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Las luchas campesinas


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CAPITULO 2
Conflictos agrarios
sobre la tierra



2.1.-El caso Juan de Mena y Cleto Romero.

2.1.1.-El contexto socioeconómico y político.


A mediados de la década del 80 comenzaba a consolidarse un modelo dual de desarrollo, con un polo moderno que tuvo su acumulación original a las sombras del orden autoritario y un sector campesino que se minifundizaba con el agotamiento del crecimiento de la frontera agrícola vía colonización.
Mba’ehaiko lo mitâ jaikove kyhyjepópe

Nañasêiri umi moñaime mombyry ñamombopa

Anivéna tegâgua jaheja ñande yvýpe

Ñande róga teetépe ohuâ’i ñane nupâ...


Che ne’irâ ajuhu mba’apópe ojehekáva

Hapichápe ohejáva michimi taipir’y

Oipotágui ijaty tuichave pe imba’erâva

Maerâve ndoikói upépe repytarô nerendy...


Âmba’eku ndikatúi oimeháicha jajapónte

Korasô tekotevêma jajopy hatâ’imi

Aniche vaêra voí, guaraní ñande rekópe

Juayhupápe jaje’oirô, jaguevimo nimichî.


Che ñe’â tetâ rayhúgui ipotýva che jurupe

Ame’êma yvytúpe aipotágui ojekuaa

Sapy’arô apyta asapymi mamo oimehápe

Moñaikuéra ke oimeháicha katuete pemosêmba.


Fragmentos de JAJAPO VAERÂ de
Emilio Bobadilla Cáceres

La asignación prebendaria de tierras fiscales en grandes extensiones agotó la disponibilidad de tierras para la constitución de asentamientos “planificados” por el IBR y solo quedaba la colonización espontánea como vía históricamente disponible para el acceso a la parcela familiar. Para este tipo de colonización las capas campesinas apelaban a la memoria histórica de sus ancestrales luchas.

A tono con la modernización de orientación marcadamente conservadora impulsada por el orden autoritario coexistían en el mismo un empresariado --ligado simultáneamente al capital comercial, financiero y a la emergente empresa agropecuaria-- con componentes contradictorios con la hegemonía de los rasgos oligárquicos, en una sociedad donde los diversos agrupamientos dominantes se caracterizan por tener su tierra.

La modernización capitalista conservadora de la estructura agraria --asociada al crecimiento demográfico y al empobrecimiento campesino-- provocó cambios en las relaciones sociales de producción y se expresó en movilizaciones campesinas reactivas y proactivas violentas, mientras desde la Iglesia se percibió a la emergente estructura social como un obstáculo para la concreción del principio ético de la fraternidad (Carter, 1999c). Agentes pastorales eran testigos de padecimientos de los campesinos y en esa medida portadores de un mensaje de liberación del sufrimiento; la ética religiosa del amor fraternal llevaba a la Iglesia apoyar a los reclamos campesinos de acceso a tierras (Carter, 1999c).

En términos políticos, el orden autoritario centrado en Stroessner descansaba en la “unidad granítica” de las Fuerzas Armadas --en realidad un grupo de oficiales superiores--, el partido oficialista y un grupo de sirvientes incondicionales. La contrainsurgencia montada en el Operativo Cóndor en el marco de la guerra fría, que cobró miles de víctimas, logró sus objetivos: una sociedad civil desgarrada y focos críticos destrozados.


2.1.2.-Antecedentes del conflicto.


En este punto interesa discutir cuál fue el problema o conflicto potencial, y en ese sentido debemos remontarnos a la situación inicial. En efecto, en 1985 una ONG, el CPCC, ejecutó un proyecto productivo, replicando el modelo que el Centro Paraguayo de Cooperativistas (CPC) ejecutara en Villarrica; el CPCC llegó a Juan de Mena y Cleto Romero con su propuesta de crédito y asistencia técnica y sus técnicos se encontraron con un desafío no previsto por el proyecto. El grupo de campesinos de Cleto Romero y Juan de Mena constituían dos colectividades con asentamiento de tipo aldeano separados por dos esteros (el Tobatí y el arroyo Hondo) de un gran latifundio de 40.000 hectáreas; los mismos dependían del fondo en cuestión.

En la versión de un campesino de Juan de Mena:



Cuando comenzamos algunos de nuestros padres contaban con dos hectáreas en aquel tiempo, y cuando sus hijos crecían y se casaban se quedaban todos en esas dos hectáreas. De ahí comían todos. Y cuando ya no se podía, cuando ya no había alternativas, solamente quedaba luchar... y en este momento trabajamos con el Comité de Agricultores... y ahí nació la idea, en el Comité de Agricultores. Pero, encontramos que no podíamos plantar nada porque no teníamos tierra.

El antecedente más próximo del conflicto era la existencia de una población carente de tierras, hacinadas en dos comunidades, Juan de Mena y Cleto Romero, colectividades separadas por el gran latifundio de unas 40.000 hectáreas. Los campesinos en cuestión aportaban 1.000 guaraníes para la gestión de tierras entre los esteros de Tobatiry y Arroyo Hondo; los campesinos estaban controlados por comerciantes locales y carecían de toda experiencia organizativa, ya que de alguna manera dependían del latifundio ganadero que funcionaba como un feudo. Estas poblaciones aldeanas de hecho protegían el latifundio con cuyos administradores mantenían relaciones de aparcería, cultivando el tabaco en el terreno por un ciclo para luego implantar pastura; con este procedimiento los latifundistas aumentaban las rentas de la tierra sin inversión alguna y también lucraban con la venta de rollos.

El hacinamiento de estas poblaciones aumentaba con las altas tasas de fecundidad de las mujeres; los campesinos no tenían experiencia organizativa alguna y mantenían relaciones de tipo patrón-cliente, por una parte con el latifundio, y por otra con comerciantes locales. El gran latifundio Unión Paraguaya S.A. que les permitía cultivar en el régimen de aparcería --que protegía el latifundio-- a cambio de dejar implantada la pastura, con lo cual el campesino capitalizaba el feudo y debía comenzar de nuevo en el ciclo agrícola siguiente a desbrozar el bosque. Con ese régimen, por una parte, no resultaba posible que pagaran crédito alguno, y por otra, se imposibilitaba al CPCC cualquier acción. Los campesinos si arrendaban la tierra no podrían pagar el crédito ya que el convenio con agencias externas no permitía flexibilidad alguna.

Así las cosas, los mismos promotores del CPCC buscaron el apoyo de otras agencias: la Pastoral Social de la Cordillera y el CIPAE, y como primer paso acordaron una contribución para realizar gestiones para la obtención de tierras. En relación a la Pastoral Social de la Cordillera debe apuntarse el rol protagónico de un agente pastoral que mantenía relaciones con el grupo de campesinos y estaba compenetrado con sus precarias condiciones de vida; su fidelidad al Evangelio lo llevaba inevitablemente a la solidaridad con un grupo que sufría privaciones severas y era blanco de injusticias muy visibles.


2.1.3.-Las relaciones de poder en los inicios.


