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Manejo participativo Establecimiento y fortalecimiento de la participación de las comunidades


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Adaptado de Borrini-Feyerabend, 1999


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3.3 Aplicación y aprendizaje práctico











11)

Velar por que se cumplan todos los compromisos, comprendidas la organización de reuniones y la realización de las tareas acordadas en ellas (esto se aplica a todas las partes – miembros de la comunidad local, personal del gobierno y personal del proyecto):






  • hacer que la comunidad elija o nombre personas o comités encargados de llevar a cabo las tareas acordadas;







  • velar por que estas personas y comités rindan cuenta de su cometido a la comunidad;







  • velar por la observancia de los acuerdos sobre suministro de materiales o asistencia financiera por el gobierno.













12)

Ayudar a la comunidad a elaborar un programa de monitoreo y evaluación para verificar los avances y la eficacia de la estrategia (véase el capítulo 4):






  • ayudar a la comunidad a identificar indicadores de éxito que tengan sentido para ella;







  • prestar todo asesoramiento necesario respecto del diseño de los indicadores y el programa de monitoreo que mejore la validez de los resultados, velando por que la comunidad conserve la dirección del programa y quede satisfecha con los indicadores;







  • de ser necesario, prestar asistencia acerca de cómo recoger e interpretar los datos del monitoreo mediante la capacitación in situ con miembros de la comunidad;













  • estar dispuesto a sacrificar el rigor estadístico en aras de enfoques que la comunidad comprenda y le inspiren confianza;







  • velar por que se dé amplia difusión a los resultados del monitoreo y que la comunidad los entienda;







  • acordarse de incluir organismos gubernamentales en el programa de monitoreo (para monitorear su rendimiento) y velar por que participe en la interpretación de sus resultados.













13)

Cerciorarse de que las tareas asignadas a los distintos interesados directos correspondan a sus capacidades y de que contarán con el tiempo necesario para acometerlas:






  • tener en cuenta su nivel de entendimiento de la naturaleza de la tarea;







  • tener en cuenta cómo la población local emplea su tiempo en las distintas estaciones del año, v. gr., ciclos agrícolas y ceremoniales;







  • tener presentes las actitudes prejuiciadas (v.gr., falta de confianza entre la población local y el personal del organismo).













14)

Velar por que se facilite información actualizada a los organismos de financiación sobre la aparición de cuestiones de urgencia y el desarrollo de enfoques participativos (de esta forma estarán más dispuestas a aceptar los cambios de orientación o asignación de fondos que hagan falta).












15)

Establecer redes de comunidades involucradas en el manejo y alentarlas a mantener contactos periódicos y a intercambiar experiencias:






  • organizar viajes de estudio entre tales comunidades;







  • organizar conferencias y/o intercambios periódicos de información informales;







  • incorporar en las redes a figuras locales, tales como representantes de medios de comunicación, empresarios, políticos, etc., que quizá puedan apoyar las iniciativas participativas de la comunidad.













16)

Prepararse para repetir o ampliar la iniciativa desde un principio:












  • capacitar a la población local y desarrollar su confianza para que pueda capacitar a personas de otras comunidades;







  • evitar repetir el proyecto de manera apresura en otros lugares;







  • cuidarse de otras comunidades que quieran apuntarse también a la iniciativa basándose únicamente en la impresión general de que la participación en ella reporta beneficios materiales.



Photo caption: El estudio de factibilidad y planificación participativas requieren consultas detalladas con los interesados directos, como en este caso en Bolivia.



Capítulo 4. Monitoreo y evaluación

El tema del monitoreo y la evaluación está bien documentado. La finalidad de este capítulo es resumir las cuestiones más importantes. Como en el capítulo anterior, se recomienda que quienes necesiten mayores orientaciones sobre este tema se comuniquen con la Oficina de la Convención de Ramsar o se remitan a la sección titulada ‘Otros recursos’ que sigue a este capítulo.


