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Las luchas campesinas


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PROLOGO


El trabajo que viene realizando el Area Rural del CIPAE desde hace años en el sector rural donde sus componentes constituyen la clase más postergada de los beneficios del desarrollo, no resulta nada fácil. La tarea está llena de complejos lados en que la realidad es totalmente diferente a la de la ciudad. En la ciudad o en las urbes muchos ignoran la suprema y titánica lucha diaria que llevan estos compatriotas por el substento y, generalmente, sólo caen en la cuenta de la existencia campesina cuando cada año se trasladan desde sus hogares hasta la capital en movilización multitudinaria para exigir sus derechos y reclamar la inmediata solución de sus problemas.

Trabajar con los productores campesinos es vivir su realidad apuntalando con la capacitación mayores y mejores posibilidades de alimentación, de mayor justicia y bienestar. Constituye todo un desafío contra la pobreza, peleando por la tierra propia como factor fundamental de la producción y el mercado una vez satisfechas las necesidades básicas de alimento en el hogar combatiendo el uso de agrotóxicos en sus asentamientos como una sana política en la preservación de su medio ambiente.

El trabajo realizado por los integrantes del Area Rural, el trabajo jurídico, social y técnico, quiere compartir sus logros y también sus desaciertos llevados a cabo en el contexto social, político y económico del, como ya lo señaláramos, complejo escenario rural donde la constante es la pobreza consecuencia de la falta de tierra, de caminos, educación, de salud, alimentación, destrucción de bosques, suelos y falta de oportunidades para el campesino paraguayo y su familia pero, también teniendo en cuenta que se trabaja con esperanza y fe en ellos, en los campesinos no sólo por un mañana mejor sino por una situación actual llevadera y próspera.

El autor en todo el desarrollo del libro describe la cruda realidad campesina de manera bien objetiva. Y, hemos deseado dar a conocer los diferentes tipos de conflictos de tierra y su también las diferentes posibilidades de solución ya por medio de la expropiación forzosa y, por otra, por la vía de la compra y otra por el camino de los trámites administrativos como ocurrió con el caso Capiibary, una de las pocas colonias agroforestales , sino es la única, creada a pedido de los pobladores por el IBR.

Idénticamente analiza el trabajo técnico productivo y de comercialización de los grupos asistidos por el Area Rural del CIPAE, donde el elemento más fuerte e importante es la capacitación teórica con el sistemático acompañamiento en la práctica productiva, por medio del intercambio de experiencias y giras educativas de observación de modelos productivos ajenos se lleva el aprendizaje a cada finca, planteándose como alternativa de producción enfoques agroecológicos en miras a ir desplazando a la agricultura meramente convencional y la obtención de una producción sustentable más adelante y por qué no, ahora. El trabajo en este campo es arduo por las características propias de lo que ello implica y lo que implica el cambio de sistema de producción, donde lo fácil y rápido está en el orden del día como el uso indiscriminado de agrotóxicos, los herbicidas y fertilizantes químicos, la quema de bosques y su criminal destierro, donde la finca del campesino está rodeada por extensas áreas de cultivos convencionales y su consiguientes consecuencias nefastas, donde el mercado de producción orgánica aflora tímidamente entre los productos agrícolas importados por las redes de supermercados y shopping, compitiendo en calidad, cantidad, precio y escasos recursos económicos del productor campesino.

Pero lo que se quiere es preservar la diversidad cultural que nutre a las agriculturas locales, preservar la vida del campesino y la de su familia mediante la obtención de alimentos sanos, libres de tóxicos, la conservación de los ecosistemas para contribuir a largo plazo a la sostenibilidad productiva.

La obra resulta muy interesante y servirá de mucha utilidad para la comprensión de la actual situación del sector campesino paraguayo y sus reales limitaciones sociales y económicas.

Idalina Gómez Hansen

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Notas Introductorias


En este libro se presentan los resultados de una sistematización de experiencias desarrolladas por el Programa Rural del CIPAE en dos áreas: la solución de conflictos centrados en la tenencia de la tierra y el uso sostenible de las parcelas familiares con una orientación agroecológica.

La publicación se lanza en momentos de una aguda crisis campesina, la mas grave de las últimas décadas, que se expresa en una alta incidencia de la pobreza general, y de la indigencia, y en base a esas circunstancias busca alimentar el debate sobre la cuestión agraria y las alternativas para salir del atolladero.