La relación de fuerzas entre los campesinos extremadamente vulnerables y el gran latifundio se caracterizaba por su asimetría. Uno de los directivos de la empresa era también directivo de la Asociación Rural del Paraguay y tenía una alta posición en la Junta de Gobierno del partido oficialista, uno de los pilares de la dominación autoritaria. En este punto debe tenerse presente que en una sociedad oligárquica la asociación de grandes propietarios productores ganaderos reúne a los grupos hegemónicos cuyos agentes controlan además el capital financiero y ocupan posiciones importantes en la estructura del Estado.

El primer paso de los agentes externos consistió en la construcción de capacidades con talleres centrados en los derechos humanos, las normas consagradas en la Constitución Nacional y el estudio de los documentos de la Iglesia sobre su doctrina social. Los referidos agentes iniciaron un estudio de la situación de la tenencia de la tierra pero con la prudencia que el caso requería, ya que podía generarse expectativas inmediatas entre los campesinos, que a su vez podían conducir a frustraciones.

En 1985 en el estudio de la situación de la tenencia, y en particular del gran latifundio, se contó con la cooperación de personal de la propia empresa solidarios con sus pares; los promotores a su vez, utilizando cartas geográficas nacionales e informes de la Dirección de Registros Públicos, avanzaban en el conocimiento de la situación. En el relevamiento de informaciones se tomó nota de que una fuente importante de sobrevivencia en la población local era la recolección de frutos silvestres. Por otra parte, de modo a evitar la represión desde el orden autoritario, se evitó en los talleres contenidos referidos al régimen político vigente. Se puso énfasis en las normas legales vigentes y en la doctrina social de la Iglesia, evitando así un conflicto con la seccional local del partido oficialista. A poco tiempo del inicio del proceso organizativo de los campesinos en el latifundio se intensificó la extracción de rollos.

2.1.4.-Las posiciones.


Lo que quieren los actores, y particularmente lo que dicen a sus contrincantes, refleja cómo perciben los actores su posición. En el caso de Juan de Mena y Cleto Romero, a los pocos meses de iniciado el proceso organizativo, quedó claro que los campesinos querían tierras para alimentar a sus hijos, la misma que los dueños de latifundio querían conservar para reproducir el sistema semifeudal que le permitía capitalizar las fincas con mano de obra semicautiva, En relación al otro contrincante, los organismos del Estado, los campesinos planteaban el cumplimiento de las normas del Estatuto Agrario que consagra el derecho campesino a la tierra. Planteado en términos de uno de los protagonistas quedan claras las posiciones de los campesinos:

Queríamos trabajar pero no teníamos forma y además nos juntamos los que no teníamos nada de tierra... y luchamos porque no teníamos tierra mientras que grandes extensiones de tierra no utilizadas nos rodeaban.: Era suficiente para que coman las vacas y había muchos montes que decían que era para reserva o para sombra de los animales. Era mentira. Había espacio de sobra para los animales y sobraban los montes y por eso luchábamos. Los gringos tenían muchas tierras en muchos lugares en ese tiempo, la familia... alemanes, tenían muchas tierras en Concepción, Horqueta, les dieron tierras fiscales, nosotros sabíamos eso. También tenían en Villarrica, y en Iturbe.

Lo que está en juego en este caso es el interés ideal que emerge en situaciones de conflicto que se expresan en las convicciones acerca de lo que se considera justo; en esa ética campesina de subsistencia los principios de distribución de los bienes básicos para la subsistencia --como la tierra-- están más allá del mercado y la misma se expresa en acciones colectivas solidarias. Esa economía moral a su vez se corresponde naturalmente con la ética religiosa de la fraternidad (Carter, 1999c). Esta economía moral está bien reflejada en los relatos de un colono de Juan de Mena:



...Desde el comienzo sentimos que teníamos derecho a las tierras, por eso comenzamos a luchar juntos. ¨Qué haríamos nosotros si no tuviéramos tierra? Solamente de la tierra podemos sacar nuestros alimentos y podemos educar a nuestra familia y si se enferman pagar un médico. Pero los ricos al principio no querían saber nada de eso y así se mantuvieron hasta lo último... Ellos no quieren escuchar de las necesidades de los pobres; no sienten lo que nosotros sentimos, lo que los pobres sentimos, entonces no conocen lo que nosotros sufrimos.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que cuando el sentido de justicia de los campesinos está asociado a relaciones comunitarias y ellos sienten que sus preceptos morales de justicia son violados reaccionan colectivamente en forma agresiva en defensa de su interés ligado al acceso a la tierra (Scott, 1976, citado por Turner, 1993), tal como se refleja en el recuento del mismo campesino:



Eso (La represión de la mañana de perros) estuvo realmente mal. Los de arriba tenían una mala conciencia porque en vez de dar a sus conciudadanos campesinos lo que les corresponde actuaron de esa forma; si esa tierra fue conquistada por nuestros padres entonces es de nosotros, sus descendientes. Yo a veces lloro cuando escucho que campesinos son asesinados por la tierra... sin antes derramar sangre los campesinos nunca consiguen nada. Hasta Dios escucha el lamento de los pobres, bendice la sangre que derrama el hombre, y entonces quieran o no quieran deben darle la tierra a los campesinos para dar el sustento a sus hijos.

Yo estuve un tiempo de presidente de la Comisión Vecinal, era perseguido, quisieron matarme, vinieron el jefe Plaza de Carayaó, y el presidente de la Seccional diciéndome que estoy en contra del partido. Soy colorado y les aclaré que no por eso iba a dejar de reclamar mis necesidades, y les dije: “Mátenme con cinco o seis balazos para morir por amor a los inocentes, aunque realmente nunca moriré totalmente”, ya que tengo 9 hijos. Yo no pedí tierras en vano, viví de arrendatario en tierra ajena, me dieron para mi chacra en un jahapety (terreno mal enmalezado). Todo esto es doloroso en nuestro querido Paraguay... las vacas tenían más valor que las personas acá, y eso era lamentable. Los montes eran para las vacas y no para el hombre que quería cultivar.

En aquella oportunidad me dijo que me iba a matar porque estaba contra el partido, y yo le respondí que el Partido Colorado tenía que ser protagonista para ubicar a los campesinos porque está en el poder, y me insistió que yo estaba contra el Partido Colorado. En ese momento le dije que me matara si así creía... me sacaron de una fiesta de casamiento y me aislaron, les dije que no sentiría ofrecer mi vida por amor a los inocentes “total nací para morir, y no lamento morir por los inocentes, y seguiré vivo en el recuerdo, porque esta clase de persona nunca muere”, les dije. Me entregué porque vi esa necesidad y vi a todos mis hermanos más necesitados y nos ayudábamos todos y nuestros conocimientos nos prestábamos unos a otros. Todos juntos estirábamos la carreta. Ibamos a pie de Juan de Mena y Cleto Romero a Carayaó, porque paraguayo a jaguápe ndaipori tapépe ojokóva (al paraguayo como al perro nada detiene en su camino), hasta hoy hacemos esas caminatas pero en casos urgentes.

Tengo nueve hijos, todos vivos, ella es mi esposa y ellas son mis nietas y estoy como en el paraíso, en la gloria eterna...así mismo dirían también mis compañeros que no cuentan con tierras cuando la consigan, porque merecen también un pedazo de terreno para alimentar y educar a sus hijos.

2.1.5.-Los intereses en juego.


