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Figuras de pensamiento ensayos sobre la visión tradicional o «normal» del arte


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178 Cf. D. B. Zema sobre «Progreso» en el     (New York, 1943); y René Guénon,    (Londres, 1941), cap. 1, «Civilization and Progress». René Guénon observa: «La civilización del Occidente moderno aparece en la historia como una verdadera anomalía: entre todas aquellas que nosotros conocemos más o menos completamente, esta civilización es la única que se ha desarrollado a lo largo de líneas puramente materiales, y este desarrollo monstruoso, cuyo comienzo coincide con el así llamado Renacimiento, ha estado acompañado, como ciertamente tenía que estarlo, por un correspondiente  intelectual». Cf. Meissner,   , pp. 10-11: «La manera más corta de contar el caso es ésta: durante los últimos siglos una vasta mayoría de cristianos han perdido sus hogares en todo el sentido de la palabra. El número de aquellos que son arrojados al desierto de una sociedad deshumanizada aumenta constantemente… podría llegar el tiempo, y más pronto de lo que pensamos, en que el hormiguero de la sociedad, preparado para la perfección total, merezca sólo un veredicto:   ». Cf. Gerald Heard,    (New York, 1941), p. 25, «Por hombres civilizados nosotros entendemos ahora hombres industrializados, sociedades mecánicas… Cualquier otra conducta… es el comportamiento de un ignorante, de un simple salvaje. Haber llegado a esta pintura de la realidad es ser verdaderamente avanzado, progresista, civilizado». «En nuestra presente generación, donde el énfasis principal y casi exclusivo se pone en la mecánica y en la ingeniería o en la economía, la comprensión de los pueblos ya no existe, o todo lo más en casos muy raros. De hecho nosotros no queremos conocernos unos a otros como hombres… Eso es justamente lo que nos introdujo en esta monstruosa guerra» (W. F. Sands en , 20 de Abril de 1945).

179 La «ideación colectiva» del antropólogo no es nada sino el unanimismo de las sociedades tradicionales que se ha examinado arriba; pero con esta importante distinción, a saber, que el antropólogo entiende que su «ideación colectiva» no implica sólo la posesión común de ideas, sino también la «originación colectiva» de estas ideas: donde la asumición es que hay realmente tales cosas como creaciones populares e invenciones espontáneas de las masas (y como ha observado René Guénon, «la conexión de este punto de vista con el prejuicio democrático es evidente»). En realidad, «la literatura del pueblo no es su producción propia, sino que viene a ellos desde arriba… el cuento folklórico no es nunca de origen popular» (Lord Raglan,  , p. 145).

180 De la misma manera que uno no tiene un aritmética privada, así también, en una sociedad normal, uno no «piensa por uno mismo» [cf. San Agustín,   II.48]. En una cultura proletaria uno no piensa en absoluto, sino que sólo mantiene una variedad de prejuicios, en su mayor parte de origen periodístico y propagandístico, aunque atesorados como «opiniones propias» de uno. Una cultura tradicional constituye un depósito de ideas, en el que es imposible una propiedad privada. «Donde el Dios (sc. Eros) es nuestro maestro, todos nosotros venimos a pensar igualmente» (Jenofonte,  XVII.3); «Lo que realmente une a los hombres es su cultura —las ideas y modelos que tienen en común» (Ruth Benedict,   , Boston, 1934, p. 16). En otras palabras, la religión y la cultura son normalmente indivisibles: y donde cada uno piensa por sí mismo, no hay ninguna sociedad () sino sólo un agregado. Sólo la Razón  y divina es el criterio de la verdad, «pero la mayoría de los hombres vive como si poseyeran una inteligencia privada suya propia» (Heráclito,  92). «En la medida en que nosotros participamos en la memoria de esa Razón [común y divina], hablamos la verdad, pero siempre que estamos pensando por nosotros mismos () mentimos» (Sextus Empiricus, sobre Heráclito, en   I.131-134).

181 Cf. «La lujuria del chivo es la largueza de Dios… Cuanto ves un Águila, ves una porción del Genio» (William Blake). «El caballo sacrificial es un símbolo () de , y consustancial con  ()», de manera que lo que se le dice al caballo se le dice a  «cara a cara» (), y así, «verdaderamente, Le obtiene visiblemente» (,   V.7.1.2). «Un día presencié una representación del . Vi que los actores era realmente , , , , y . Entonces adoré a los actores y actrices, que representaban aquellos papeles» ( ). «El niño vive en la realidad de su imaginería, como lo hacían los hombres de los antiguos tiempos prehistóricos» (R. R. Schmidt,     , Londres 1936, p. 7), ¡pero el esteta de la actualidad vive del fetiche!