El trabajo es elaborado desde una posición que condena el latifundio y a sus defensores, y eso es fácil entender si se tiene en cuenta que estas notas introductorias las estoy escribiendo desde mi refugio en Pirapey, teniendo en mis retinas a la gente asentada al otro lado de la ruta VI en Arapoty. Estos campesinos tratan de sobrevivir con lo que les da pequeños lotes pedregosos y tienen tantos hijos como penurias, que a veces tratan de adormecer con el alcohol, y en contraste tengo al alcance de la vista proyectos de ley que buscan precautelar los derechos de propiedad inmobiliaria rural de hasta 10.000 hectáreas en la Región Oriental; éstas inmensas fincas --según los mentores del proyecto-- para ser expropiables además deberían estar ociosas o en estado de abandono.

Debo señalar, por una parte, que esta postura es anacrónica y bloquea todas las posibilidades de solución del problema agrario, y sobre todo es incompatible con el derecho al desarrollo consagrado en el Art. 115 de la Constitución Nacional, y por otra que mas bien teniendo en cuenta a las miles de familias que viven en la miseria y esperan bajo hules acceder a parcelas familiares debemos acordar, con el Dr. José Alberto Correa, que la sola mención de tan enorme superficie de tierra en las manos de una sola entidad jurídica en un país de base agropecuaria, explica con creces la existencia de un interés social en juego que conviene atender1. Queda claro que en este trabajo se condena a los retrógrados que defienden un sistema de privilegios que está generando pobreza y exclusión social.

Con conocimiento de causa es comprensible que tome a bien las expresiones de parlamentarios que en tono amistoso --así lo entiendo yo-- me presentan como “el asesor izquierdista”; en una sociedad con inequidades crecientes me resultaría ofensivo que me endilgaran el calificativo de reaccionario. Viene también a cuento el hecho que antes de llegar a Pirapey quedé atrapado tres días por el bloqueo de rutas realizado por empresarios ricos de ojos azules con grandes máquinas, que no dejaron resquicios siquiera para que pasara una moto. Aunque yo tenía compromisos importantes que cumplir no tuve alternativas, ya que en esta ocasión el gobierno expresó su vocación al diálogo, atributo que lamentablemente no se había observado en casos de bloqueos organizados por campesinos, a quienes siempre se dio un plazo de minutos para que despejaran las carreteras.

En el estudio de las condiciones de producción se enfatiza los altos riesgos para la salud ambiental y humana del uso de agrotóxicos altamente nocivos que nos muestra la paradoja de sociedades consideradas evolucionadas que se escandalizan cuando toman estado público affaires de amores entre políticos y mujeres con atributos estéticos aceptables y se mantienen indiferentes ante la fabricación, tráfico o empleo de armas químicas para mejorar la productividad agropecuaria, aunque sean altamente dañinas para la salud humana y causen enfermedades incurables; como se verá los biocidas o agrotóxicos en sus inicios fueron fabricados como armas químicas2.

Los destinatarios de la publicación cubren una amplia gama: decisores y analistas, trabajadores de desarrollo, organizaciones campesinas y ciudadanos preocupados por los grandes problemas nacionales. Los capítulos relativos a análisis y resolución de conflictos y el de condiciones de producción están pensados para ser utilizados como manuales de consulta por los pequeños productores y trabajadores de desarrollo.

Los casos estudiados se desarrollan en la escala local pero en el análisis se consideran macrovariables que determinan posibilidades y límites a lo que pueda hacerse en microespacios. En alguna medida se toma en cuenta la fuerza de los efectos locales del proceso de globalización y particularmente de las políticas neoliberales, pero como estamos en Paraguay, parte importante de las macrovariables se originan en realidad en un estado prebendario que permitió la constitución y expansión de grupos empresariales y de latifundistas reaccionarios, con marcadas afinidades. Marqueses y barones de Itaipú forjaron grandes fortunas mas colgados de las tetas del Estado que aprovechando oportunidades brindadas por el mercado.

Si bien es cierto que en cada capítulo se enfatiza cierto aspecto, algunas dimensiones analíticas son consideradas a lo largo del libro. En el primer capítulo se presentan los grandes factores que condicionan cualquier intervención en el mejoramiento de las condiciones de vida en el campo; su importancia es tal que si lo ignorásemos estaríamos prestando atención solo al árbol sin ver el bosque. En la perspectiva utilizada si no partimos de la raíz histórica y ascendemos por los problemas troncales de nuestra estructura agraria corremos el riesgo de divagar por las ramas con el riesgo que ello implica. La periodización utilizada fue diseñada de modo que mostrara continuidades y cambios en el tratamiento de la cuestión de la tierra (periodo colonial, las primeras décadas del Paraguay independiente, la era liberal de la post-guerra, los tiempos del orden autoritario y el de la interminable y errática transición a la democracia).