La pregunta siguiente es: ¨Por qué los actores enfrentados quieren esas tierras? Los campesinos afirmaban que de ese modo tendrían acceso a medios de subsistencia sin necesidad de robar, lo que equivale a decir que accediendo a tierras seguirán siendo campesinos escapando de los mecanismos expoliadores de la aparcería. Los intereses de los propietarios de la gran fracción apuntaban a conservar el monopolio de la tierra y el control de la fuerza de trabajo semicautiva, de modo a tener a disposición abundante fuerza de trabajo y capitalizar el feudo a través de los mecanismos de la aparcería (préstamo de la tierra a cambio de desbroce del terreno y siembra de pasto).

El relato patético de un colono de Juan de Mena resulta ilustrativo:



Para que nos escucharan nos unimos y nos apoyamos. Es que cuando los campesinos se vuelven muy pobres ya no tienen alternativas... entonces se continúa la lucha, hasta que se solucione... Y si este tema de la tierra no nos sale favorablemente nosotros ya no tenemos lugar adónde ir. Solamente nos queda ganar, si no, no tenemos dónde ubicar a nuestras familias. Ya no teníamos nada que perder; ya lo teníamos perdimos todo cuando empezamos la lucha.

2.1.6.-Los talleres iniciales y la construcción de capacidades.


En la construcción de capacidades se analizaron las relaciones que los campesinos mantenían con el latifundio y las consecuencias para ambos; también se discutían las necesidades de organización para iniciar gestiones ante el IBR para la obtención de parcelas familiares.

Educación legal, conciencia cívica, y la opción de la Iglesia por los pobres, fueron materia de los talleres en la primera etapa. La organización de campesinos sin tierra por compañía y una comisión central perfilaba la constitución de este agrupamiento en un actor social con capacidad de formular demandas y asumir su propia representación; los liderazgos fueron rotativos, ya que en cada jornada elegían a los coordinadores entre los delegados de las compañías (dos por cada comisión). La autonomía estaba garantizada al no recibirse financiación externa, mientras la transparencia administrativa facilitaba la cohesión grupal.

El papel de los aliados externos es reconstruido a grandes trazos por un informante de Cleto Romero:

En la capacitación la Pastoral (Social de Cordillera) y el Area Rural del CIPAE nos mostraron el camino. Nosotros ni siquiera sabíamos qué puerta tocar para solucionar nuestras necesidades. Ellos nos mostraron cómo teníamos que hacer para actuar según la ley. Nos indicaron dónde teníamos que investigar. Nos abrieron los ojos, nos dijeron todo lo que teníamos que hacer. Antes no sabíamos nada de esto. Nosotros hablamos de cómo hacer para que trabajemos juntos, de común acuerdo... se eligieron representantes para las distintas tareas, se colaboraba con dinero para que la Comisión se vaya a Asunción y regrese a informar al grupo en las reuniones... y además teníamos cursos de capacitación, nos ayudaban con eso, nos enseñaban. Y tratamos de movernos dentro de lo que nos enseñaron, sin salirnos de las reglas.

En los talleres que se realizaban quincenalmente, además de la capacitación estrictamente dicha, se evaluaba lo actuado y se planeaban las nuevas actividades; en la evaluación se analizaba el origen de las distintas versiones que aparecían en la prensa sobre el caso y los intereses a los cuales estaban asociadas. La construcción de capacidades inevitablemente se acompasa al proceso organizativo y a la movilización de recursos, según nos cuenta un dirigente de Juan de Mena:



En el proceso de la capacitación nos diferenciamos de organizaciones que facilitan la represión y la matanza de su gente; ellos no orientan, no educan a su gente, solamente les hace la liga, y negocian por ellos. Nuestro principio es educación; lo primero que se enseñó a la gente fue su realidad, la Constitución, la Ley Agraria y el funcionamiento de las instituciones que deben satisfacer las necesidades de los campesinos.

Para que la organización madure se llevó a la práctica la solidaridad para poder fortalecer, porque si solo un grupito de dirigentes hubiesen asumido las gestiones no hubieran podido aguantar, acá toda la gente es muy pobre y si solamente ese grupo va asumir todas las responsabilidades y llevar todas las cargas no van a aguantar. Por eso se planteó a los socios el trabajo comunitario para fondos y también para cubrir, según las bases, el trabajo en las chacras de los dirigentes que se dedicaban a los trámites. Eso fue lo primero que se hizo, después empezaron las acciones. Se presentaron los expedientes, los trámites legales, después se analizó cada punto y como no funcionaba se empezaron las acciones. Pero hubo un preparativo previo, se tuvo una chacra comunitaria, fondos con una administración que hacía rendiciones cada fin de semana, todo documentado, salidas y entradas, el destino, la utilización de los recursos, todo era aclarado para que hubiera transparencia. Ni un guaraní se escapaba del control.

En el proceso de formación del actor comunitario, para negociar con agentes externos, se entreveía ya una estrategia de solución del conflicto potencial y enfatizaba salidas sostenibles en términos sobre todo organizativos. En la gestación de la organización fue importante la información jurídica proporcionada por el Abogado del Area Rural del CIPAE, ya que los desenlaces posibles estaban determinados por los sistemas normativos y procesos políticos, y el manejo de informaciones pasó a ser importante; se insistió en la educación legal y la conciencia cívica que enfatizaba la necesidad de preservar la autonomía del grupo de todas las instancias.

Desde el punto de vista ideológico se enfatizaba la opción de la Iglesia por los pobres. Desde el punto de vista organizativo los campesinos se organizaron por compañías y éstas a su vez se articulaban en una Comisión Central en Juan de Mena y otra en Cleto Romero.

En las jornadas de capacitación o talleres se analizaban las relaciones de latifundio con los campesinos y las fuentes, las distintas versiones, y en los mismos se trataba de aprovechar las contradicciones del discurso del Gobierno. En la medida que se definían las estrategias de acción se utilizaba la dramatización.

En el sociodrama, más que reflejar cómo vivía la comunidad el conflicto, se proyectaban las acciones a ser desarrolladas, de modo que estuvieran representados todos los actores involucrados, incluyendo autoridades del IBR, parlamentarios, periodistas, y desde luego, el propio papel de los campesinos. A medida que avanzaban las negociaciones se incluía en los talleres la evaluación de lo actuado, y la planificación de actividades. Estos talleres tuvieron una frecuencia quincenal.

La sostenibilidad de la solución en términos organizativos supuso la utilización de mecanismos que garantizaran liderazgos rotativos con dos delegados por cada base. En este punto es importante destacar que si bien en un primer momento intervinieron agentes externos el grupo de campesinos muy pronto se apropió de la propuesta orientada a la reivindicación de la tierra, y en esa medida puede afirmarse que la organización inducida inicialmente muy pronto se transformó con la participación intensa de los campesinos en una organización espontánea. Esta transformación resulta crucial para entender el dinamismo posterior de la Comisión Vecinal y el sentido de compromiso de los campesinos hacia ella.

La referida intensa participación se explica, en medida importante por el hecho de constituir el acceso a la tierra una necesidad sentida por todos; el interés ideal asociado a una idea de justicia estaba asociado al interés material relativo al acceso a la parcela familiar. Desde el punto de vista de la movilización de recursos económicos, los gastos se financiaban con 100 G. por socio al mes, obtenidos en torneos de fútbol, además de la producción de chacras comunes, ya que no contaron con ayuda monetaria externa.

