Ana səhifə

La mayor hazaña de alejandro magno


Yüklə 102 Kb.
tarix25.06.2016
ölçüsü102 Kb.

LA MAYOR HAZAÑA DE ALEJANDRO MAGNO


comedia atribuida a

Lope Félix de Vega Carpio
The following electronic text was prepared by David Hildner (University of Wisconsin-Madison) and is based on that found in Lope de Vega Carpio, Obras dramáticas (Real Academia Española, 1916), vol. 2.
PERSONAS:

ALEJANDRO Magno

EFESTIÓN, almirante

PARMENIÓN, condestable


CLITO, camarero


CAMPASPE, dama

PIRENE, criada de Campaspe

EPAMINONDAS, tebano

TIMOCLEA, tebana

DARÍO, rey de Persia

EPITRIDATES, su jersey

HÉRCULES, tebano

EMBAJADOR 1 de Grecia

EMBAJADOR 2

APELES, pintor

BUFO, lacayo


JORNADA PRIMERA


Salen ALEJANDRO, PARMENIÓN, EFESTIÓN y CLITO, y aparece ALEJANDRO en un


trono y CLITO con una corona en una fuente

EFESTIÓN: Macedonia, señor, su rey te llama. [octavas]

Ciñe la invicta y generosa frente,

porque se sepa tu gloriosa fama

del negro ocaso hasta el dorado Oriente;

5 pues eres de tal tronco feliz rama,

como él serás en gobernar tu gente,

yo por rey te obedezco, y ruego al cielo

que por tal te obedezca todo el suelo.

CLITO: Yo también beso tu valiente mano,

10 que terror ha de ser en mar y en tierra,

de mar y tierra, que aunque soy anciano,

te prometo servir en paz y en guerra


como al rey, mi señor, que algún villano

en un sepulcro su valor encierra.

15 ¡Tu padre era, señor, nada te impide!

¡Venga tu sangre, que venganza pide!

ALEJANDRO: Ya, queridos vasallos, que sujeto

sólo me miro a mí, ya que mi mano

el cetro regio goza, yo os prometo

20 de mostrarme con todos tan humano

que todos me tengáis por vuestro objeto.

Premio al bueno daré, fin al tirano,

y en todo cuanto pueda, siendo justo,

haré, vasallos, sólo vuestro gusto.

25 Y agora, porque, en fin, de mi grandeza

todos participéis, haceros quiero

merced. Efestïón, de la grandeza

de almirante gozad, que así os prefiero

por viejo.

EFESTIÓN: Guarde Dios a vuestra alteza.

30 ALEJANDRO: Y vos, Clito, seréis mi camarero.

CLITO: Beso tus pies, señor, que de tu mano

pudo venirme don tan soberano.

ALEJANDRO: Todo el mundo tener sólo quisiera

para daros a todos, y aun sospecho

35 que para daros yo pequeño fuera,

porque es mayor mi generoso pecho.

Si pudiera, vasallos, os hiciera,

pues para todos era el mundo estrecho,

a cada uno rey de todo el mundo,

40 y aun corto premio a vuestros hechos fundo.

CLITO: Dueño te espero ver de aquéste entero,

por fuerte Marte, por discreto Apolo

y por el rayo de tu fuerte acero.

Desde este polo al contrapuesto polo

45 que han de te[m]er tu invicta diestra espero,

y que has de ser, como mereces, solo,

si no lo estorba la atrevida Parca,

de todo el orbe el imperial monarca.

EFESTIÓN: Yo, señor, como viejo, os aconsejo.

50 Quien mató a vuestro padre, cosa es cierta

que os querrá deshacer como a su espejo.

No dejéis puerta a vuestro mal abierta;

tomad, pues mozo sois, este consejo.

A quien fuere leal abrid la puerta

55 del vuestro sacro amor; mas a traidores,

la del castigo justo y los rigores.


Empiece ya a temer vuestra braveza

tu astro contrario, fiero y arrogante;

no acredite segura su cabeza;

60 sepa que es Alejandro el sumo Atlante

de toda Macedonia y su grandeza

[e]sculpa el tiempo en tablas de diamante,

rindiendo persas, allanando montes

y descubriendo varios horizontes.

65 ALEJANDRO: Llegad, Efestïón, dadme los brazos,

que me infunde valor aquese brío.

Fírmese mi amistad con estos lazos.

Yo haré que tema mi valor Darío,

o haré su gente y su valor pedazos.

70 Ya me parece el mar pequeño río

para que en él navegue mi pujanza,

que a ser deidad divina se abalanza.

Perdone Marte, Júpiter perdone,

que, en vistiendo la cota relumbrante,

75 pienso que Marte soy; mi ser me abone

si me imagino Júpiter tonante.

EFESTIÓN: La heroica fama tu valor pregone,

tebano Alcides, aunque más pujante;

nunca se atreva a tu poder la muerte;

80 iguale a tu valor tu buena suerte.



Salen APELES y BUFO


APELES: Tu majestad, señor, me dé sus plantas.