182 En la afirmación, «en algunos casos nosotros no podemos decir fácilmente si el nativo piensa que está en la presencia real de un ser (habitualmente invisible), o en la de un símbolo», (Lévy-Bruhl,  , p. 206), «nosotros» sólo puede referirse a mentalidades profanas tales como las que entienden nuestros autores cuando hablan del hombre «civilizado» o «emancipado» o de ellos mismos. Para un católico o hindú no sería verdadero decir que «esta peculiaridad de los símbolos de los primitivos nos crea una gran dificultad», y uno se pregunta por qué nuestros autores están tan perplejos con el «salvaje», y no con el metafísico contemporáneo. Más verdaderamente, uno no se plantea que ello se debe a que se asume que la sabiduría nació con , y a que el salvaje no distingue entre la apariencia y la realidad; y a que nosotros preferimos describir los cultos religiosos primitivos como una «adoración de la naturaleza» —nosotros, que somos ciertamente adoradores de la naturaleza, y a quienes se aplican preeminentemente las palabras de Plutarco, a saber, que los hombres se han cegado tanto con sus poderes de observación que ya no pueden distinguir entre Apolo y el Sol, entre la realidad y el fenómeno.

183 Lévy-Bruhl,  , pp. 174, 180. Lévy-Bruhl parece haber sido completamente ignorante de la doctrina platónico-aristotélica-cristiana de la «participación» de las cosas en sus causas formales. Sus propias palabras, «no necesariamente… semejanzas», son notablemente ilógicas, puesto que está hablando de prototipos «invisibles», y es evidente que estos invisibles no tienen ninguna apariencia que pueda imitarse visualmente, sino sólo un carácter del que puede haber una representación por medio de símbolos () adecuados; cf. Romanos 1:20, «puesto que las cosas invisibles… se comprenden por las cosas que han sido hechas».

184 Schmidt, Dawn of the Human Mind, p. 7.

185 W. Deonna, «Primitivisme et classicisme»,           IV, nº 10 (1937). Para los mismos hechos pero con una conclusión contraria ver A. Gleizes,         (París, 1932).

186 Schmidt,     , p. 167. ¿Era ya el «hombre primitivo» un platónico, o era Platón un hombre primitivo cuando hablaba como legítimas de esas artes «que cuidarán al mismo tiempo de los cuerpos y de las almas de sus ciudadanos» ( 409E-410A), y cuando decía que «el único medio de salvación de estos males no es ejercitar el alma sin el cuerpo ni el cuerpo sin el alma» ( 88BC)?

187 Hocart,  , p. 63. Bajo estas condiciones, «Cada ocupación era un sacerdocio» (p. 27).

188 Andrae,   , p. 65.

189 Es notable que en el lenguaje quirúrgico francés la palabra  (fíbula) significa .

190 «El Sol es el amarre (, se podría decir incluso el «botón») a quien estos mundos están atados por medio de los cuadrantes… Él encorda estos mundos a Sí mismo con un hilo; el hilo es el Viento del Espíritu» (  VI.1.1.17 y VIII.7.3.10). Cf.    IX.8.38, y   VII.7, «Todo “esto” está encordado en Mí como una hilera de gemas en un hilo». Para la doctrina del «hilo del espíritu», cf. también Homero,  VIII.18 sigs.; Platón  153 y  644; Plutarco,  393 sigs.; Hermes,  XVI.5.7; San Juan 12:32; Dante,  I.116; , , Oda XXVIII, «Él me dio la punta de un hilo…»; Blake, «Yo te doy la punta de una cuerda de oro…». Nosotros hablamos todavía de las substancias vivas como «tejidos». Ver también Coomaraswamy. «The Iconography of Dürer’s “Knoten” and Leonardo’s “Concatenation”», 1944, y «Spiritual Paternity and the Puppet-Complex», 1945.

191 Ver Christopher Blinkenberg,     Copenhague, 1926. La ornamentación de estas fíbulas forma una verdadera enciclopedia de símbolos solares.

192 Ver Coomaraswamy, «Ornamento».

193 Reproducido con permiso de los Trustees of the Bristish Museum.

194 Earl Baldwin Smith,   (New York, 1938), p. 27. «Fue un tremendo descubrimiento —cómo excitar las emociones por las emociones mismas» (A. N. Whitehead). ¿Lo fue realmente? ¡«No, ni aunque todos los bueyes y caballos del mundo, en su persecución del placer, proclamaran que tal es el criterio» (Platón,  67)!