Aún cuando en cada período la cuestión de la tierra tenga un tratamiento peculiar y permita diferenciar los bloques históricos, dentro de cada uno de éstos se observan también variaciones a veces significativas, y lo mas notable de la formación social paraguaya es el hecho que se observa una constante en los diversos periodos históricos, dada por el poder de los grandes propietarios que conservan su presencia en las instancias de toma de decisión que determinan los derechos sobre la tierra. La presencia de los latifundistas en las estructuras del Estado fue interrumpida solo en el periodo de Francia, por lo menos en términos históricamente significativos.

En la discusión sobre la situación actual de la tenencia y uso de la tierra (Capítulo 1.2) se presenta el caso de la Empresa Carlos Casado que llegó a detentar 6.000.000 de hectáreas que habría adquirido del Estado Paraguayo en 1886 en Santa Fe (Argentina) protocolizando la escritura correspondiente al año siguiente en una escribanía en el Paraguay sin la legalización correspondiente; existen indicios de una posible estafa perpetrada por esta empresa al Estado paraguayo al apropiarse de tierras fiscales y negociarlas como tierra privada3.

En la sucesión abierta en 1908 se padronizan las tierras de Carlos Casado y posiblemente desde entonces comienza la historia de tierras detentadas que se padronizan sin título de origen; en esas condiciones los títulos que hubiesen logrado su inscripción serían absolutamente nulos. La 750.000 hectáreas detentadas últimamente pueden tener los mismos vicios, y en esa medida no procede la inscripción en la Dirección General de Registros Públicos de las transferencias últimas por razones jurídicas de fondo, porque son tan nulas como sería la venta que el autor de estas notas pudiera realizar de la Plaza Independencia de nuestra capital por mas protocolizada que estuviera la operación. Si las 300.000 hectáreas no hacen parte de una finca no la pueden calzar en el vacío chaqueño.

Corresponde en este caso acciones simultáneas. Por una parte, el Procurador General de la Nación debe iniciar el juicio de reivindicación de las tierras fiscales, pidiendo como paso previo la medida cautelar de no innovar. Por cuerda separada el Poder Legislativo debería llevar adelante el pedido de los casadeños de la expropiación como latifundio improductivo de 150.000 hectáreas4 estableciendo que el pago, a precio establecido en la Ley de Expropiación, se hará contra sentencia judicial recaída en juicio de mensura y deslinde --donde se discute la propiedad--.

Dado que el IBR parece reticente a dar a conocer a los interesados el expediente abierto los interesados pueden pedir vía Habeas Data (Art. 135 de la Constitución Nacional) que el IBR libere información contenida en el expediente en cuestión5.

En la discusión de los conflictos agrarios sobre la tierra se pone énfasis en el contexto socio-económico y político, los antecedentes del conflicto, las relaciones de poder, las posiciones de los actores, los intereses en juego, el proceso de construcción de capacidades, la maduración del conflicto, su escalada y su transformación.

Se trata de un estudio de cuatro casos que analiza semejanzas y diferencias considerando las variables precedentemente mencionadas; los casos atendidos por el Area Rural del CIPAE fueron seleccionados de modo a reflejar rasgos estructurales diferenciados (propiedad privada, propiedad fiscal, tierra situada en región con desarrollo capitalista avanzado y tierra relativamente aislada de los mercados).

De ésta sistematización de experiencia del Area Rural del CIPAE se busca extraer lecciones, tanto de aciertos como de errores, aprovechables en intervenciones en conflictos rurales, tanto en el análisis de los mismos, como en el diseño de estrategias para resolverlo y su desarrollo y evaluación permanente. En el capítulo 3 se sistematiza la propuesta agroecológica del Area Rural del CIPAE; las experiencias desarrolladas en contextos contrastantes son estudiados comparativamente utilizando como ejes la construcción de capacidades, la conciencia ecológica y las prácticas productivas, las modalidades organizativas y los cuellos de botella en la comercialización.

En esta sistematización se busca recuperar lecciones referidas a sistemas de producción adecuados a la agricultura campesina, que deberán alejarse de tecnologías que dañan el medio ambiente y a la salud de los productores y de los consumidores.