2.1.7.-La maduración del conflicto.


Una vez que los campesinos reconocieron que buscaban el control de los mismos recursos que los dueños de la empresa pretendían retener, y que lo que ella haga afectará sus intereses, se desarrollaron las acciones conforme a una propuesta del manejo del conflicto elaborada por la organización campesina emergente y los agentes externos (Pastoral Social Cordillera y CIPAE). La primera ocupación de la finca pretendida comenzó en 1986 y el primer desalojo se produjo en 1989.

Las gestiones para la expropiación se iniciaron en setiembre de 1986 y se intensificaron en 1989. El Expediente 9864 se inició en setiembre de 1986; entonces ya comenzaron las dilaciones de las gestiones; es sintomático el hecho que la constitución efectiva de una comisión interinstitucional demandara meses.

En el mes de febrero de 1988 los campesinos organizaron una gran reunión en la localidad de Juan de Mena, denunciando la situación a la opinión pública. En la misma asesoría jurídica del IBR aparecieron los defensores de la empresa, que actuaron con manifiesta parcialidad en violación del Art. 29 de la Ley 852; esta circunstancia provocó la denuncia contra uno de los asesores jurídicos ante el Consejo del IBR. Esta circunstancia es reconstruida por uno de los protagonistas:

Al principio las autoridades del IBR no querían darnos la tierra, porque entre ellos estaba el abogado de la empresa latifundista, era el manguruju que sacaba sus narices, hacía unos movimientos y desaparecía... Uno de los que participaron en la reunión en el IBR me dijo (en tono de burla): “Ya están por conseguir la tierra”, me di la vuelta y casi le agredí, estaba dispuesto a todo, porque tengo muchos hijos y había otros hermanos que también tenían familia numerosa que querían trabajar para alimentar a sus hijos, no queríamos robar para eso.

La Dirección de Registros Públicos solo habría informado sobre una finca de la Empresa Unión Paraguaya S.A.; a octubre de ese año se habían identificado 8 fincas pertenecientes al mismo propietario, siendo la 704, padrón 138 adjudicado por el propio IBR. El tenor de la nota dirigida al presidente del IBR en fecha 4 de julio de 1988 ilustra la firmeza de la posición de los campesinos que tenían ahora al IBR como un nuevo contrincante (Figura 2.1.1). En el mismo mes de julio los campesinos se dirigen al presidente de la Cámara de Diputados denunciando las falsedades del informe de técnicos comisionados por el IBR sobre condiciones de la finca cuya expropiación solicitaron (Anexo Nº 2.1.1).

En otro hito del proceso en el mes de marzo de 1989, el Consejo del IBR, mediante la Resolución Nº 305, solicitaba la autorización del Poder Ejecutivo para ocupar, mensurar y lotear tierras de propiedad privada de Juan de Mena y Cleto Romero, pero la misma fue cuestionada por la Unión Paraguaya S.A. en la esfera contencioso administrativa. Debe apuntarse que para las gestiones siempre venía un grupo de campesinos. Inicialmente se evitó la confrontación directa de modo a generar una opinión pública favorable; en ese proceso la empresa combinó la persecución al grupo con acusaciones de abigeos con la búsqueda de acuerdo directo cooptando a sus dirigentes.

En la campaña de prensa la Unión Paraguaya S.A. presentaba el caso como un ataque directo a la propiedad privada, considerada como un bien jurídico que cuenta con la protección del Estado, independientemente de su función social y de la racionalidad económica de su explotación. (Figura 2.1.2)



Figura 2.1.1.- Nota dirigida al Presidente del IBR.

Asunción, 4 de julio de 1988


Señor

Presidente del Instituto de Bienestar Rural

Doctor. Juan Manuel Frutos

PRESENTE
Los representantes de la Comisión Vecinal y abogado de los pobladores del lugar en el expediente 9864/86, caratulado “Diócesis de Caacupé”, tenemos el agrado de dirigirnos a usted, y por su intermedio a donde corresponda, a objeto de manifestar cuanto sigue:


1º) que venimos a rechazar todas y cada una de las partes del Dictamen 17/16, del 27 de mayo de 1988, evacuado por el Director de la Asesoría Jurídica del IBR, abogado Guillermo González Vera, por no ajustarse a la verdad de los datos e informes obrantes en autos y con una manifiesta parcialidad en el asunto.
2º) que el director de marras dice que “se puede afirmar nuevamente que se encuentra racionalmente explotada” la propiedad de la Unión Paraguaya S.A. basada en el informe obrante a fojas 88 de fecha 8 de enero de 1987, perteneciente al Ing. Agr. Adrián Quiñónez, pero olvida interesada e intencionalmente el estudio elaborado por los pobladores del lugar y la Diócesis de Caacupé que refuta dicho informe por su total inexactitud en los datos. El Ing. Agr. Quiñónez, Sr. Presidente, estuvo menos de un día en el lugar, en cumplimiento de la larga misión. El trabajo elaborado por los campesinos también se halla agregado al expediente Nº 9864/86, pero curiosamente, el Doctor. González Vera no tuvo en cuenta para labrar su dictamen.
3º) González Vera falta a la verdad en su dictamen al señalar que el informe de la Comisión Interinstitucional, compuesta por funcionarios del IBR, MAG y STP, de fecha 26/4/88 haya arribado en su conclusión de que la propiedad de la Unión Paraguaya “se encuentra racionalmente explotada”, dado que ninguno de dichos funcionarios integrantes de la mencionada Comisión está de acuerdo con el dictamen del director de Asesoría Jurídica al no ajustarse a la realidad de sus respectivos informes.

No hay que olvidar Sr. Presidente, que actualmente, después de la diligencia cumplida por la Comisión Interinstitucional en el terreno y haber comprobado el total abandono de las tierras de la empresa Unión Paraguaya S.A., los capataces y peones están introduciendo mejoras en la propiedad, aceleradamente, pese a todo.


4º) Por lo precedentemente señalado, solicitamos al Sr. Presidente de IBR, y por su intermedio adonde corresponda, el rechazo categórico en todas y cada una de las partes del dictamen Nº 17/16, de fecha 27 de mayo de 1988, agregado al expediente 98-64/86
Es justicia.
Miembros de la Comisión Vecinal
Digno Efigenio Brítez Pérez, Abogado
Figura 2.1.2

Desde 1989, luego del cambio de gobierno, las reuniones públicas que solo se realizaban inicialmente dentro de la iglesia local se hicieron frecuentes en lugares públicos de la propia capital (Véase Anexo 2.1.2). Luego de la confusión inicial originada en el cambio de gobierno, las movilizaciones incluían mítines y denuncias ante medios de prensa a los funcionarios que, excediéndose en sus funciones, defendían al latifundio y contrarrestaban las acusaciones de guerrilleros y abigeos; en el operativo “Solución definitiva rekávo”, en 1989, el grupo de campesinos vino a la capital contando con el apoyo logístico de las bases (Figura 2.1.3).