ALEJANDRO: Álzate, Apeles; pídeme la mano.

APELES: Con ella al alto cielo me levantas.

ALEJANDRO: Tu pincel precio, Apeles soberano.

85 APELES: ¿Quién podrá agradecer mercedes tantas?

ALEJANDRO: Con tan fuertes vasallos, caso es llano

que ha de ser inmortal mi buena suerte

aunque le pesa a la atrevida muerte.

No habré yo menester que mi renombre

90 escriba el tiempo en siglos dilatados

para que al mundo mi valor asombre,

pues han querido mis felices hados

que tenga, Apeles, como vos un hombre

que mis hechos escriba señalados,

95 y otro con que a mil reyes me anticipo,

que los esculpa en bronce, que es Lisipo.

Sale PARMENIÓN

PARMENIÓN: Dame tus pies, señor...

ALEJANDRO: Alzad del suelo,

condestable.

PARMENIÓN: Señor, beso tu mano.

ALEJANDRO: ¿Qué hay de Tebas?

PARMENIÓN: Su triste fin recelo,

100 que tiene en todo proceder villano.

ALEJANDRO: ¿Qué es lo que dices?

PARMENIÓN: Que se opone al cielo

de tu poder altivo y más que humano.

ALEJANDRO: Temo que Tebas enojarme intente.

PARMENIÓN: Escúchame, señor, atentamente.

105 Yo a Tebas parte le di [romance]

de la fúnebre tragedia

del rey tu padre Felipe,

y le avisé que viniera

a obedecerte por rey

110 con la circular diadema

que coronase tu frente,

cetro que honrase tu diestra.

En lugar de lutos tristes

se vistió aceradas grevas.

115 Todo es armas, todo es fuego,

todo confusión y guerra.

Hizo tocar una caja

Epaminondas, soberbia,

con que juntó, para hablarlos,

120 todos los grandes de Tebas.

“Bravos tebanos --les dice--,

defensa de vuestra tierra,

ya no es razón que sufráis

una tan prolija afrenta,

125 como es que tan fiero rey

mande y rija vuestras fuerzas.

Tebas, valientes soldados,

tiene bastante defensa

para contrastar a Marte,

130 si sujetarla quisiera.

¡Libertad! ¡Viva la patria!

Si a Macedonia le pesa,

que no es razón que su rey

por sus vasallos nos tenga,

135 cuando hay en Tebas quien ser



rey de Macedonia pueda.

Filipo murió, en efeto;

Alejandro, es cosa cierta

que le sucede al imperio;

140 reine, por cierto, en su tierra.

Mostrad esos fuertes pechos,

regid vosotros la vuestra;

iguales en valor somos.

¡Tema Macedonia, tema,

145 que yo os juro defender,

que basto para defensa,

no de Tebas, mas del mundo”.

¡Oh, qué arrogante soberbia!

Promulgó, en fin, su traición

150 y acabó de hablar apenas,

cuando todos, por su rey,

le veneran y respetan

y prometen ayudalle

con armas, vidas y haciendas,

155 aunque Júpiter airado

vibre lanzas, rayos llueva,

escriben para este efeto

también Atenas y Grecia,

y las dos contra tu nombre

160 conjuradas se revelan.

Yo, que lo supe, inflamado

el pecho con las centellas

que me exhalaba un volcán

de amor y [lealtad] sincera,

165 de cólera ciego y loco

solté al caballo las riendas

y, terrible como airado,

fui a reprender su insolencia.

Díjeles que eran traidores

170 y que tu furia temieran,

pues era fuerza que, airado,

castigaras la bajeza,

y que, cuando tú por ti

castigarlos no quisieras,

175 bastaba yo para darles

de esas infamias la pena.

Ellos quisieron matarme,

mas yo, con honrada fuerza,

herí algunos; defendíme,

180 y he venido a tu presencia.

EFESTIÓN: ¿Hay tan extraña maldad?

CLITO: ¿Hay más infame bajeza?

Yo, señor, aunque el menor,

si me concedéis licencia,

185 iré a vengar vuestra injuria.

PARMENIÓN: Yo les daré aquella pena

que sus delitos merecen

si vuestra divina alteza...

ALEJANDRO: Basta, vasallos, no más;

190 conozco vuestra nobleza;

yo el primero he de salir

a campaña en cualquier guerra

y Bucéfalo el primero

tiene de animar mi empresa.

195 En desnudando la espada

Tebas tema, el mundo tema,

mas primero he de valerme,

vasallos, de mi clemencia;

vaya Efestïón al punto

200 y hable de mi parte a Tebas.

EFESTIÓN: Iré a obedecer tu gusto,

que en ir tu grandeza muestras,

como hijo del gran Filipo,

a quien los Elíseos tengan.

205 ALEJANDRO: Y, entre tanto, Parmenión,

quiero ejercitar la diestra

con el venablo, matando

en aqueste monte fieras.

Apercíbase la gente.

