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El argumento de autoridad en situación: el caso del debate mediático sobre astrología


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El argumento de autoridad en situación:

el caso del debate mediático sobre astrología

Marianne Doury
Traducción de Luisa López Hurtado (Facultad de Traducción e interpretación de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona)
Las descripciones del argumento de autoridad identifican generalmente cierto número de condiciones que deben cumplirse para que la argumentación pueda ser considerada como aceptable. El análisis del funcionamiento del argumento de autoridad en las interacciones polémicas muestra convergencias sorprendentes entre las refutaciones de las que es objeto y su evaluación culta. De manera más general, podría parecer que recurrir a las normas argumentativas constituye un método utilizado por los interlocutores que participan en una interacción para realizar objetivos argumentativos locales.
El argumento de autoridad figura, sin ninguna duda, entre los tipos de argumento más estudiados. No hay un sólo tratado sobre la argumentación que no le dedique al menos unas líneas; quizás porque generalmente está considerado _en su versión falaz_ como fundamentalmente opuesto al comportamiento científico, su discusión suele ser el pretexto para una reflexión sobre el lugar que ocupa la racionalidad en las argumentaciones corrientes. Sin embargo, aunque el principio del argumento de autoridad esté tan bien analizado que parece difícil aportar a su descripción algún elemento nuevo, su realización discursiva, así como los efectos que produce su empleo en una interacción argumentativa, rara vez han sido objeto de un estudio sistemático. Este es el objeto del presente artículo. Con la descripción del funcionamiento del argumento de autoridad en el debate mediático sobre la astrología, esperamos contribuir al análisis dinámico de los diferentes tipos de argumento, y, de manera más amplia, participar en una reflexión sobre las normas que rigen en la argumentación.
1. EL ARGUMENTO DE AUTORIDAD: BREVE REPASO TEÓRICO

1.1 Definición del argumento de autoridad
Generalmente, el argumento de autoridad se define como un esquema argumentativo que se basa en la existencia de una relación entre algunas características de una persona (su prestigio, su competencia) y el crédito que conviene otorgar a sus palabras:

Existe argumento de autoridad cuando el que propone da como argumento a favor de una afirmación el hecho de que haya sido enunciada por otro locutor particular autorizado sobre el que se apoya o detrás del cual se refugia. La razón de creer (o de hacer) P no reside ya en la veracidad de P, en su adecuación al mundo tal como es o debería ser, sino en el hecho de que está admitido por una persona que funciona como garante de su veracidad. (Plantin 1996:88)2

La estructura lógica del argumento de autoridad que se propone generalmente es la siguiente:

X ha dicho que P

(X es una autoridad fiable respecto a P)

Por lo tanto P.

Esta descripción general da cuenta de dos tipos de argumentos de autoridad que se distinguen tradicionalmente:

_el argumento de autoridad directo, en el que se muestra la autoridad, es decir, en el que el locutor se basa en su propia autoridad para reforzar sus palabras ("en mi calidad de...puedo garantizar que P"). En este caso, el locutor y la autoridad a la que se recurre se funden (la estructura lógica que subyace en el argumento de autoridad directo es "he dicho que P; yo soy una autoridad fiable respecto a P, por lo tanto P);

_el argumento de autoridad indirecto, de segundo grado, en el que el locutor aprovecha la credibilidad de la que goza una persona “considerada una autoridad” en una materia determinada para dar más peso a una propuesta que quiere defender.

Estas dos formas de argumento de autoridad, a las que pueden corresponder realizaciones discursivas muy diferentes, están asociadas por el prestigio que adquiere el propio locutor, incluso cuando no se presenta a sí mismo como referencia. El argumento de autoridad indirecto se rige por la bella fórmula de Flahault: “esto me sobrepasa, sin embargo pasa gracias a mi” (1978:151).