El monitoreo es un proceso continuo de verificación para determinar si las actividades del proyecto se están ultimando de forma oportuna y participativa y de que se están alcanzando los objetivos apetecidos. La evaluación suele llevarse a cabo hacia la mitad y al término del ciclo del proyecto y su finalidad es medir el grado en que el proyecto ha alcanzado sus resultados, los efectos de dichos resultados (en la población local o el humedal) y los avances alcanzados en el logro de las metas del proyecto. El monitoreo y la evaluación pueden definirse como la recogida, el análisis y el empleo de información (datos) sobre los insumos, las actividades, los resultados, los objetivos y las metas del proyecto para incrementar su eficacia. Tales datos pueden ser útiles también para aplicar los enfoques del proyecto en otras comunidades.
En la mayor parte de los manuales sobre recursos se diferencia entre el monitoreo y la evaluación a cargo de expertos o profesionales y la de carácter participativo. En el manejo participativo de humedales los interesados directos deberían intervenir en la elección de los indicadores pertinentes y, cuando sea posible, en el monitoreo y la evaluación propiamente dichos. Esto garantizará que la iniciativa alcance las metas de la comunidad y responda a sus aspiraciones. Es probable que la práctica de involucrar a la población local de esta manera fortalezca su consagración a la conservación de los humedales y al proceso de manejo participativo, así como su convencimiento de que dirige dicho proceso. Otras razones para involucrar a la población son:


  • a la gente le agrada conocer los resultados de sus esfuerzos;

  • la gente se siente más comprometida con un proyecto de la comunidad cuando se recaban y valoran sus opiniones;

  • por regla general a la gente le agrada aprender a hacer las cosas mejor; y

  • la gente se siente más a cargo y cómoda si puede hacer una evaluación crítica de su propia labor en vez de que sea evaluada por gente de afuera afuereñosvisitantes foráneos (Woodhill y Robins, 1998).


4.1 Monitoreo participativo
En la esfera del monitoreo y la evaluación se emplea una terminología especializada y los términos “resultados” e “impactos” tienen con frecuencia significados muy específicos. En el recuadro 4.1 figura un ejemplo de algunas modalidades comunes de monitoreo y evaluación y de la terminología conexa. En aras de la simplicidad, en los pasajes siguientes sólo se analizan dos aspectos importantes del monitoreo. El primero es el monitoreo de procesos, que mide los avances en la obtención de los insumos del proyecto (como dinero, capacitación, etc.) y el logro de sus resultados (como las reuniones de capacitación celebradas, el número de hectáreas reverdecidas, etcetc.). Por regla general esto lo exigen los organismos de financiación, es relativamente fácil de llevar a cabo y los indicadores pertinentes se establecen sin dificultad. A menudo los indicadores se pueden tomar directamente de las metas y los objetivos descritos en el documento del proyecto o de un enfoque de marco lógico.
El segundo es el monitoreo del funcionamiento, que pone de relieve tendencias a aproximarse o a alejarse de los objetivos del proyecto. Éstas pueden incluir, por ejemplo, medidas para conservar la biodiversidad, la salud de ecosistemas, mejoras de los medios de vida locales derivadas del aprovechamiento sostenible de recursos naturales o el grado de participación local. En los párrafos 17 a 21 de los Lineamientos (páginas 000-000XX-XX) figuran ejemplos de algunas medidas del grado de éxito de la participación local). Los indicadores contenidos en los Lineamientos no son exhaustivos, sino que representan una primera aproximación a la cuestión de si el manejo participativo se ha afianzado o no y si es probable o no que sea efectivo y sostenible a largo plazo.

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‘Recuadro 4.1 Monitoreo participativo…………………

Cuatro clases de monitoreo de proyectos

El monitoreo es la recogida y gestión de datos relacionados con valores fijados como objetivo por adelantado para indicadores específicos. Esta información se recoge de forma continua durante toda la fase de ejecución de un proyecto.