195 Prefacio a Schmidt,      La identificación virtual habitual de la «infancia de la humanidad» con la infancia del individuo, la de la mente del hombre de Cromañón con su «frente plenamente desarrollada» (Schmidt, p. 209), con la del niño todavía subhumano, es ilógica. «Puesto que estamos obligados a creer que la raza del hombre es de una única especie, se sigue que el hombre tiene una historia igualmente larga detrás de él» (Benedict,    p. 18). Que el niño pueda usarse en algunos respectos como un símbolo adecuado del estado primordial, en el sentido de que «de tales es el Reino de los Cielos», es una cuestión complemente diferente.

196 Schmidt,     , págs. 1, 13, 89, 126, 212 sigs.; las bastardillas son mías. La sentencia final contrasta agudamente con la famosa plegaria de Platón, «concédeme que yo devenga bello dentro, y que mi exterior y mi interior estén en íntimo acuerdo» ( 278C); cf.   VI.5 y 6, sobre la amistad o enemistad entre el «sí mismo» empírico y el «sí mismo» esencial. Schmidt está refiriéndose, por supuesto, a la clara distinción entre el sujeto y el objeto que presupone el «conocimiento» ordinario; es precisamente este tipo de «conocimiento» el que, desde el punto de vista de la metafísica tradicional, es una , y moralmente un «pecado original» cuya recompensa es la muerte (Génesis 3); cf. Coomaraswamy, «La Operación Intelectual en el Arte Indio», nota 20.

Las notables expresiones de Schmidt equivalen a la definición del «hombre de entendimiento», moderno y civilizado, como una personalidad atrofiada, fuera de contacto con su entorno. Que él también considere esto como un  del hombre sólo puede significar que considera a los «veedores, que ven a Dios cara a cara» y en quienes sobrevive el alma del pueblo, como perteneciendo a un tipo de humanidad estrictamente atávico e inferior, y que considera la «herencia divina» como algo de lo que hay que desembarazarse tan pronto como sea posible.



197 Lucien Lévy-Bruhl,    (París, 1922), págs. 88, 290. El problema del uso de ritos aparentemente inefectivos para el logro de fines puramente prácticos es examinado razonablemente por Radin,    , págs. 15-18.

198 Lévy-Bruhl,   , p. 92.

199 René Guénon,    (París, 1939), págs. 15, 17.

200 Lévy-Bruhl,  , p. 295.

201 Andrae,   , «Schlusswort» [cf. nota 6,  –ED.].

202 M. F. Ashley Montagu,        (Londres, 1937); B. Malinoswki,      (Londres, 1929). Cf. Coomaraswamy, «Spiritual Paternity and the Puppet-Complex», 1945.

203 Montagu, Coming into Being.

204 «Dios, el detentador de todo el poder generativo» (Hermes,  III.21); «el poder de la generación pertenece a Dios» (  I.45.5); «ex quo omnis paternitas in coelis et terra nominatur» (Efesios 3:14). En las encantaciones Gaélicas (ver A. Carmichael,  , Edimburgh, 1928), Cristo y la Virgen María son invocados continuamente como deidades progenitivas, dadores de crecimiento en el ganado o en el hombre; las expresiones son casi verbalmente idénticas a las de    VII.102.2, «Parjanya, que pone la semilla en las plantas, las vacas, las yeguas, las mujeres». «No llaméis a ningún hombre vuestro padre sobre la tierra: pues uno es vuestro padre, que está en el cielo» (San Mateo 23:9).

205 «El Sol es el  de todo lo que es inmóvil o móvil»,    I.115.1, «Toda cosa viva que nace, ya sea inmóvil o móvil, sabe que ella es por la unión del Conocedor del Campo y del Campo mismo»,   XIII.26. «Es porque Él “besa” (insufla) a todos sus hijos por lo que cada uno puede decir “yo soy”»,   VII.3.2.12; «la Luz es el poder progenitivo»   VII.1.1.1; cf. San Juan 1:4, «la vida era la luz de los hombres»; «cuando el padre le emite así como semilla dentro de la matriz, es realmente el sol quien le emite como semilla dentro de la matriz»;    III.10.4. Se encontrarán más referencias a la paternidad solar en   I.7.2.11 (el Sol y la Tierra son los padres de todos los seres nacidos); Dante,  XXII.116 (el Sol es «el padre de cada vida mortal»); San Buenaventura,     , 21;  I.3775; Plutarco,  368C, … .