210 PARMENIÓN: Haráse como lo ordenas.

ALEJANDRO: ¡Triste de ti si me mueves

a que te castigue, Tebas!

Apeles, vente conmigo.

APELES: Gran señor, aunque tu alteza

215 me honra por el arte vida,

también este pecho encierra

valor para ser soldado

y defender tus fronteras.

ALEJANDRO: Capitán os hago, Apeles.

220 APELES: Tu fama he de hacer eterna.

Vanse todos y queda BUFO solo

BUFO: Que haya hombres en el mundo

--¡pierdo el juicio!—que se huelgan

de ir a la guerra, pudiendo

en la paz tranquila y quieta

225 vivir y beber, no sangre,

mas cosa que lo parezca.

¿Hay cosa como la paz,

apacible, santa y bella,

venerable más que humana

230 y por extremo discreta?

No está temiendo que toque

el contrario la trompeta

y que de una cuchillada

le deje sin una pierna;

235 que le hase de sentido

una penetrante flecha;

Marte, por quien es, me libre

mientras yo me libro de ella.

Vase, y sale CAMPASPE de cazadora, con arco y flecha en la mano, y PIRENE, su criada

CAMPASPE: En este bosque umbroso [canción]

240 paso, Pirene, el día,

de Macedonia ausente y olvidada,

después que el riguroso

hado y desdicha mía

huérfana me dejaron sin mi amada

245 madre, porque ya nada

me diera algún consuelo,

fuera de aquestas aves

que con picos süaves

siguen este arroyuelo

250 que, viendo que no imita

su voz, corrido ya se precipita.

Dióme el cielo belleza

y nobleza tan grande

que no pudiera ser mayor, Pirene,

255 mas no me dio riqueza

y, como aquésta mande

todo el poder que la nobleza tiene,

quien a ser rico viene

quiere alcanzar con ella,

260 aunque el hado inhumano

le haga rico villano,

la más subida estrella

y, después de alcanzada,

Pirene amiga, no se encubre nada;

265 aquí de aquesta suerte

pienso pasar la vida

hasta que quiera Júpiter sagrado

que la acabe la muerte.

PIRENE: Yo, señora querida,

270 espero en él que te ha de dar estado

tan digno y levantado

como merece sólo

aquese rostro bello

y ese hermoso cabello

275 que enamorara Apolo

si en laurel no temiera

celoso Jove que lo convirtiera.

CAMPASPE: ¡Qué espantoso jabalí [redondillas]

que viene hacia acá, Pirene!

280 PIRENE: Alas en las plantas tiene

y más parece neblí.

¡Huye, señora, que llega!

CAMPASPE: Esconderme quiero aquí.



Escóndese CAMPASPE. Sale ALEJANDRO, arriba

ALEJANDRO: Herido va el jabalí.



Sale CAMPASPE, sin reparar en ALEJANDRO, ni él en ella

285 CAMPASPE: Ya pasó; yo estaba ciega.

Quiero, en aqueste cristal,

pie de esta encumbrada roca,

prestar aliento a mi boca.

ALEJANDRO: El era bravo animal.

290 CAMPASPE: Casi a salir no me atrevo.—

¡Válgame Febo divino!

En este orbe cristalino

se ve un hermoso mancebo.

¡Que bizarro! Clara fuente,

295 ¿quién en tus ondas pintó

este Narciso? Mas no,

comparación no consiente.

Ya me espanto, que temor

no tengo con lo que veo;

300 mas se me ha quitado, creo,

el temor con el amor.

ALEJANDRO: Mal el venablo tiré,

pues que le pude acertar

y no le pude matar.

305 CAMPASPE: Parece que ya se fue.

Ya vuelve. ¿Si es ilusión

de mi loco pensamiento?

Pero ¿qué miro o qué intento?

¿Qué me quieres, corazón?

310 Si intenta el sol luminoso,

que mis tristes penas siente,

mostrarme en aquesta fuente

quien tiene de ser mi esposo,

venturosa yo sería

315 si este mancebo lo fuera.



ALEJANDRO todavía sin reparar en CAMPASPE

ALEJANDRO: ¡Quién en este campo hubiera

armada una infantería

de belicosos soldados!

CAMPASPE: Sin duda sobre esta peña

320 está el que la fuente enseña;

pero mis ojos, turbados,

no le pueden ver, y así

buscarle será mejor.

Vase

ALEJANDRO: Cansado estoy, y el calor

325 tiene más vigor aquí.

Quiero bajar esta cuesta.

Allí está una casería

y hacia allí una fuente fría

entre una hermosa floresta.

330 A verla los pasos guío,

donde podré descansar.

Sale CAMPASPE, arriba

CAMPASPE: ¡No fue grande desvarío

venir a un hombre a buscar! [rima defectuosa]

Cansada estoy de subir

335 hasta aquí.

ALEJANDRO: Quiero romper

este cristal y beber.

CAMPASPE: ¿Qué me pudiera decir

quien me viera de esta suerte?

ALEJANDRO: ¡Válgame Júpiter santo!

340 Blasona, pues que me espanto,

suprema mujer, de verte.