Monitoreo institucional: esta categoría se refiere al monitoreo interno de las cuestiones financieras, físicas y de organización que afectan al proyecto. El monitoreo financiero sigue los insumos y costos del proyecto por actividad según categorías de gastos definidas de antemano. El monitoreo físico sigue la distribución y ejecución de las actividades del proyecto, así como sus resultados/intervenciones. El monitoreo de organización sigue la sostenibilidad, el desarrollo institucional y la creación de capacidad en el proyecto y los asociados directos.
Monitoreo del contexto: el proceso de vigilar cómo el contexto en el que se desarrolla un proyecto afecta a sus supuestos críticos y los riesgos que supone para el proyecto. Esto comprende el monitoreo de las cuestiones institucionales y de política susceptibles de afectar a la capacidad del proyecto para actuar o a la capacidad de la población elegida como objetivo para responder al proyecto. Estas preocupaciones se enfrentan en algún grado durante el monitoreo, pero sobre todo durante la evaluación.
Monitoreo de resultados: el proceso de seguir los efectos del proyecto (respuestas de la población elegida como objetivo a los resultados/intervenciones del proyecto) y sus impactos (la contribución hecha por el proyecto a cambios fundamentales y sostenibles para la población elegida como objetivo). Las preocupaciones relacionadas con los efectos se enfrentan en algún grado durante el monitoreo, pero sobre todo durante la evaluación. La medición de impactos casi nunca se aborda mediante monitoreo y pertenece principalmente al ámbito de la evaluación.
Monitoreo de objetivos: el proceso de seguir los objetivos y las estrategias del proyecto para determinar si siguen siendo pertinentes para la población elegida como objetivo y sus necesidades cambiantes.
Tomado de Barton, 1997.

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En el recuadro 4.2 figura un ejemplo de indicadores establecidos por la comunidad para monitorear la biodiversidad. En este caso la comunidad estaba interesada en el aprovechamiento sostenible de una especie determinada de crustáceo que, según se comprobó, dependía también de la calidad de los arrecifes de coral. En los estudios de caso sobre Australia y Tanzanía (véase el apéndice IV) aparecen ejemplos parecidos de monitoreo ecológico de base comunitaria. La elección de una especie que reviste una importancia directa para el sustento de las comunidades locales garantiza a menudo que se alcancen también los objetivos de conservación de la biodiversidad. El monitoreo se puede integrar también en algo que los miembros de la comunidad ya estén haciendo, como monitorear la calidad del agua en el momento de recogerla o calcular el número de peces capturados en un período dado.


Si la comunidad manifiesta suficiente interés en el proceso de manejo participativo se le puede dar capacitación especializada en el empleo de varias herramientas y técnicas de monitoreo ecológico. Los facilitadores pueden ayudar a la comunidad a elaborar un plan bien focalizado, culturalmente apropiado y sencillo de monitoreo. Varias técnicas participativas empleadas en el estudio de factibilidad y planificación participativas (v. gr., levantamiento de mapas, entrevistas semiestructuradas, flujogramas, análisis de matrices, etc.) pueden ser muy útiles también para el monitoreo participativo. Estas técnicas se describen en un número apreciable y cada vez mayor de manuales (véase Otros Recursos, a continuación de este capítulo).
Si bien es importante involucrar a los lugareños en el análisis y el empleo de los datos del monitoreo, esto no significa necesariamente que la propia población local deba recogerlos. La sola participación en la identificación de indicadores de éxito y en la recepción e interpretación de los resultados del monitoreo representa ya un papel importante. Es posible que el estilo de vida de algunos grupos locales no facilite el monitoreo periódico (por ejemplo, debido a los ciclos agrícolas de siembra y cosecha) o que carezcan de las aptitudes y los conocimientos que esta tarea requiere. Es más, cuando un donante o una ONG conservacionista tiene objetivos de conservación específicos (v. gr., incrementar los recuentos de aves migratorias) que no representan una prioridad directa para la comunidad, será preferible que estos datos sean recogidos por expertos externos que tengan interés en hacerlo.

