 32Colmad, pues, la medida de vuestros padres. 33Serpientes, raza de víboras, ¿cómo escaparéis al juicio de la gehenna?
El juicio divino

34Por esto os envío yo profetas, sabios y escribas, y a unos los mataréis y los crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad, 35para que caiga sobre vosotros toda la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el templo y el altar. 36En verdad os digo que todo esto vendrá sobre esta generación. 37¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos a la manera que la gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no quisiste! 38Vuestra casa quedará desierta, 39por que en verdad os digo que no me veréis más hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.

Profecía sobre la destrucción del templo

(Mc 13,1-4; Lc 21,5-7)

24 1Saliendo Jesús del templo, se le acercaron sus discípulos y le mostraban las construcciones del templo. 2El les dijo: ¿Veis todo esto? En verdad os digo que no quedará aquí piedra sobre piedra; todo será destruido. 3Y sentándose en el monte de los Olivos llegáronse a El aparte unos discípulos, diciendo: Dinos cuándo será todo esto y cuál la señal de tu venida y de la consumación del mundo.
Tiempos de angustia

(Mc 13,5-13; Lc 21,8-19)



4Jesús les respondió: Cuidad que nadie os engañe, 5porque vendrán muchos en mi nombre y dirán: Yo soy el Mesías, y engañarán a muchos. 6Oiréis hablar de guerras y rumores de guerras; pero no os turbéis, porque es preciso que esto suceda, mas no es aún el fin. 7Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá hambres y terremotos en diversos lugares; 8pero todo esto es el comienzo de los dolores.
La persecución contra el Evangelio

9Entonces os entregarán a los tormentos y os matarán, y seréis aborrecidos de todos los pueblos a causa de mi nombre. 10Entonces se escandalizarán muchos y unos a otros se harán traición y se aborrecerán; 11y se levantarán muchos falsos profetas que engañarán a muchos, 12y por el exceso de la maldad se enfriará la caridad de muchos; 13mas el que perseverare hasta el fin, ése será salvo. 14Será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, testimonio para todas las naciones, y entonces vendrá el fin.
La desolación de Judea

(Mc 13,14-20; Lc 21,20-24)



15Cuando viereis, pues, la abominación de la desolación predicha por el profeta Daniel en el lugar santo 16(el que leyere entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes; 17el que esté en el terrado no baje a tomar nada de su casa 18y el que esté en el campo no vuelva atrás en busca del manto. 19¡Ay de las que estén encintas y de las que críen en aquellos días! 20Orad para que vuestra huida no tenga lugar en invierno ni en sábado.
La tribulación suprema

(Mc 13,21-25; Lc 21,25-26)



21Porque habrá entonces una tan gran tributación cual no la hubo desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá, 22y, si no se acortasen aquellos días, nadie se salvaría; mas por amor de los elegidos se acortarán los días aquellos. 23Entonces, si alguno dijere: Aquí está el Mesías, no le creáis, 24porque se levantarán falsos mecías y falsos profetas, y obrarán grandes señales y prodigios para inducir a error, si posible fuera, aun a los mismos elegidos. 25Mirad que os lo digo de antemano. 26Si os dicen, pues: Aquí está, en el desierto, no salgáis; aquí está, en un escondite, no lo creáis, 27porque como el relámpago que sale del oriente y brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo del hombre. 28Donde está el cadáver, allí se reúnen los buitres.
La venida del Hijo del hombre

(Mc 13,26-27; Lc 21,27)



29Luego, en seguida, después de la tribulación de aquellos días, se obscurecerá el sol, y la luna no dará su luz, y la estrellas caerán del cielo, y las columnas del cielo se conmoverán. 30Entonces aparecerá el estandarte del Hijo del hombre en el cielo, y se lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y majestad grande. 31Y enviará sus ángeles con poderosa trompeta y reunirán de los cuatro vientos a los elegidos, desde un extremo del cielo hasta el otro.
La parábola de la higuera

(Mc 13,28-31; Lc 21,28-33)



32Aprended la parábola de la higuera: Cuando sus ramos están tiernos y brotan las hojas, conocéis que el estío se acerca, 33así vosotros también, cuando veáis todo esto, entended que está próximo, a las puertas. 34En verdad os digo que no pasará esta generación antes que todo esto suceda. 35El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Incertidumbre del juicio

(Mc 3,22)



36De aquel día y de aquella hora nadie sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo sino sólo el Padre. 37Porque como en los días de Noé, así será la aparición del Hijo del hombre. 38En los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca; 39y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrebató a todos. Así será a la venida del Hijo del hombre. 40Entonces estarán dos en el campo, uno será tomado y el otro será dejado. 41Dos molerán en la muela, una será tomada y otra será dejada.
Necesidad de velar

(Mc 13,33; Lc 21,34-36)



42Velad, pues, porque no sabéis cuándo llegará vuestro Señor. 43Pensad bien que si el padre de familia supiera en qué vigilia vendría el ladrón, velaría y no permitiría horadar su casa. 44Por eso vosotros habéis de estar preparados, porque a la hora que menos penséis vendrá el Hijo del hombre. 45¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, a quien constituyó su amo sobre la servidumbre para darles provisiones a su tiempo? 46Dichoso el siervo aquel a quien, al venir su amo, hallare que hace así. 47En verdad os digo que le pondrá sobre toda su hacienda. 48Pero si el mal siervo dijera para sus adentros: Mi amo tardará, 49y comenzare a golpear a sus compañeros y a comer y beber con borrachos, 50vendrá el amo de ese siervo el día que menos lo espera y a hora que no sabe 51y le hará azotar y le echará con los hipócritas; allí habrá llanto y crujir de dientes.
Parábola de las diez vírgenes
1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   68


Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©atelim.com 2016
rəhbərliyinə müraciət