Las demandas de tierra de estos campesinos estaban apoyados por movilizaciones colectivas de la totalidad de los ocupantes, incluyendo tomas de locales públicos, marchas y huelgas de hambre. La reconstrucción hecha por un dirigente de Cleto Romero no tiene desperdicios:

Después se hizo la ocupación en Asunción, después de un mes de la caída de la dictadura se hizo la primera ocupación en Asunción, en ese entonces todavía estaba Frutos en IBR y nosotros estábamos 500 familias y nuestro pedido era de 5.000 hectáreas sin considerar casco urbano, camino ni campos comunales. Allí automáticamente Frutos sacó una resolución para la ocupación inmediata de hasta 7.000 hectáreas, y eso de “hasta” fue lo que nos perjudicó, ya que quisieron reducirlas a 1.500 has., pero nuestros dirigentes reaccionaron; el pa'i dijo que se nos escuche porque nosotros conocíamos nuestras necesidades. Ahí defendimos nuestra posición porque si aceptábamos íbamos a quedarnos con 1.500 has, para 500 familias, y no aceptamos, porque ya sufrimos demasiado tiempo.


Figura 2.1.3.- Campesino reunidos en la Plaza Uruguaya.




La gente estuvo contenta con su acción pero había sido no era exactamente así, el Ejecutivo había rechazado eso y debía entrar por vía legal, Ministerio de Agricultura, etc. Después se volvió a trancar y se hizo una segunda movilización en el Ministerio de Agricultura; participaron 350 personas que llevaron chipá guazú y maní para su comida que esparcieron sobre las alfombras junto con los filtros de cigarrillos. Había gente que hacía sus necesidades en la pileta lavamanos... por desconocimiento... la lucha duró como 8 años, pero la gente aguantó.

Muy pronto los campesinos tuvieron sus mártires, lo que cohesionó más al grupo y dio mayor resonancia a sus demandas, tal como aparece en la reseña de las vicisitudes que hace el campesino de Juan de Mena:



Guido Almada falleció por el camino mientras hacía gestiones el 5 de julio de 1988. En el corazón de todos está vivo; ha de estar en el cielo, según Jesús ha resucitado entre los muertos, venció a la muerte y el ha de vencer también... El hizo lo que más quiso Jesús en la vida “amar a los hermanos” y Dios le va tener como hijo suyo ahí, porque ha dado su conocimiento a los pobres y amó mucho a sus hermanos...Cuando fuimos a Asunción primero estuvimos en la Catedral 6 meses y la segunda vez en el Palacio de Justicia, allí la gente permaneció otros cuatro meses. Regina Marecos murió en la Catedral; ella estaba muy ilusionada con la idea de que se iba a conseguir la tierra. Muchas veces nos dieron esperanzas pero después no pasaba nada. Y seguramente por su condición de mujer tenía el espíritu más débil que el varón. Creía que ya conseguíamos la tierra pero después no era así y la señora no soportó eso. Ella falleció un poco antes que Guido. Nos desalojaron de la plaza porque no querían que estemos allí, porque a lo mejor se preocupaban porque ensuciemos la imagen del presidente, de los que mandaban, y de la Catedral si hubieran podido desalojarnos, nos iban a volver a desalojar de allí pero ya no pudieron.

Nos desalojaron de la plaza pero no nos pudieron sacarnos de la Catedral, ahí ya teníamos el apoyo de la Iglesia. Ella entendió nuestra situación y reconocieron nuestro derecho; la Iglesia se comportó como una madre que siente la necesidad de sus hijos... por eso los sacerdotes usan la vestimenta de Jesús y sienten la necesidad de los que realmente necesitan y caminan a lado de ellos... en ese momento los políticos nunca nos pasaron a nosotros nada. ....cuando nos encarpamos frente al Poder Judicial hicimos una huelga de hambre de 17 días, el padre López, que entonces era pa'i, también hizo huelga con nosotros; la participación de la Iglesia a favor de nuestra causa era visible.

2.1.8.-La escalada del conflicto.


Las movilizaciones en la capital duraron 7 meses e incluyeron la ocupación del IBR, el MAG y la plaza Uruguaya, de donde fueron sucesivamente desalojados para establecerse finalmente en la Catedral, donde llegaron a la huelga de hambre; los movilizados llegaron también a encarparse frente al Palacio de Justicia. La arena del conflicto se había trasladado del escenario local al Parlamento, al Poder Ejecutivo y al Poder Judicial, en la capital. En Juan de Mena y Cleto Romero los políticos locales y comerciantes perdieron sus posiciones dominantes y al surgir liderazgo campesino quedaron como figuras decorativas. En las primeras gestiones ya se pusieron de manifiesto los recursos de poder que manejaban los latifundistas, ya que dentro de la propia asesoría jurídica del IBR intervenían profesionales que expresaban manifiesta parcialidad. Mientras los campesinos denunciaban a los directivos del IBR y a sus funcionarios que salían a favor del latifundio, la empresa acusaba a los campesinos de guerrilleros y abigeos.

La caída de la dictadura en febrero de 1989 generó una gran confusión, lo que dio lugar a una movilización ya en Asunción “Solución definitiva rekávo” con apoyo logístico de las bases y asistencia jurídica del Abogado del Area Rural del CIPAE. Ya en el mes de junio de 1989, los pobladores de Cleto Romero y Juan de Mena llegaron al MAG y decidieron quedarse en Asunción hasta la solución definitiva del caso. Ante la negativa del ministro de Agricultura de recibirlos, los campesinos fueron a ocupar la plaza Uruguaya y una semana después vino el pedido de desalojo del intendente de Asunción. Los campesinos fueron luego a la explanada de la Catedral. El Tribunal de Cuentas rechazó en el mismo mes de junio la demanda de la empresa latifundista, pero tras un pedido de urgimiento de una comisión de Diputados a la Corte Suprema. La Comisión de Reforma Agraria de la Cámara de Senadores se comportó como una aliada de los campesinos.

Con la ocupación de los campesinos del local del IBR se logró el decreto de ocupación inmediata, luego cuestionada por vía de la apelación por parte de los personeros del latifundio, y dando intervención al Tribunal de Cuentas (Figura 2.1.4). En ese tiempo, durante siete meses, los campesinos permanecieron en Asunción y fueron desalojados sucesivamente del IBR, de la plaza Uruguaya y finalmente fueron a acamparse en la Catedral.

Figura 2.1.4

“La mañana de perros del 23 de junio de 1989” aceleró la solución del conflicto, ya que distintos sectores se mostraron críticos hacia la represión utilizada con perros adiestrados (Figura 2.1.5). La represión utilizada ya durante el gobierno democrático redituó notablemente a favor de los campesinos, ya que permitió acelerar la ley de expropiación de hasta 7.000 hectáreas, solicitada por los campesinos (Anexo 2.1.3). Mientras se tramitaba la acción de inconstitucionalidad contra la ley de expropiación, la empresa buscó acuerdo directo buscando coaptar a algunos dirigentes; en esas circunstancias la organización de campesinos decidió la ocupación masiva de las tierras, apenas muerto Diego Almada, accidentado por el camino mientras se trasladaba a la capital (Anexo 2.1.4).



Figura 2.1.5

Las formas de movilización incluyeron huelga de hambre en la Catedral, lo cual movilizó la solidaridad ciudadana. Las modalidades de lucha incluyeron también permanencia durante 4 meses encarpados frente al Palacio de Justicia, hasta que se rechazara la acción de inconstitucionalidad presentada por representantes de la empresa.