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Recuadro 4.2 Monitoreo participativo …………..

Un ejemplo de monitoreo ecológico de base comunitaria


La población de Fiji ha dependido durante siglos de los ecosistemas marinos como fuentes de alimentos y medios de vida. Hoy, sin embargo, a los miembros de la comunidad de Verata Tikina, un condado de siete aldeas, les preocupan las amenazas que la explotación excesiva y el encenegamiento representan para sus recursos marinos. Desean poner coto a la explotación excesiva y al mismo tiempo hallar otras fuentes de ingresos.
En Fiji la tenencia de los recursos marinos descansa en la comunidad y las comunidades conocen los arrecifes de coral extremadamente bien. Los habitantes de Fiji viven en comunidades altamente estructuradas y cohesionadas y poseen conocimientos ecológicos detallados de sus ecosistemas. En 1996 las comunidades de Verata participaron en evaluaciones de los recursos que asignaron prioridades a las necesidades de sus aldeas. Los miembros de la comunidad levantaron mapas de sus aldeas, identificaron los problemas percibidos y debatieron cómo resolverlos. Luego, en abril de 1997 en Verata se celebró un seminario de dos semanas sobre monitoreo biológico participativo. Participaron representantes de las siete comunidades y el número de asistentes se disparó debido a que la actividad fue despertando el interés de más y más aldeanos. Los participantes identificaron los problemas de manejo de los recursos marinos, elaboraron planes de acción para encarar los retos y planes de monitoreo para evaluar la eficacia de las intervenciones. Los aldeanos identificaron y aprobaron dos sitios tabú (zonas de veda) para poder comparar los niveles de organismos en los sitios explotados y no explotados, estudiar los índices de recuperación y conservar la biodiversidad.
Al término del seminario los aldeanos invitaron a 40 administradores del gobierno a realizar un viaje de observación para que pudieran presenciar el monitoreo en acción. Éstos se quedaron tan impresionados que pidieron que se organizara un seminario de capacitación para sus propios departamentos gubernamentales e incorporaron también a las ONG. El monitoreo ha permitido a las comunidades observar, por ejemplo, que, gracias a la explotación controlada, el berberecho de agua salada, conocido con el nombre de “kaikoso”, se está recuperando en las zonas no explotadas. La comunidad eligió el kaikoso como indicador de impacto. Es fácil de contar y medir y también un recurso valorado por la comunidad. Como resultado del monitoreo, el Consejo de Verata propuso prohibir la extracción de coral.
Adaptado del Biodiversity Support Programme, Lessons from the Field, No. 1, 1998 (Disponible en http://www.BSPonline.org/publications/index.html).
Photo caption: Los recursos marinos revisten una importancia vital para todas las comunidades de Fiji.