¿Eres Venus que te cría

otra vez aquesta fuente

para matarme? Detente.

345 Yo me rindo, fuente fría.

De entre el hielo salió fuego

para abrasarme de amor.

CAMPASPE: Digo que oigo hablar, honor.

ALEJANDRO: Ya de amores estoy ciego.

350 No es bien, fuente, que me espante,

pues tanto mi amor la apoya,

que esté tan divina joya

engastada en un diamante.

En el alma te engastara,

355 mujer, si viva te viera,

y aun no digno engaste fuera

para joya que es tan rara.

CAMPASPE: Quiero a mi quinta volverme.

CAMPASPE se retira de lo alto de la peña

ALEJANDRO: Aguarda, que ya te fuiste,

360 pues donde tú te perdiste

no será mucho perderme.

Escucha, señora mía.

No me espanto, yo estoy ciego,

que no te abrase mi fuego

365 si estás en el agua fría.

Mas el fuego que se ofrece

para matarme inhumano

es de alquitrán, y está llano

que más con el agua crece.

370 Yo he de estar de aquesta suerte.

Baja CAMPASPE adonde está ALEJANDRO

CAMPASPE: ¡Qué galán! ¡Qué gentil hombre!

ALEJANDRO: No te espantes que me asombre,

oh nueva Dafnis, de verte.

Fieras viniendo a matar

375 aqueste brazo sujetas;

esos ojos o saetas

me mataron con mirar.

Quién eres, señora, di,

para que esté satisfecho

380 que ha sido valiente el pecho

a quien mi valor rendí.

CAMPASPE: Cazador gallardo, [romancillo (hexasílabos) en ]

que ser merecéis,

como de mi alma,

385 de los hombres rey,

soy de Macedonia.

El hado crüel

me llevó a mis padres

y sola quedé,

390 doncella y hermosa,

y pobre también.

¡Mirad qué tres cosas

en una mujer!

Juzgándome sola

395 mi patria dejé,

y a este altivo monte

me vine a tener

hospedaje pobre

en aquel que veis

400 sitio deleitoso,

aunque corto es.

Con una crïada

vivo, sin temer

que dé con mi honor

405 un hombre al través.

De esta aguda flecha

no hiciera que esté

segura ¡ay de mí!,

que va en parecer.

410 Yo vivo tan libre

en este vergel

--mal dije-- vivía,

que ya sujeté

a tu gentileza

415 mi libre poder.

De mis nobles padres

tan sólo heredé

la mayor nobleza

que ha tenido rey.

420 Mas como sujeta

vive al interés,

temo que igualarme

quiera su poder

con quien no merezca

425 estar a mis pies.

Llámome Campaspe.

Pues quién [soy] sabéis, [“sois” en la ed. RAE]

sepa yo quién sois,

aunque ya lo sé.

430 ALEJANDRO: Yo soy, cazadora, [romancillo en –e-o]

milagro del suelo,

mereciendo ser

deidad de los cielos,

el magno Alejandro

435 que, por un suceso

desdichado, goza

macedonio reino.

Envidioso el día

que nace, su templo

440 convirtió en cenizas

¡oh trato fïero!

que su diosa estuvo,

dicen los efesios,

presente en el parto

445 de mi madre. Luego

consultó mi padre

sacros agoreros,

que de mí contaron

extraños portentos.

450 Nací con insignias

de león soberbio,

y aleonado ves

el rico cabello.

Un fuerte caballo

455 a mi padre dieron,

rozagante y bravo,

hijo de los vientos.

Corpulento talle,

extraño pellejo,

460 flamígeros ojos,

espacioso pecho;

trepado de lomos,

corta oreja y cuello,

populosas clines

465 que peinaba el viento;

pequeña cabeza,

encendido aliento,

el pisar lozano

y el mirar soberbio.

470 En medio tenía

el copete bello,

fuertes, como extraños,

dos hermosos cuernos.

Por rey de animales,

475 en el muslo izquierdo

tiene una corona

por hermoso yerro.

Si la planta asienta,

la alza tan ligero

480 que casi desdeña

que la bese el suelo.

Este, pues, feroz,

arrogante y fiero,

jamás consintió

485 el jinete diestro.

Viendo que no sufre

espuela ni freno,

le desprecian todos,

yo sólo le aprecio.

490 Consultó el oráculo

mi padre de Delfos,

y de la respuesta

quedó más suspenso.

Díjole, “Filipo,

495 sabrás que el primero

que aqueste caballo

tuviese sujeto,

gozará del mundo

propagado imperio,

500 venciendo sus armas

enemigos reinos.”

Cumplí a la sazón

diez años; entiendo

por agora veinte

505 no cabales tengo.

Supe la respuesta

y, de valor lleno,

dije, “Si yo fuera

este caballero...”

510 Cierto alegre día

para mí, salieron

mi padre y sus grandes

al valle de Venus,

que era donde estaba

515 el Pegaso nuevo,

digo en ligereza

y en airoso cuerpo.