El punto culminante de las movilizaciones fue la represión con perros adiestrados que tuvo un efecto bumerán para el Gobierno, tal como es relatado por un líder campesino de Cleto Romero (Figura 2.1.6):

Lo de los perros fue cuando salimos de la Catedral para dirigirnos al Congreso para realizar ahí las gestiones. En esa oportunidad se tuvo suficiente apoyo estudiantil, apoyo político, de trabajadores. En esa época había unos cuantos colorados descontentos del MOPOCO; también tuvimos apoyo de los partidos de izquierda. El azuzar a los perros contra nosotros fue un grave error de Rodríguez, aunque ellos negaron enseguida, dijeron que no tuvieron nada que ver, que los perros eran de la Chacarita. Todos rechazaron esa represión. Los legisladores se asustaron y vinieron a apoyarnos automáticamente; los que estaban dudando de nuestra causa se convencieron. Al final solo tres legisladores votaron en contra. Con la ayuda de los perros la ley de expropiación enseguida pasó al Ejecutivo y el presidente la promulgó.


Figura 2.1.6.


El clima de opinión que condenaba la acción del Gobierno es resaltado con nuevos matices por otro protagonista de Juan de Mena:



Después que largaran contra nosotros los perros amaestrados durante una manifestación se prestó más atención a nuestro reclamo. Lamentablemente eso suele suceder con muchos otros compañeros campesinos; solamente después de haber mártires, son atendidos por el Gobierno. Antes nadie soluciona los problemas, así también fue nuestro caso. Esa forma de represión con perros no fue bien vista en Asunción; fue la primera vez que se dio en nuestro país eso de que nos suelten detrás los perros. Ningún cristiano merece eso porque Dios lo hizo a su imagen y semejanza.

2.1.9.-La transformación del conflicto.


En el curso de las negociaciones los campesinos lograron la firma del decreto de Ocupación Inmediata de la finca, la cual fue trabada en el fuero contencioso administrativo en un juicio que llevó 7 meses, hasta que finalmente la represión con perros amaestrados en “la mañana de perros”, el 23 de junio de 1989, rechazada por los distintos sectores de la sociedad --por sobrepasar los niveles tolerables, más aún en un régimen democrático-- que pasaron a solidarizarse con los campesinos, precipitó los acontecimientos. La represión en cuestión aceleró la sanción de la ley de expropiación de hasta 7.000 hectáreas, que fue atacada ante la Corte Suprema con una acción de inconstitucionalidad, pero finalmente rechazada.

En términos cronológicos el 5 de setiembre de 1989 la Cámara de Senadores sancionó la Ley 08/89 que declara de interés social y expropia hasta 7.000 hectáreas de tierras aptas para la agricultura, ubicadas dentro del inmueble individualizado en la Dirección General de Registro Públicos como finca Nº 14 y sus desprendimientos situados en Cleto Romero y Juan de Mena, propiedad de la firma Unión Paraguaya S.A.

La firma expropiada presentó acción de inconstitucionalidad por inaplicabilidad de la ley contra la ley de expropiación sancionada por el Congreso y promulgada por el Poder Ejecutivo.

Hasta ese momento los pobladores seguían en la explanada de la Catedral persistiendo en su lucha por acceder a las tierras en cuestión. El 27 de setiembre de 1989 los campesinos propusieron nombres de los agrimensores del IBR que realizarían el loteamiento dentro de un modelo alternativo de colonia que asentara a 600 familias campesinas sin tierra.

El IBR por Resolución de la Presidencia Nº 395 del 5 de octubre de 1989 comisionó a un funcionario para proceder a amojonar la fracción expropiada hasta 5000 hectáreas, correspondiente a la parte ocupada por los vecinos de Juan de Mena, para luego proseguir los trámites de expropiación. Como dato curioso debe mencionarse que la resolución establece que los campesinos deben pagar los gastos de traslado del comisionado.

Dado que la acción de inconstitucionalidad planteada por la empresa dificultó nuevamente la solución al problema, los campesinos ocuparon las tierras pretendidas en 1992, establecieron nuevas alianzas y para negociar utilizaron la confrontación; los mismos campesinos distribuyeron los lotes y los técnicos del IBR aparecieron para el loteamiento a fines de 1993. En ese caso la solución no llegó con un acuerdo con la empresa sino con agentes definidos por sus posiciones en poderes del estado (Véase figura 2.1.7).

En este punto debe apuntarse que los campesinos resolvieron la ocupación masiva de las tierras pretendidas luego de la muerte de Diego Almada, acaecida en un accidente mientras viajaba a la capital en el marco de las negociaciones. En el mes de Diciembre los campesinos que ocuparon las tierras de Cleto Romero y Juan de Mena expresan su decisión de no abandonar las tierras; meses después los flamantes colonos que ocuparon las tierras del latifundio ejercían el derecho de posesión habida cuenta de la época de cultivo. La ocupación de las tierras ya expropiadas era una solución ante la acción de inconstitucionalidad planteada por la empresa afectada.

Figura 2.1.7.- Conflicto campesinos - empresa latifundista

Finalmente, la Corte Suprema falló no haciendo lugar a la acción de inconstitucionalidad planteada por la empresa y el IBR procedió a la delimitación y el loteamiento de la colonia. La expropiación afectó 5.400 has. pero incluía 700 has de la Colonia María Auxiliadora, ya habilitada anteriormente

A diciembre de 1993 continuaron las movilizaciones para consolidar los logros; esta vez los ocupantes llegaron al IBR y tomaron la institución por dos vías hasta obtener la resolución envío de comisionados al terreno para la delimitación de los lotes.

2.1.10.-El regreso a comportamientos individualistas propios de los tiempos normales.


En realidad con “la solución” consistente en la delimitación y loteamiento los problemas no desaparecieron. Pesaron en el regreso a la atomización social y concomitante vuelta a la ética individual tanto aspectos culturales como socio-políticos. Uno de los protagonistas de Juan de Mena pinta el cuadro, a su modo:

Lo que nos unió a la gente, fue el hambre, los hijos numerosos, las necesidades y la falta de tierra, eso fue lo que nos unió. La gente creía que si conseguía la tierra terminaban sus necesidades, así entendieron algunos. Pero en realidad al conseguir tierra son muchas más las necesidades. Si tenés hijos tienen que ir a la escuela, se necesitan caminos, iglesia; recién ahí empiezan las necesidades, por eso se necesita unión, porque hay necesidades.

La gente (lo mitâ) no comprende bien eso. Cree que con tierra ya se tiene que tranquilizar y olvidar su organización y trabajar en forma individual en su chacra, y cuando la gente queda sola ya le acosan los políticos, los intermediarios y ya le engañan nuevamente y vuelve a caer en lo mismo que antes de organizarse, pero no se da cuenta. La mayoría pasa por eso en el asentamiento. En Cleto Romero conozco gente que eran nuestros compañeros que cayeron de nuevo en manos de los intermediarios y eran dirigentes que sabían, que analizaron todo eso con nosotros; uno de ellos plantó mucho tabaco, se endeudó mucho y quedó de nuevo enlazado, como antes.