Foto: WWF/C. Holloway


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4.2 Evaluación participativa
En las publicaciones sobre monitoreo y evaluación se adopta a menudo la premisa de que existe un proyecto definido que ha sido concebido y ejecutado por un único organismo teniendo en cuenta objetivos precisos. En el caso del manejo participativo de humedales no siempre ocurre esto. Puede que un organismo gubernamental o una ONG empiece a trabajar con una comunidad respecto de una serie dada de cuestiones (v.gr., el estado nutricional de la población o aguas contaminadas) y comprobar que existe un nexo entre ellas y preocupaciones ambientales como la salud del ecosistema de humedales (v. gr., disminución de las capturas de peces). Así, la labor relacionada con los ecosistemas de humedales puede evolucionar orgánicamente a partir de las preocupaciones de la comunidad y no del plan preconcebido de un proyecto. En estos casos las evaluaciones basadas en objetivos (medición de los productos e impactos del proyecto en relación con objetivos definidos con antelación) no aportará una imagen completa de los impactos del proyecto. Hace falta pues un enfoque más flexible que examine los éxitos y fracasos o si se tradujo en algún resultado inesperado (positivo o negativo). Esto suele denominarse “aprendizaje práctico” o “manejo adaptable” (recuadro 4.3).
Para facilitar el aprendizaje práctico es importante no sólo recoger datos sino adoptar también una actitud de manejo apropiada. Si se considera que los errores ofrecen la posibilidad de aprender y se recompensa a quienes identifican problemas y soluciones innovadoras se dará un fuerte estímulo al aprendizaje práctico. Por otra parte, es importante que las innovaciones, en particular las innovaciones de los planes de manejo aprobados por todos los interesados directos, no se introduzcan sin el consentimiento previo de todas las partes. Aun cuando estas innovaciones sean potencialmente útiles, podrían invalidar el monitoreo y la evaluación y por ende el proceso de aprendizaje práctico.
A diferencia del monitoreo, que es un proceso continuo, la evaluación suele implicar un período más largo de análisis y reflexión. La evaluación puede llevarse a cabo una o dos veces por año o al término de una fase determinada de ejecución. Una evaluación participativa se concentrará en los asuntos que preocupan a la comunidad y el énfasis se pondrá en lo que la comunidad puede hacer, en colaboración con el gobierno y las ONG interesadas, para mejorar el mecanismo de manejo participativo. Al fin y al cabo, las comunidades no piensan en términos de “períodos de proyectos”; la cuestión del manejo de los humedales forma parte de su vida cotidiana y puede ser crítica para su propia supervivencia.
Muchas de las técnicas participativas empleadas para valorar, planificar y monitorear pueden emplearse también en la fase de evaluación. Sin embargo, la evaluación va más lejos que la medición de los logros (actividades realizadas) y los resultados (cambios en la conducta o en el medio ambiente), y mide asimismo los impactos (el grado en que se han alcanzado las metas del proyecto) y los cambios en el contexto susceptibles de invalidar las premisas que sirven de base al proyecto. Un cambio de gobierno, un nuevo mercado para los productos de los humedales, la concesión de más licencias a flotas pesqueras multinacionales o la inestabilidad política son ejemplos de esto último. Todos estos factores son ajenos al proyecto; la comunidad ejerce poco control sobre el contexto, pero el acuerdo de manejo participativo debe tenerlo en cuenta.
Los resultados de la evaluación participativa deben incorporarse al proceso de manejo para que sea posible atender tanto a las preocupaciones de la comunidad con su sustento como a la sostenibilidad del ecosistema. Como la expresión “aprendizaje práctico” implica, esto supone un proceso continuo de ajuste y renegociación de los planes y acuerdos.

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Recuadro 4.3 Evaluación participativa ………

Manejo y evaluación adaptables: aprendizaje práctico

En el caso de algunos proyectos es fácil determinar desde un principio qué se ha de hacer y por qué. Por ejemplo, cuando se construye un centro comunitario es fácil contar con una serie de metas y objetivos claros y un enfoque ordenado de monitoreo y evaluación. Ahora bien, en el caso del manejo de recursos naturales, muchos de los problemas no están bien definidos y son complejos, lo que hace necesario aprender sobre la marcha y adaptar las metas y los objetivos del proyecto en forma continua. Este método no lineal y cíclico o de aprendizaje práctico ha pasado a denominarse comúnmente “manejo adaptable”.


Esto trae consigo dos consecuencias para el monitoreo y la evaluación. En primer lugar, los métodos descritos en los manuales, que ven la evaluación como un proceso nítido y lineal – determinación de objetivos medibles y de indicadores de eficacia al principio y monitoreo ulterior de dichos indicadores durante el ciclo del proyecto – son con frecuencia poco realistas. En segundo lugar, en tal situación el monitoreo y la evaluación se vuelven de hecho más importantes, pues aportan información crítica para adaptar los objetivos y la ejecución del proyecto. Cuando los conocimientos y objetivos iniciales son poco claros hacen falta más ciclos de retroinformación.
Adaptado de Woodhill y Robins, 1998.