En este capítulo se discute una propuesta presentada con la etiqueta de ecologistas que impulsan la siembra directa con el uso de glyphosato como herbicida; argumentan los propulsores de esta iniciativa que aún cuando el uso de herbicidas tipo Roundup presente riesgos para la salud, los beneficios asociados al control de la erosión son mayores que sus costos. Lo que no está explicitado es el valor que asignan en el cálculo al sistema nervioso de los expuestos al uso de herbicidas o a la capacidad reproductiva de nuestros hijos y nietos; en la postura asumida en este trabajo no resulta pertinente poner un precio a las enfermedades incurables de seres humanos. En términos operativos se asume como adecuada la siembra directa pero sin herbicidas.

Finalmente en el capítulo 4 se sistematiza el aprendizaje de los casos estudiados aplicables al mismo programa y a otros que busquen replicar los aciertos encontrados y evitar los errores identificados.

La elaboración de este libro, como los otros de mi autoría, fue una empresa colectiva; durante los trabajos de campo, en el ordenamiento de mis notas de campo y en la estructuración final estuve apoyado por mucha gente; esta vez solo quiero agradecer a algunos. Durante los trabajos de campo fue importante la hospitalidad de los Villalba (Tapití y Quebranto) en Juan de Mena, Arcadio Sachelariri en Tavapy II, Leoncio Portillo en Capiibary y Evelio Ruiz Díaz de Empalado.

Todos los profesionales del Programa Rural del CIPAE me brindaron todo el apoyo que solicité; debo destacar a Vidal Rivelli quien con la paciencia bíblica de Job escuchó mis numerosas objeciones a su propuesta y meticulosamente se fijó en mis apuntes sobre defensivos químicos y biológicos para plantearme comentarios y sugerencias, debo reconocer también mi deuda intelectual con Luis Duarte quien revisó pacientemente mis originales. Finalmente quiero agradecer especialmente a Nancy Acosta por la desgrabación y traducción de mis entrevistas y el procesamiento de textos y a Marcelo Mongelós por el trabajo editorial y su apoyo solidario en mis tareas cotidianas; debo reconocer también mi deuda con Maruxa Fogel, quien --como en casos anteriores-- debe estar calentando los motores para el megalanzamiento de este libro.

Debo aclarar que los errores son de mi exclusiva responsabilidad y los aciertos en gran medida a las personas nombradas y a otras omitidas que se proyectan en las tonalidades de estas páginas. En relación a los errores presento como circunstancia atenuante el hecho de haber escrito cuatro libros en los últimos dos años, que no es mucho, si no se considera que a esa labor se sumó mi trabajo como activista voluntario en el CERI en sus tareas en Itapúa, mi labor docente y mi inevitable trabajo como changador para ganarme los porotos. En realidad los atenuantes son válidos para los detalles técnicos ya que los grandes trazos del análisis los asumo sin excusa alguna.

En el estudio se combinaron métodos cualitativos con la explotación de datos de fuente secundaria (documentos públicos, estadísticas oficiales, crónicas periodísticas y trabajos publicados); los métodos cualitativos comprenden entrevistas a informantes claves, entrevistas grupales focalizadas y observaciones directas en el terreno. Las técnicas de obtención de datos utilizadas son las propias de los métodos de diagnóstico rural rápido. En la perspectiva seleccionada se privilegia la visión de los campesinos involucrados en las experiencias sistematizadas; mas que la exactitud a nivel de detalle de los recuentos interesa la forma como los campesinos se representan los episodios y las vicisitudes sufridas. La versión de los campesinos --que es parte de la realidad-- por supuesto puede ser diferente a la de sus contrincantes, toda vez que desde antaño los que unos viven como comedia otros pueden vivirlo como farsa.

De los casos estudiados y del recuento histórico resaltan dos cosas: por una parte el poder intacto de los latifundistas insensibles al dolor que generan, y por otra un destino incierto y triste en las capas campesinas que cuando reivindican la tierra lo logran con luchas tenaces, pagando un costo muy alto. Como se trata precisamente de un recuento de luchas me siento tentado a finalizar estas notas con mi lema viejo “De derrota en derrota hasta la victoria final”, pero como debemos vencer el pesimismo y el futuro ciertamente nos depara insospechados desenlaces, prefiero recordar a los lectores que la alborada no se detiene, la aurora de los triunfos que repara viejos agravios se va acercando.

Pirapey, marzo de 2001

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