La vuelta a los “tiempos normales” luego de las movilizaciones colectivas basadas en la solidaridad, que solo corresponden a momentos extraordinarios es resaltada por un protagonista de Juan de Mena:



Siempre nos pasa eso a los campesinos, que estamos unidos mientras luchamos por conseguir algo y cuando lo conseguimos, se cubre nuestra necesidad y ya dejamos de vernos... cuando llegan los políticos, con intereses creados les hacemos caso porque nos endulzan las cosas, así como las vacas se acercan a las bateas...

Mientras tenemos necesidades grandes no escuchamos a los de afuera. En aquella ocasión no le hicimos caso a los de afuera y nos ayudamos; sentíamos que el asunto tocaba nuestros intereses, nos convocábamos y luchamos. Venimos acá y si era necesario nos vamos a Asunción.

Conseguimos nuestro objetivo en una primera parte y ahí la gente se empezó a dispersarse. Ya no era como antes que la gente se encontraba y conversaba al día. Después nos fuimos cada uno a ubicarnos en nuestros lugares a trabajar y casi ya no teníamos oportunidad de encontrarnos como antes, cuando nos encontrábamos al día o día por medio. Cuando nos fuimos cada uno a nuestras derecheras no nos encontramos más y allí empezaban a entrar los que querían perjudicarnos.

Durante la lucha el fanatismo político se debilitó bastante, pero después de conquistar la tierra entraron entre nosotros ciertas personas que no lucharon y no le dieron importancia a la organización, porque no pasaron sacrificio en carne propia. Nosotros hasta ahora nos reconocemos, nos apreciamos de otra manera, y ellos trabajan y se manejan individualmente. Nosotros (los que luchamos desde el principio), en cambio, en el grupo nos damos preferencia, nos respetamos, nos queremos y servimos el uno al otro, no nos traicionamos. Los dirigentes del pueblo y comerciantes necesitan nuestros votos y desangrarnos a través del comercio. Eso no nos gusta, pero...

A los factores culturales referidos se sumaron intervenciones compulsivas de agentes externos; en ese sentido los líderes políticos locales, en connivencia con el IBR metieron a grupos leales en las fracciones expropiadas, lo cual fue denunciado por los campesinos que habían gestionado la expropiación. En relación a este cuadro repetido los protagonistas recuerdan que en el mes de julio de 1992 aparece un centenar de campesinos que no hacían parte de la Comisión Vecinal, y que también fueron a ocupar las tierras conquistadas por la comisión vecinal. Ante este hecho los ocupantes acamparon frente al Congreso Nacional. Uno de los entrevistados de Cleto Romero refiere en relación a la intervención de agentes externos:



...fue una política de la empresa latifundiaria y del Gobierno separarnos en cuatro lugares distantes para dificultar el trabajo organizativo. Otra hubiera sido la situación con una buena organización, fuerte y si nos hubiéramos asentado en una parte las 500 familias, marchando juntos. Entonces se partió al grupo hacia Juan de Mena en la Colonia Regina Marecos, hacia Cleto Romero en Guido.Almada 1, Guido.Almada 2, y Lomo Hovy, en cuatro pedazos.

Los mismos politiqueros también contribuyeron para que los colonos se dispersaran, en Loma Hovy ellos metieron unas cuantas personas que no eran de la organización.

Otro problema es que muchos jóvenes nuestros que se debieron trasladar allí tuvieron que quedar abandonados para no entrar en conflicto entre pobres. Los políticos hicieron de ambos lados, después nos entraron por el lado religioso. Vino un capellán que tenía unos cuantos dirigentes que hubieran sido importantes, después vinieron los militares, además se atentó contra la vida del padre López, con cinco tiros, y le acertaron en la paleta y en el brazo. Así se fue debilitando la organización.

En ese momento nos quedamos solamente cuatro familias. Después empezamos de a poco a trabajar solíamos reunirnos para hacer “iñakangue yvyguy” para juntar de nuevo a la gente, nos reuníamos 5, 6, 7 personas.

En este recuento debe recordarse que en el mes de julio de 1992 aparece un centenar de campesinos que no hacían parte de la Comisión Vecinal, y que también fueron a ocupar las tierras conquistadas por la comisión vecinal; este grupo estuvo apoyado por funcionarios del IBR y dirigentes oficialistas del pueblo. Ante este hecho los ocupantes se acampan frente al Congreso Nacional.

Desde el Estado se dieron diversas acciones para convertir a Juan de Mena en “polo de desarrollo” liquidando a la organización preexistente y marginando a Cleto Romero. En este sentido, un líder campesino de Juan de Mena señala: “En 1994 se inició el Consejo Distrital de Desarrollo, sus miembros fueron elegidos desde arriba, aunque también había candidatos elegidos por el pueblo. Todo fue a presión, un sacerdote (capellán) nos hizo rezar una media hora bajo el sol y un coronel nos leyó el reconocimiento del Consejo de Desarrollo. En ese momento había muchos militares acá”.

Los factores coyunturales también influyeron en la atomización, de modo tal que ya regularizado el asentamiento reaccionaron los políticos y comerciantes locales que quedaron deslegitimados y buscaron recuperar cierto protagonismo, apoyados por un diputado de entonces que denunció a grupos preparados para guerrillas. El inicio de la transición a la democracia también tuvo su contribución específica, según relata un campesino de Juan de Mena:.



Es muy extraño lo que nos pasó; los propios señores del pueblo, nuestros vecinos, nos criticaban y nos hacían la contra en los momentos más duros, pero después vinieron de nuevo entre nosotros se ablandaron, y nos convencieron de nuevo porque son más vivos que nosotros.

...Para evitar que se repitan esas situaciones nosotros vemos que de antemano había que concientizar a la gente sobre los problemas que aparecen luego de ganar la tierra.

Se debe tener en cuenta el fanatismo, el apego a los trapos partidarios nos hacen desviar del camino. En ese tiempo (1989 y siguientes) con la caída de la dictadura, los liberales. recuperaron la libertad de prensa y todo lo demás y querían poner a prueba a sus caballos, muchos eran liberales...

Ahora la gente entiende perfectamente la realidad, porque ya probaron todas las posibilidades y no hay solución con las fórmulas viejas, ahora ya pillamos la realidad, ya revisamos nuestro caballo colorado, nuestro caballo azul, y nuestro caballo alazán, y por esa vía no hay solución... nos dispersaron pero no del todo.

En la desarticulación de la organización luego de la conquista de la tierra pesaron tanto los amedrentamientos a los líderes como también las debilidades de la estrategia trazada en la que no se había previsto la necesidad de continuar las movilizaciones, denunciando las nuevas persecuciones y planteando propuestas productivas. La falta de esas previsiones hizo que al conquistarse la tierra se diese una situación similar a actores con su libreto agotado; a la organización se le acabó su casete.


2.1.11.-El retorno a la experiencia organizativa.


La organización que había reivindicado el derecho campesino a la tierra se fragmentó y solo se rearticuló en Juan de Mena más que en Cleto Romero un tiempo después, en base a un modelo articulado en la producción, partiendo del análisis de la situación del campo y de las restricciones de la dependencia del algodón. “Nosotros podemos reorganizarnos, es cuestión de convocar a todos y conversar de nuevo. Nosotros nos autodefinimos como formados, nos falta poco, y de nuestros hijos hay ya algunos que pueden unirse al grupo”, afirma uno de los líderes de Cleto Romero, quien agrega:.