Juzgué que trataban

echar el protervo

520 caballo a las fieras.

Escuchélo y llego,

de él compadecido,

altivo diciendo,

“¡Qué caballo pierden,

525 gran señor, aquéstos,

porque, en fin, no saben

sujetar sus fieros,

que causan temor

y que yo no temo!”

530 Díjome mi padre,

“Vuestros años tiernos,

Alejandro, son,

duros vuestros pechos.”

Yo, entonces, corrido

535 y de valor ciego,

de las bellas clines

furioso le tengo.

Vi que se espantaba

de su sombra él mesmo,

540 y al rayo del sol

le pongo dispuesto.

Y apenas le vi

no, en fin, tan inquieto,

cuando salto en él

545 igualando al viento.

Turbóse, corrió

por un largo trecho.

Terciéme la capa,

caléme el sombrero

550 y paré, en su curso,

un rayo del cielo.

Vuelvo donde estaba

mi padre perplejo,

con la misma furia

555 airoso corriendo.

Tiré de las clines,

túvele sujeto

como si le hubiera

de alabastro vuelto.

560 Deténgole, pára,

pico, corro, vuelvo,

entro en Macedonia,

y todos, suspensos,

en mis años miran

565 un Marte sangriento,

que alcanzo, tan mozo,

tan grande trofeo.

Entré por palacio,

salté de él al suelo,

570 llegué donde estaba

mi padre, contento

echóme, llorando,

los brazos al cuello.

Díjome, “Alejandro,

575 para ti es estrecho

sitio Macedonia;

conquista hemisferios.

Ya el mando te espera

para ser su dueño,

580 pues será tu espada

de los hombres miedo,

invidia de Marte,

de Júpiter celos.”

Mas ¿cómo podré,

585 rendido y sujeto

a esa gallardía

y ese rostro bello[,]

ser lo que los hados

de mí previnieron?

590 Mas ¿qué mayor gloria

que este vencimiento?

A mí me he alabado,

que es triunfo viendo

del gusto vencido

595 alabar al preso,

que para alabaros,

señora, sospecho

que el callar es justo

para no ofenderos.

600 Pues que vi en el agua

la causa en que peno,

dadme aquestos brazos;

templaréis mi fuego.


Dentro con cajas y mucho ruido

VOCES: ¡Arma y guerra! Guerra!

605 ALEJANDRO: ¡Válganme los cielos!

CAMPASPE: ¿Qué es aquesto? ¡Ay, triste!

ALEJANDRO: No temas, pues tengo

este acero al lado

y a ti te defiendo.

610 CAMPASPE: Yo voy, gran señor,

a saber qué es esto.

Vase

VOCES ¡Arma! ¡Guerra, guerra!

ALEJANDRO: ¡Qué feroz estruendo!
Descúbrese HÉRCULES, tebano, vestido de pieles, con una maza en la mano y una camisa, sangrienta a puñaladas, en otra
HÉRCULES: ¡Oh, valiente sucesor [romance (octosilábico)]

615 de mi belicoso origen,

a quien ya, como a mí, tiemblan

del orbe y mar los confines!

Cuando apenas la cabeza

del laurel altivo ciñes

620 y aprieta la fuerte mano

el cetro que el mundo rige,

en vez de vengar tu padre,

que justa venganza pide,

¿a unos hermosos ojuelos

625 toda tu grandeza rindes?

Mira tu valor; advierte

que has de ser segundo Alcides,

y aun sin segundo, si intentas

subir al cielo tu timbre.

630 Mira esta sangrienta veste

del valeroso Filipo;

advierte que Tebas, Grecia,

y todo el mundo compite

en quién primero el laurel

635 de la cabeza te quite.

Con este brazo valiente,

con esta clava terrible

he sembrado el mar y tierra

de granates y rubíes,

640 que cada gota de sangre,

como con razón se quite,

ha de tener este precio,

y aún es, Alejandro, humilde.

Como yo tienes de ser

645 si quieres serlo invencible,

como a mí te han de temer

si tu valor lo permite.

Deja los tiernos abrazos,

el lustroso acero viste,

650 no pienses que han de valerte

de tu clemencia apacible

y de tu sacra nobleza

aquesos vasallos viles.

Con la espada podrás sólo

655 a su traición poner límite,

y hacer que te tema Grecia,

que ya libertad repite.

Queda en paz. Procura ser

lo que has de ser, por que envidie

660 tu valor Marte y el mismo

Júpiter te sea accesible.



Desaparece con ruido

ALEJANDRO: Como el tuyo será, Hércules, fuerte [tercetos]

ese valor si quieres que lo sea.

Vivo otra vez quisiera, Alcides, verte;

665 pero el cielo querrá que el mundo vea

que aqueste acero es rayo fulminante

que tu valor consuma, y que desea,

aunque valiente, ser tan arrogante.

Teme, traidora Tebas, mi pujanza;

670 mi voz te admire, mi mirar te espante.

Yo tomaré de ti tanta venganza

que al mundo asombre, admire al cielo santo,

para que inmortal quede mi alabanza.