En conexión con el «Conocedor del Campo» puede observarse que su «conjunción» () con el «Campo» no es meramente cognitiva sino erótica: puesto que el sánscrito , en su sentido de «reconocer como propio de uno», o de «poseer», corresponde al latín  y al inglés [y español] «conocer» en la expresión Bíblica «Jacob conoció a su esposa». Ahora bien, la manera solar de «conocer» (en todos los sentidos) es por medio de sus rayos, que son emitidos por el «Ojo»; y de aquí que en el ritual, donde el sacerdote representa a  (el Sol en tanto que Padre-Progenitor), el sacerdote «miraba» formalmente a la esposa del sacrificador, «para inseminarla»; un rito metafísico que el antropólogo llamaría un ejemplo de «magia de la fertilidad». Ver también Coomaraswamy, «The Sunkiss», 1940.



206 Para «estar presente» se emplea también el equivalente  del sánscrito , «estar sobre»; y ésta es la expresión tradicional de acuerdo con la cual se dice que el Espíritu «toma su sede sobre» el vehículo corporal, que, por consiguiente, es llamado , «terreno de soporte» o «plataforma». El Gandharva es, originalmente, el Eros Divino y el Sol.

207 Que San Juan esté hablando con referencia a una regeneración no excluye en modo alguno la aplicación a una generación; pues como insiste la teoría exegética, el sentido literal de las palabras de la escritura es también verdadero siempre, y es el vehículo de la significación trascendental.

208 A la que corresponden también las palabras de una encantación Gaelica, «del seno del Dios de la vida, y de los cursos juntos» (Carmichael,  , II.119). En Egipto, similarmente, «la vida era una emanación de la luz progenitiva y de la palabra creativa… El Sol, Râ, era el creador sobre todos los demás, y el medio de su poder creativo era su ojo, el “Ojo de Horus”, y su voz, la “voz del cielo, el rayo”»; el Faraón era considerado como nacido, literalmente, del Sol y de una madre humana (Alexandre Moret,       , París, 1902, págs. 40, 41).

209 La incomprensión del pueblo es accidental más bien que esencial; «ellos comprenden por la fe» debido a que no son escépticos, ni moralistas. Por otra parte, el artista literario (Andersen, Tennyson, etc.) que no tiene escrúpulos a la hora de modificar su narrativa por razones estéticas o morales, a menudo la distorsiona (cf. Plutarco,  358F, sobre «los infundados pensamientos primeros de los poetas y literatos»); y así, en la transición «del ritual al romance», a menudo tenemos que preguntar, «¿hasta dónde comprendía realmente su material tal o cual autor?».

210      . Por Raymond Firth, Londres y Nueva York, The Studis Publications, Inc., 1936, 126 pp.; muchas ilustraciones.

211 Es decir, como la patología es interesante para el paciente que «disfruta de una salud pobre».

212   , Octubre, 1935, pp. 168, 169.

213 Cf. Margaret Mead, «Art and Reality from the Standpoint of Cultural Anthropology»,   , II, 1943. p. 119.

214    . Por Willowdean C. Handy, con una Introducción por E. S. Craighill Handy. París, Les Editions d’art et d’Histoire, 1938, 55 pp.; 24 figuras y 19 láminas.

5a Sobre el canto mientras se trabaja, una vez universal, pero apenas posible en las sociedades industriales, cf. San Agustín,    C. 21, donde dice que los monjes que trabajan manualmente «pueden cantar himnos divinos mientras trabajan con sus manos, como los artesanos que dan sus lenguas al relato de historias, sin retirar sus manos de su trabajo».

215 «Prohibidas» por los ignorantes y bárbaros agentes de la «civilización», como los que aquí en América han intentado suprimir las artes rituales de los propios indios americanos.

216 Como tal era todavía el caso en Ceilán hace sólo treinta años.

217 «Die polynesische Kultur irt auf den Marquesas mit dem Jahr 1900 praehistorisch gewarden» (Karl von den Steinen,      1925, p. 33)

218 Elsie Parsons,   , 1935, p. 1142.

219   Londres, 1937, pp. 45, 161, 351 sig.

220 Cf. , «ornamento», examinado en el capítulo III

221 Sobre la «participación», ver el capítulo IX.

222 Cf. W. Spiess y B. de Zoete,      (uno de los mejores testimonios que se hayan escrito sobre una cultura «normal» y «sin explotar»; cf. también mi «Am I my Brother’s Keeper?» y mi «The Bugbear of Literacy», publicados en    , 1943 y 1944.