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Otros materiales disponibles
La finalidad de esta lista de publicaciones y recursos disponibles en Internet es ayudar a los profesionales a conseguir otros materiales sobre el manejo participativo. Los manuales de referencia y los recursos disponibles en Internet de especial interés van precedidos de un asterisco (*).

Publicaciones

Barton, T. (1997). CARE - Uganda Guidelines to Monitoring and Evaluation: How are We Doing? Kampala, Uganda: CARE International.


* Barton, T., Borrini-Feyerabend, G., de Sherbinin, A., y P. Warren (1997). Nuestra gente, nuestros recursos. Gland, Suiza y Cambridge, Reino Unido: UICN. (Disponible también en francés e inglés.)
Becker, C.D., y E. Ostrom (1995). Human Ecology and Resource Sustainability: The Importance of Institutional Diversity. Annual Review of Ecological Systems, Vol. 26, págs. 113 a 133.
Berger, J., y M. Gochfeld (1998). The Tragedy of the Commons Revisited. Environment, Vol. 40, No. 10, December 1998.
Borrini-Feyerabend, G. (1999). Participatory Management of Natural Resources. Exposición hecha en un seminario sobre negociación de acuerdos de manejo celebrado en Maroua (Camerún) en enero de 1999.
* Borrini-Feyerabend, G. (compiladora.) (1997). Beyond Fences: Seeking Social Sustainability in Conservation. Gland, Suiza: IUCN. (Disponible en inglés únicamente.)
* Borrini-Feyerabend, G. (1996). Manejo participativo de areas protegidas: adaptando el metodo al contexto. Gland, Suiza: UICN. (Disponible también en francés, inglés y portugués.)
* Case, D.D. (1990). Herramientas para la comunidad conceptos, métodos y herramientas para el diagnóstico, seguimiento y evaluación participativos en el desarrollo forestal comunitario. Roma: FAO. (Disponible también en Internet en: http://www.fao.org/docrep/x5307e/x5307e00.htm.)
* Claridge, G.F., y B. O’Callaghan (1997). Community Involvement in Wetland Management: Lessons from the Field. Incorporating the Proceedings of Workshop 3: Wetlands, Local People and Development of the International Conference on Wetlands and Development, Kuala Lumpur, Malaysia 9-13 October 1995. Kuala Lumpur, Malasia: Wetlands International-Asia Pacific. (Disponible en inglés únicamente.)
Clay, J.W. (1988). Indigenous Peoples and Tropical Forests: Models of Land Use and Management for Latin America. Cultural Survival Report 27, Cambridge, Mass: Cultural Survival.
Davis, T.J. (1993). Towards the Wise Use of Wetlands. Gland, Suiza: Oficina de la Convención de Ramsar. (Disponible en inglés únicamente.)
* Granizo, T. (1997). Uso Sostenible de Humedales en América del Sur: Una Aproximación. Quito, Ecuador: IUCN-SUR. (Disponible en español únicamente.)
Harwell, E. (1997). Law and Culture in Resource Management: An Analysis of Local Systems for Resource Management in the Danau Sentarum Wildlife Reserve, West Kalimantan, Indonesia. Bogor, Indonesia: UK-ITFMP/Wetlands International Indonesia Programme.
Korten, D.C. (compilador.) (1986). Community Management: Asian Experience and Perspectives. West Hartford, CT: Kumarian Press.
Mitchell, B.A., y J.L. Brown (1998). Stewardship: A Working Definition, in Environments Vol. 26, No. 1, págs. 8 a 15.
* Momberg, F., Atok, K., y M. Sirait (1996). Drawing on Local Knowledge: A Community Mapping Training Manual. Jakarta, Indonesia: Ford Foundation, Yayasan Karya Sosial Pancur Kasih, WWF Indonesia Programme. (Disponible en inglés únicamente.)
Moore, S.A. (1995). The Role of Trust in Social Networks: Formation, Function and Fragility, en Saunders, D.A., J.L. Craig y E.M. Mattiske (compiladores). Nature Conservation 4: The Role of Networks. Surrey Beatty & Sons, Sydney. págs.148-154.
Murphree, M. (1997). Common Property, Communal Property and Open Access Regimes, in Beyond Fences: Seeking Social Sustainability in Conservation, Borrini-Feyerabend, G. (compiladora.), Vol. 2, Gland, Suiza: UICN.
OEA (Organización de los Estados Americanos) (1997). Papel de los Gobiernos Locales y la Participación Publica en la Gestión Ambiental. Informe final del seminario interamericano celebrado en Barquisimeto (Venezuela) del 11 al 13 de junio de 1996.
Ostrom, E. (1990). Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action. Cambridge University Press, Cambridge.
Porter, D.R., y D.A. Salvesen (1995). Collaborative Planning for Wetlands and Wildlife: Issues and Examples. Island Press, Washington, D.C.
* Pretty, J., Gujit, I., Thompson, J. e I. Scoones (1995). Participatory Learning and Action: A Trainers Guide. London: International Institute for Environment and Development (IIED).
Renard, Y. (1991). Institutional Challenges for Community-Based Management in the Caribbean. Nature and Resources, Vol.27, No.4.
Sturgess, G.L. (1996). Managing the Complexity of NSW Estuarine Fisheries. Submission to the Inquiry by the NSW Standing Committee on State Development into Fisheries Management and Resource Allocation in NSW. Documento inédito.
Weinstein, M.S. (1998). Pieces of the Puzzle: Getting to the Solution for Community-Based Coastal Zone Management in Canada. Intervención principal preparada para Coastal Zone Canada 1998, Victoria, British Columbia, 30 de agosto a 3 de septiembre de 1998.
* Woodhill, J., y L. Robins (1998). Participatory Evaluation for Landcare and Catchment Groups: A Guide for Facilitators. Yarralumla, Australia: Greening Australia.