Airado causaré tan grande espanto

675 como suelo, apacible, dar contento,

y dejaré anegado en triste llanto

tu atrevido y traidor atrevimiento,

que a Júpiter enoja refulgente

y a mí, que Marte soy, fiero sangriento.

680 Marche mi fuerte y belicosa gente.

¡Al arma, capitanes! ¡Cierra, cierra!,

que hoy he de ver mi sol resplandeciente.



Vuelve a salir CAMPASPE

CAMPASPE: Algún cuidado tu valor encierra.

Todo el monte está quieto y sosegado,

685 gran señor, sin haber señal de guerra.

No tenga vuestra alteza más cuidado,

que fue imaginación sin duda alguna.

ALEJANDRO: A un tiempo estoy feroz y enamorado.

Oscurece tus rayos, blanca luna,

690 por que pueda vengar mi agravio justo

a que la infame Tebas me importuna.

CAMPASPE: Cese ya, gran señor, vuestro disgusto.

ALEJANDRO: ¡Que un tebano traidor tan solamente

se opone a mi braveza y nombre augusto,

695 y de aqueste valor a la corriente!

¡Al arma, capitanes! ¡Muera Atenas!

CAMPASPE: Advierte, rey supremo...

ALEJANDRO: ¡Que consiente

mi eminente valor tan viles penas!

¡Capitanes, al arma! ¡Muera, muera!

700 CAMPASPE: ¡Amor, a qué rigores me condenas!

¡Alejandro!

ALEJANDRO: ¡Oh, conquista dura y fiera!

[......................................................-arte]

[....................................................-era]

Aquí me llama Amor, y en esta parte,

705 blandiendo el fuerte y arrogante acero,

me mira airado el furibundo Marte.

Pero bien podré yo tener, si quiero,

valor y amor, pues es capaz mi pecho

para aquesta grandeza y todo entero

710 el mundo para mí me viene estrecho.

Amor he de tener y valor tanto,

como estoy de mí mismo satisfecho,

que al dios Cupido admire sacrosanto

y al enemigo más valiente espante.

715 Mitigarás mis penas entre tanto

que no visto la cota relumbrante,

y aun en la guerra contra el enemigo

me servirás de flecha penetrante,

pues le daré con más rigor castigo

720 por haberme privado de tus ojos,

que, como a los de Febo, adoro y sigo.

CAMPASPE: Con aquesto mitigas mis enojos.

Sale APELES

APELES: ¡Oh, gran señor!

ALEJANDRO: ¡Apeles!

APELES: ¿De qué cielo

tu majestad bajó tales despojos

725 que esta estatua parece de su velo?

ALEJANDRO: Otro mayor cuidado tengo agora,

aunque éste es grande, que me da desvelo.

Lleva a palacio aquesta bella aurora

mientras, rigiendo mi poder la muerte,

730 la infame Tebas su delito llora.

Vase

APELES: Dueño de ella y del mundo pienso verte.

Si echo, señora, de ver [redondillas]

que a quien rige el orbe entero

le tenéis por prisionero

735 y me quisisteis vencer,

viendo mis nuevos cuidados,

bien puede decir mi suerte

que os parecéis a la muerte

en el igualar estados.

740 Muerte y amor en rigor

se parecen de tal suerte

que a veces amor es muerte

y a veces la muerte, amor.

Átropos jamás perdona

745 pobre sayal ni laurel,

ni tampoco Amor crüel

ni al sayal ni a la corona.

Una diferencia halló

un sabio que la interpreta,

750 y es que ella al cielo respeta

y el amor ardiente, no.

Si me habéis muerto de amor,

decir que vuestra beldad

me rindió no es deslealtad

755 contra mi altivo señor;

que, supuesto que aun al cielo

no le guarda ley Amor,

no será trato traidor

no guardarla a un rey del suelo.

760 CAMPASPE: Yo hallé bastante sujeto

para emplear mi belleza,

y con razón a su alteza

le quiero bien y respeto.

Haced lo propio, y mirad

765 que es tarde.

APELES: Yo iré a serviros.

CAMPASPE: Y también quiero advertiros

que es amarme necedad.

Vase

APELES: ¡Qué presto que se ciega el más prudente [soneto]

viendo una bella y celestial pintura!

770 ¡Qué bien le llaman al Amor locura,

instantáneo furor, fuerte accidente.

Cogióme una belleza de repente,

no pude discurrir en mi cordura.

Mas ¿qué mucho --¡ay de mí!-- si una hermosura

775 a Júpiter sujeta omnipotente?

Miré, ceguéme, en fin, quedé vencido.

Tengo un rey por contrario altivo y fuerte.

A eternos celos quedo condenado,

pues jamás he de ser sino vencido,

780 ni podrá desear mi triste suerte

mayor ventura que no haber mirado.

Vase. Salen EPAMINONDAS, EFESTIÓN y gente

EFESTIÓN: Esto mand[ó] mi rey que te dijera. [octava]

EPAMINONDAS: Lo que tengo de hacer he respondido.