223 Cf. Platón,  275, «Pues esta invención producirá olvido en las mentes de aquellos que aprendan a usarla, porque no ejercitará su memoria… leerán muchas cosas sin instrucción, y por consiguiente les parecerá que saben mucho».

224 Para reproducciones de estos dibujos maravillosos ver A. B. Deacon, «Geometrical Drawings from the Islands of the New Hebrides», en     LXIV, 1934, y algunos republicados en la obra de Tom Harrisson,  .

225 «El error crucial es sostener que nada es más importante que nada, que no puede haber ningún orden de bienes, y ningún orden en el reino intelectual», R. M. Hutchins,    (Baton Rouge, La., 1943), p. 26.

226 «Un pensamiento ha guiado la mano del artesano o del artista: pensamiento de utilidad… pensamiento religioso… lo que el arqueólogo busca en el monumento, es la expresión de un pensamiento». G. de Jerphanion,     (París, 1930), págs. 10-16.

227 Cf. Otto Rank,    (New York, 1932), p. 428, «Desde los días del renacimiento, no puede haber ninguna duda de que las grandes obras de arte se compraban al costo del sustento ordinario. Sea cual fuere nuestra actitud hacia este hecho y la interpretación de este hecho, es cierto al menos que el individualista moderno debe abandonar este tipo de creación artística si tiene que vivir tan esforzadamente como es aparentemente necesario».

228 E. F. Rothschild, The Meaning of Unintelligibility in Modern Art (Chicago, 1934), p. 98.

229 Se ha comprendido ahora que los orígenes de la ciencia griega, la edad heroica que se extiende hasta la mitad del siglo quinto a. C., son igualmente de origen asiático; ver Abel Ray,       (París, 1933), y la reseña por George Sarton en . Las fuentes asiático occidentales de la mitología griega están deviniendo también cada vez más evidentes; Henri Frankfort, por ejemplo, considera los orígenes orientales de Heracles como más allá de toda posibilidad de duda (      , Chicago, 1934, p. 55); cf. Clark Hopkins, «Assyrian Elements in the Perseus-Gorgon Story»,    , XXXVIII (1934), 341-358. Si no se admite lo mismo para la filosofía (ver T. Hopfner,    , Leipzig, 1925) ello se debe principalmente a que no se ha comprendido la naturaleza de la «filosofía» oriental; puede esperarse una conclusión diferente cuando el problema se plantee no con respecto a la   en el sentido moderno, sino con referencia a los comienzos de la  griega.

230 Cf. René Guénon, «Du Prétendu “Empirisme” des anciens».   , CLXXV (1934).

231 Cf. C. G. Jung,       (Londres, 1933), p. 189, «la llamada rueda del sol… puesto que data de un tiempo en que nadie había pensado en las ruedas como un invento mecánico… no puede haber tenido su fuente en ninguna experiencia del mundo externo. Es más bien un símbolo que representa un acontecimiento psíquico; cubre una experiencia del mundo interior, y sin ninguna duda es una representación tan vívida como los famosos rinocerontes con los pájaros sobre su lomo».

232 [En este punto se ha suprimido de nuestra versión del texto una discusión de A. Roes,         (Oxford, 1933). AKC apreciaba mucho ese estudio, pero su examen de él concierne en su mayor parte al detalle histórico-artístico y agrega poco al argumento derivado de Andrae.- ED.].

233 Cf. Paul Mus, «Le Buddha Paré: son origine indienne»,       XXVIII (1928), y «, les origines du  et la transmigration, essai d’archéologie religieuse comparée»,       XXXII (1932). Concerniente al último título, el autor observa en una nota, «No hay que decir que la orientación de la presente obra es estrictamente arqueológica… Arquitectónicamente, el  es muy simple de captar a primera vista… Toda la dificultad, lejos de depender de principios de construcción difíciles, depende, al contrario, del hecho de que no hay manera de hacer uso de estos principios en la interpretación.           y tiene en vista fines mágicos, y éstos, que son el tema esencial de nuestra investigación, son completamente extraños a la técnica de construcción actual. Nosotros deberíamos decir más bien que estas ideas y fines son el contexto del () y que lo sobrepasan ( ), y esto no es ninguna exageración, pues el diseño permanece ininteligible para quienquiera que no ha estudiado los textos  donde pueden encontrarse las explicaciones de sus peculiaridades».   en el pasaje precedente corresponde exactamente a  en Dante,  IX.62, y a  en   II.118.




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