Tiene que haber una iniciativa de convocar de nuevo, ya que existe entre nosotros el interés en el trabajo organizado, un interés que no se tiene que borrar de la mente de cada ciudadano que luchó por esto, y que hoy tienen deseos de revivir esto.

En esta fase pareciera de nuevo importante la presencia de un agente externo, por lo menos en la visión de un líder de Cleto Romero.



Necesitamos de cierta persona que venga, no para colgarnos de su camisa, porque nosotros ya sabemos manejarnos muy bien, pero si una persona de afuera puede apoyarnos para superar la situación actual será más fácil; para que no nos engañen es necesario hacer lavado de cerebro a la gente, concientizarla, y eso va llevar cierto tiempo.

En la percepción de uno de los entrevistados de Cleto Romero se dan actualmente las condiciones para que los colonos se organicen de nuevo: “Para romper la dependencia de los dirigentes partidarios se necesita la decisión de cada persona... ya la gente está cansada de mentiras. De a poco nos damos cuenta de que ya nos cansa la mentira, a veces nos torturan psicológicamente. Yo ya anduve mucho y comprobé que mienten mucho”.

El entrevistado en cuestión enfatiza el potencial de cualquier organización de los colonos que tenga autonomía en relación a los dirigentes políticos del pueblo:

Acá hay dos personas que siempre se quejan y yo les digo que nosotros somos doscientas personas y no puede un grupito tener más poder que nosotros si estamos unidos. Nadie podrá con nosotros... nos tienen como animales, nos hacen pasar hambre y sed, nos dejan abandonados, marginados de la sociedad y no merecemos eso. Y me dicen que no se puede contra ellos, que son peces grandes que nos pueden devorar a todos.

En el caso de Cleto Romero en los primeros intentos por reagrupar fuerzas pesan el recuerdo de experiencias negativas que tuvieron ligadas a la falta de transparencia y/o insuficiencias en la comunicación intercultural que activa la desconfianza siempre latente entre los campesinos. Esto se desprende del recuento de un colono:.



Ahora después de mucho tiempo estamos reorganizándonos para mejorar la producción y comercialización.

Yo hace tiempo que me separé de ellos, había percibido que se movía entre nosotros gente que actuaba mal y que trabajaba con un alemán, y no me gustaba su forma de actuar, no estaba de acuerdo con ellos porque justamente de cualquier proyecto que teníamos o idea que proponíamos buscaba sacar una tajada... y eso yo no veía bien y me alejé durante cuatro años.

Y la gente se fue separando de a poco, inclusive se destruyó un local de una precooperativa...

La refundación de una organización campesina resultó más fácil en los asentamientos de Juan de Mena, según nos cuenta uno de sus dirigentes:



Después empezamos a afianzarnos de nuevo y nos organizamos de nuevo y allí vimos que nos equivocamos, ya que la gente creyó que con la tierra ya solucionaba sus problemas; no comprendieron que después de eso habría más necesidades como caminos, salud, educación, producción.

La organización resurgió de sus cenizas, ya que el fuego seguía, y nosotros pensamos que mientras observábamos el humo de las brasas continuaba la esperanza de que alguna vez vuelva a reavivarse.

Eso sucedió y estamos orgullosos los pocos que quedamos del grupo y que luchamos; tuvimos amenazas y aguantamos, y ahora nos alegra invitar a los colonos a las reuniones y ver que la gente responde.

La nueva experiencia no estuvo exenta de vicisitudes, según el relato que refiere el flujo y reflujo en la organización de productores que comercializa volúmenes importantes de producción orgánica.

Después de tres años formamos, un comité, estuvimos dos años con el comité y como eso no funcionó llegamos a la precooperativa. Empezamos 40, disminuimos a 30, volvimos a aumentar y disminuir y nos quedamos en 21. Después se creó el CCS (Coordinadora Campesina y Social) Cordillera y participamos allí, empezamos a conseguir beneficios con semillas y eso le entusiasmó a la gente. Ahora de 21 socios saltamos a 200.

Los 200 socios somos la mayoría de Regina Marecos, pero nos extendemos a otras localidades viejas. Trabajamos juntos en la producción y comercialización, ahora estamos pensando llegar a una cooperativa porque ya tenemos una cantidad importante de socios, trabajamos y contamos con infraestructura como organización, tenemos local y nuestra línea es la de la producción ecológica. En este tipo de producción estamos desde la segunda ocupación.

...En nuestra producción org nica no usamos veneno, fuego ni abono químico, desde hace tres años que entramos en esa línea. Pero costó mucho para que comprendiéramos. Los jóvenes tienen giras educativas a Brasil, Argentina, y otras regiones del país, se van a ferias, y están entusiasmados con la agricultura org nica; ellos me convencieron a mí para entrar en esa línea de producción.

Desde el punto de vista de la representación de intereses sociales de los colonos en las esferas del gobierno departamental, dirigentes campesinos entrevistados piensan que con la Coordinadora Campesina y Social de la Cordillera (CCS), asociada a la Mesa Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas (MCNOC) son más escuchados. “La CCS ahora tiene representación en la Gobernación, a través del secretario de Agricultura que fue uno de nuestros dirigentes, y nos escuchan más”, afirma una de los líderes campesinos, quien agrega: “Por ese lado entendemos que la organización puede lograr más apoyo, porque uno de los nuestros está dentro”.


2.1.12.-Algunas lecciones que deja la experiencia.


Ya entrando en materia de aprendizaje la experiencia nos indica que debe preverse la persecución posterior a la legalización de la ocupación y la presencia de líderes políticos tradicionales que buscarán la desarticulación de la organización; la experiencia indica también la necesidad de establecer de partida una estrategia productiva alternativa, que contemple la seguridad alimentaria y luego buscar la comercialización del excedente.

En este momento la necesidad sentida por el grupo es la falta de estructuras organizativas que le indique qué productos están siendo demandados en mercados locales, distritales y regionales. Esto parece, en la experiencia del grupo, inseparable de un régimen de producción continua de calidad, y con infraestructura agroindustrial (locreras, trilladoras, etc.). La experiencia del grupo le indica que el costo de producción de productos agroecológicos es más bajo que el de la producción convencional.

En la primera fase de la experiencia la formación del actor comunitario para negociar con actores externos poderosos, permitió resolver los problemas intercomunitarios que resurgieron luego de la obtención de la parcela familiar. Es importante señalar que en la estrategia de solución se buscó el respeto a los derechos económicos, sociales y culturales de las comunidades campesinas y sobre todo se enfatizaron las salidas sostenibles en términos organizativos, aunque la sostenibilidad ambiental quedó un poco relegada.

En el proceso de constitución del actor comunitario y en el proceso de maduración del conflicto la información jurídica proporcionada por el Área Rural del CIPAE fue decisiva, ya que los desenlaces están determinados por procesos políticos pero también por sistemas normativos y el manejo de información relevante para el conflicto. Es importante también notar que para remover las incompatibilidades con la legalización de la ocupación se movilizó a la opinión pública.

Lo más resaltante es que en tanto en la solución no incorpore la sostenibilidad en el uso de los recursos naturales se dificultará la vigencia del derecho al desarrollo, y en esa medida el respeto a los derechos económico-sociales90.

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