EFESTIÓN: Que mejor lo pensárades quisiera.

785 EPAMINONDAS: Ya lo tengo pensado y advertido.

EFESTIÓN: La espada saca ya Alejandro fiera.

EPAMINONDAS: A nadie teme mi valor temido.

EFESTIÓN: En el campo verás su valentía.



Vase

EPAMINONDAS: En el campo verás también la mía.



Sale TIMÓCLEA

790 TIMÓCLEA: Epaminondas valiente, [romance]

lustre y honor de tu casa,

que mereces que de bronce

te alce templos la fama;

tú, por quien aun las mujeres

795 desnudan fuertes espadas

animadas de tu voz

para defender su patria;

yo, Timóclea valerosa

más que la tebana clava,

800 esta alabanza en mujer

no puede ser arrogancia,

junté, para defenderte,

trescientos soldados de armas

tan valientes que ya temen,

805 con ser fuertes, su pujanza.

Marchando vienen al son

de las sonorosas cajas

que, como ven su valor,

ya de animarlos se cansan.

810 Con éstos y los que tienen

tus belígeras escuadras,

¿quién podrá?

VOCES (dentro): ¡Al arma, que llega

Alejandro a las murallas!

ALEJANDRO (dent.): ¡Al arma, soldados fuertes!

815 ¡Muera Tebas! ¡Arma, arma!

TIMOCLEA: Ve presto; anime tu voz

y tus valientes hazañas

tus valerosos soldados.

EPAMINONDAS: ¡Viva Tebas! ¡Cierra! ¡Al arma!



Vase

820 TIMÓCLEA: Ya los fieros escuadrones

furiosamente se traban;

animosos y soberbios

rasgan petos, quiebran lanzas.

Unos dicen, “¡Viva Tebas!”;

825 otros “¡Alejandro!” claman;

unos, animosos, hieren;

otros, ofendidos, matan.

¡Qué valeroso Alejandro

discurre por la campaña

830 en un caballo feroz

que por viento alienta llamas!

Un rayo ardiente parece

su acero, que fuego saca

de los lucientes arneses

835 y entre su fuego se abrasan.

Todo el ejército, fiero,

rompe, destroza y maltrata;

ya no hay jinete que quiera

oponerse a sus hazañas.

840 ¡Socorro, Júpiter santo,

que este rayo, que en pujanza

a los de tu esfera vence,

todo lo destruye y tala!

Mas un fuerte caballero,

845 que con las voces levanta

los ánimos de los suyos,

le presenta la batalla.

Todos a Alejandro cercan.

Milagro será si escapa

850 con la vida en tal aprieto.

¡Oh, Epaminondas, la fama

haga eterno tu renombre!

¡Qué valiente cuchillada

dio en el yelmo de Alejandro!

855 Mal su destreza le ampara,

que mal podrá defenderse

la cabeza sin celada.

¡Qué portentoso caballo!

Con dos rígidas guadañas

860 que lleva en la dura frente,

los paveses despedaza

y, defendiendo a su dueño,

con los bufidos espanta.

No queda soldado a vida.

865 ¡Oh, brazo que no te cansas!

Sólo queda Epaminondas

con Alejandro en campaña.

¡Qué diestramente pelean!

¡Oh, Apolo! ¿Hay ventura tanta?

870 Cayó Alejandro en el suelo.

El caballo se levanta,

y con el de Epaminondas

más arrogante se traba.

Cayó. Matóle el caballo.

875 ¡Oh, qué notable desgracia!

¡Amparadnos, santos cielos,

que ya la vitoria cantan!

Vase. Salen peleando ALEJANDRO y EPAMINONDAS

EPAMINONDAS: Alejandro, detén la fuerte espada. [octavas]

ALEJANDRO: ¡Muere, traidor!

EPAMINONDAS: ¡Socorro [al] cielo pido! [“del” en la ed. RAE]



Cae muerto. Salen CLITO, EFESTIÓN, y PARMENIÓN

880 EFESTIÓN: Ya la vil Tebas queda castigada.

Ya ese valor al bárbaro ha rendido,

que se opuso a tu frente coronada,

que de la quinta esfera envidia ha sido.

A nacer vuelvan otra vez gigantes

885 para que, como Jove, los espantes.

ALEJANDRO: Acometió Bucéfalo tan fuerte

al son, vasallos, de la presta trompa

que con sólo mirar daba la muerte.

No hay armas que no hienda, raje y rompa.

890 Mas ¿cómo se alborotan de esta suerte?



Salen SOLDADO 1 y otros con TIMÓCLEA, presa

SOLDADO 1: Perdona, bravo rey, que te interrompa.

Esta mujer mató nuestro caudillo.

ALEJANDRO: Y ¿por qué?

TIMÓCLEA: Ya, señor, quiero decillo.

Yo soy la infeliz Timóclea, [romance]

895 hermana del gran Teágenes,

que por la griega corona

muriendo vertió su sangre.