Recursos disponibles en Internet

Biodiversity Support Program web site, http://www.BSPonline.org. En la sección de publicaciones de esta página Web figuran versiones electrónicas de Beyond Fences, citada anteriormente, así como de otros recursos.


* Collaborative Management Forum list server. Para inscribirse en la lista de participantes de este foro de debate por Internet se ha de enviar un mensaje por correo electrónico a hq@indaba.iucn.org que diga en el texto del mensaje “subscribe cm-forum”.
Página Web sobre Community Forestry (silvicultura comunitaria) de la FAO, http://www.fao.org/montes/fon/fonp/cfu/default.htm. El manejo participativo de los humedales tiene mucho en común con el manejo participativo de cualquier otro recurso natural. Esta página contiene muchas herramientas útiles para el manejo comunitario de recursos naturales.
* Página Web del Resource Centre del International Institute for Environment and Development (IIED), http://www.iied.org/resource. Esta página Web contiene un catálogo explorable de todas las obras relacionadas con el aprendizaje y la acción participativas y el manejo comunitario de especies silvestres que obran en poder del IIED. El Resource Centre del IIED distribuye sin cargo fotocopias de sus materiales a los países que no son miembros de la OCDE cuando los recursos financieros disponibles lo permiten.
Página Web del Grupo de Política Social de la UICN, http://iucn.org/themes/spp. Esta página Web contiene la versión íntegra de Collaborative Management of Protected Areas, citada más arriba, así como de otros recursos.
* Página Web de NRM_Changelinks: Improving Community Participation in Environment and Development, http://nrm.massey.ac.nz/changelinks. Esta página Web contiene importantes materiales sobre creación de capacidad, planificación y manejo colaborativos, manejo de conflictos e investigación-acción, así como información sobre servidores de listas de participantes en foros electrónicos e hiperenlaces con otras páginas Web.
Página Web del Centro de Recursos para el Uso Racional de los Humedales de la Convención sobre los Humedales, http:// ramsar.org/wurc_library.htm. Esta página Web contiene materiales sobre políticas nacionales de humedales, cartografía de humedales, educación y potenciación de la comunidad.

Apéndice I

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