Nací en Tebas, ¡ay de mí!,

con mil infaustas señales,

900 que cuando hay grande hermosura

ha de haber desdicha grande.

Acometió tu furor

nuestros muros de diamante,

mas es ese fiero acero

905 contra el diamante Anajarte,

que a los primeros encuentros

los tebanos, arrogantes,

fueron perdiendo en un punto

de su valor los quilates.

910 Yo, desde el alto palacio,

desde una ventana, grave,

te vi, gran señor, vencer

nuestros soldados cobardes;

pero mal dije, valientes,

915 que basta que tales mates

por que ha menester, señor,

si tienen de contrastarte,

producir naturaleza

por enemigos gigantes,

920 que de otro modo no es bien

que el sacro Júpiter se arme

y que saque de la vaina

el acero penetrante.

Viendo, en fin, que la victoria

925 iba aclamando tu parte,

y que ya nuestro escuadrón

comenzaba a retirarse,

fui donde estaban mis hijos

por guardarlos como madre.

930 Entré en mi casa, señor;

eché a la puerta la llave,

y vi al airado tropel

de tu gente apoderarse,

como vencedor, en fin,

935 de nuestros antiguos lares.

“¡A las doncellas hermosas,

que las fuercen o las maten!”,

dijo un capitán, que fue

el que maté por vengarme.

940 Este, pues, entró en mi casa

tan impío y tan infame

que, sin temer a los dioses

ni respetar sus altares,

empezó con mil lucidas

945 palabras a maltratarme,

pidiendo que diese puerta

a mi honor inexorable.

Fui de roca en las palabras;

mas no es defensa bastante,

950 que por eso las mujeres

son humildes y cobardes.

Remitió, en fin, a las fuerzas

el borrar la bella imagen

de mi honor. En fin, cumplió

955 su gusto con mis pesares.

Pidióme después mis joyas.

¡Mira qué afrenta tan grande,

pedirme joyas después

que me hurtó la que más vale!

960 Llevéle a un jardín florido,

adonde una fuente amable,

un pozo lleno, profundo

de divididos cristales.

Díjele que allí escondí

965 mis ajorcas y collares

y toda mi hacienda, viendo

nuestra desdicha notable.

Él entonces asomóse;

mas yo, vengando mi ultraje,

970 asiéndole por los pies,

le dejé precipitarse.

Quiso nadar y, tirando

piedras, loca de pesares,

vengué, señor, con su muerte

975 la injuria de mi linaje.

A tus pies estoy postrada,

para defenderme inhábil.

Aquí estoy. Corta mi cuello

si merezco que me mates.

980 ALEJANDRO: Por Apolo, que dijera [redondillas]

que tú me diste mi ser

¡oh valerosa mujer!,

si Olimpas no me le diera.

Que cupo en tu hermoso pecho

985 tan extremado valor

que aquesa esfera de amor

le quitó a Marte tal hecho.

Que ese divino traslado

de Venus bella . . .

TIMÓCLEA: Repara

990 que a ti también te matara

si me hubieras afrentado.



Ruido dentro. Salen APELES, y BUFO con un paño en la cabeza, como que está herido

APELES: Ya de la traidora Tebas

la máquina levantada,

queda en el suelo postrada

995 de tu justo agravio en pruebas.

Sólo de Hércules el templo

y de Píndaro la casa

por ti, señor, no se abrasa,

porque den honroso ejemplo.

1000 ALEJANDRO: ¿Qué tienes, Bufo? ¿Te hirió

el enemigo?

BUFO: Señor,

no, porque, en fin, su furor,

aunque quiso, no me halló.

Una teja de un tejado

1005 me pudo descalabrar

porque me quise pagar

sin que hubiera trabajado.

Que aun las piedras de la calle

no consienten, ¡ay de mí!, . . .

1010 APELES: (Calla, que está el rey aquí.)

BUFO: (Dile a la herida que calle.)

ALEJANDRO: Pena me da, Tebas, verte,

y aun lágrimas; mas es justo

que delito tan injusto

1015 se castigue de esta suerte.

A ti, señora, te doy,

porque vengaste tu afrenta,

seis mil talentos de renta.

TIMÓCLEA: Rendida a tus pies estoy.

1020 ALEJANDRO: Y aún no es grande galardón

de tan varonil hazaña.

TIMÓCLEA: ¡Qué grandeza tan extraña!

¡Que divina perfección!

CLITO: Témate el mundo, señor.

1025 ALEJANDRO: Con las armas, Clito, haré

que me tiemble, y aun ser[é] [“será” en la edición RAE]

quien le rinda.

PARMENIÓN: De temor

hoy Macedonia se priva,

pues que victoriosos vamos.

1030 ALEJANDRO: Marchad.

CLITO: Y todos digamos,

“¡Alejandro viva!”



TODOS: ¡Viva!

FIN DE LA JORNADA PRIMERA


Verilənlər bazası müəlliflik hüququ ilə müdafiə olunur ©atelim.com 2016
rəhbərliyinə müraciət