En función del tipo de autoridad a la que se recurre, el argumento de autoridad puede tomar formas específicas: argumento del consenso (o recurrir a la autoridad de la mayoría: Engel 1994:145); el recurso a la autoridad de los "select few" (o "snob appeal"; id: 145), y el recurso a la tradición (que puede pasar por la utilización de proverbios, Reboul 1986:68-69).
1.2 Fenómenos relacionados con el argumento de autoridad
La argumentación por autoridad está estrechamente relacionada con algunos problemas lingüísticos o sociolingüísticos:

_concretamente, como lugar donde se ponen de manifiesto las luchas de dominación, simbólica o no, el argumento de autoridad agrupa las reflexiones clásicas desde Foucault (1971) sobre la autoridad del discurso. Tal como lo recuerda Pinto:

Todo locutor debe llevar a cabo una tarea que no necesita solamente competencia lingüística. Debe mostrar que el crédito que reivindica mediante su afirmación está plenamente justificado _y eso solamente podrá conseguirlo basándose en un capital de autoridad distribuido de manera desigual en el espacio social. Los recursos y, como consecuencia, las oportunidades correlativas de éxito en la obtención de crédito se encuentran prefigurados en la propia forma del discurso en la que se inscribe lo que podría llamarse el saldo del locutor.(1984:107)

En la intersección entre las reflexiones sobre la legitimidad de los discursos y los trabajos sobre el argumento de autoridad, se encuentra la descripción de fenómenos discursivos como las connotaciones autoritarias, ligadas a expresiones extraídas de discursos “que gozan de más o menos prestigio” (Plantin 1996:91), o, más concretamente, con lo que Dispaux (1984) llama insignias de competencia (de naturaleza discursiva, como por ejemplo, la utilización de un vocabulario técnico; o no discursiva: bata blanca). La integración de estos procedimientos discursivos en la problemática general del argumento de autoridad supone que se admita una definición no proposicional de la argumentación (no es este el caso del presente artículo).

_En su forma directa, el argumento de autoridad pone de manifiesto también la construcción de un ethos (Robrieux 1993:144), es decir, la elaboración retórica de una imagen del locutor capaz de argumentar la credibilidad de sus argumentaciones. Por otro lado, el argumento de autoridad está cerca de algunos procedimientos discursivos:

_El argumento de autoridad se basa en la idea de que algunos interlocutores tienen un acceso privilegiado al saber, debido a su competencia, a su moralidad o al prestigio de que goza su persona. Otros enunciados suponen un acceso privilegiado a algunas informaciones (quién mejor que yo para garantizar la veracidad de la proposición: "me duele la cabeza", o quién mejor que un testigo ocular para explicar el accidente que ha presenciado); sin embargo, estos no son por eso argumentos de autoridad. Del mismo modo, el argumento de autoridad recuerda el funcionamiento de enunciados performativos, para los que “al identificarse el acto con el decir, basta con referir el decir para atestiguar el acto” (id:221).

_El argumento de autoridad se acerca muchas veces a la refutación ad hominem, que propone rechazar una proposición basándose en las características del enunciador, mientras que el argumento de autoridad se basa en la evaluación positiva de un enunciador para reforzar una proposición.

_Finalmente, la estructura lógica del argumento de autoridad implica relaciones privilegiadas con algunas formas lingüísticas. Concretamente, “el argumento de autoridad depende fundamentalmente de los mecanismos lingüísticos de la cita y de la polifonía” (Plantin 1990:212), y su realización discursiva recurre a las diversas manifestaciones de la heterogeneidad enunciativa; esta realización discursiva pasa a menudo por las construcciones lingüísticas que emanan del discurso referido, directa o indirectamente.

Es evidente que algunas de estas observaciones sólo son válidas para una de las formas de argumento de autoridad directo (construcción de un ethos) o indirecto (formas del discurso citado). Además, las formas discursivas que adoptan estos dos tipos de argumentos de autoridad, así como sus implicaciones a nivel de la relación y de las relaciones de fuerza en la interacción son tan diferentes que no hay razón para considerarlas fruto de la misma estrategia argumentativa. Por lo demás, se puede observar que la mayoría de los estudios sobre el argumento de autoridad se ocupan en realidad de su forma indirecta y mencionan generalmente la forma directa a modo de recordatorio pero sin desarrollarla. Hay que decir que es la opción escogida en el presente artículo.
1.3 Evaluación del argumento de autoridad por los teóricos de la argumentación
La mayoría de las descripciones del argumento de autoridad se dan en los estudios normativos de la argumentación. Lo más frecuente es que el argumento de autoridad vaya asociado a una dimisión intelectual, ya que supone que uno renuncia a su propio juicio para subordinar su opinión a la de otro. En cuanto a sus efectos, el argumento de autoridad es rechazado por "terrorista", puesto que tiene la función de anular el discurso del adversario, reducido al silencio por el peso de la autoridad (Grize 1990:45). Pero la condena global del argumento de autoridad apenas es sostenible. El carácter necesariamente limitado del ámbito de competencia de cada uno hace inevitable su utilización cuando alguien quiere hacerse una idea sobre un tema que escapa a su campo de saber:

Como nadie es especialista en todo, es racional que aceptemos tomar un medicamento "por fe" en una prescripción médica, o comprar un coche esperando que corra. La aceptación de la autoridad condiciona en este caso el buen funcionamiento de los objetos técnicos

complejos, que todos y cada uno tratamos como "cajas negras" aceptando su función sin preguntarnos por qué. (Plantin 1990:45)3

La delegación necesaria del saber nos lleva a matizar la condena del argumento de autoridad. Dos situaciones son entonces posibles:

1. Se considera que hacer que la aceptabilidad de una proposición dependa de una autoridad puede conducir a dos procedimientos argumentativos distintos:

•el recurso a la autoridad obedece a intenciones puras del locutor, es decir, viene impuesto por la limitación necesaria de los conocimientos de cualquier locutor, pero no es en absoluto el resultado de un intento de intimidación. En estos casos hablaremos de recurso a la competencia de un experto.

•el recurso a una autoridad demuestra las intenciones impuras del locutor, que quiere reducir al silencio a su interlocutor mediante una maniobra de intimidación. Reservaremos el término de argumento de autoridad para estos recursos falaces a la autoridad.

2. Se considera que el argumento de autoridad es el término genérico que comprende las formas aceptables y las formas falaces de recurso a la autoridad.


El problema que plantea esta distinción entre recurso a la competencia de un experto y argumento de autoridad, o entre argumento de autoridad válido y argumento de autoridad falaz es que no corresponde a manifestaciones discursivas diferenciadas y probablemente no exista ningún indicio estrictamente lingüístico que permita distinguirlas.

En su forma explícita, los enunciados de autoridad presentan una ambigüedad entre la indicación real de una fuente P, lo dice X, en la que el locutor se compromete como hace en cualquiera de sus aserciones reales y la aserción polifónica (autoritaria) de P. (Plantin 1990:213)

En ese caso, el analista (o el destinatario de la argumentación) sólo puede hacer suposiciones acerca de las intenciones del locutor4, o tener en cuenta algunos datos contextuales (lo que se sabe del locutor, de sus intereses, de la autoridad invocada, del campo en el que se inscribe la discusión), para pronunciarse sobre la aceptabilidad del argumento.

Con el fin de sistematizar la exploración del contexto, muchos teóricos de la argumentación (sobre todo en el mundo anglosajón), que aceptan la utilización de un recurso a la autoridad en el caso de que el tema que se debate supere las competencias de las personas que participan en él, han definido algunas condiciones que debe cumplir la argumentación para poder considerarla como válida, o al menos, como aceptable o racional o, al menos, como aceptable o racional5.

1. El primer tipo de condiciones de adecuación tiene que ver con los mecanismos de discurso referido que moviliza el argumento de autoridad. Se plantean por lo tanto una serie de cuestiones sobre la propia cita, por ejemplo, si se hace en estilo directo, ¿reproduce exactamente las palabras de la autoridad citada?, o ¿es fiel la reformulación cuando se hace en estilo indirecto?. En los casos en que el experto invocado se expresa en términos técnicos es necesario realizar una operación de divulgación ya que el argumento de autoridad no se dirige a especialistas6. En ese caso, ¿deforma dicha operación las palabras del especialista?

Para poder responder a estas preguntas debe cumplirse una condición suplementaria: la referencia a la autoridad debe ser lo suficientemente precisa para que permita localizar las fuentes (Walton 1992:49).

2. El segundo tipo de condiciones de adecuación se basa en la calidad del experto. El principio básico es que “el argumento de autoridad tiene el valor de la autoridad que se cita” (Plantin 1988:335). Pero en algunos ámbitos, es difícil establecer los criterios que permitan evaluar la competencia de un experto. En dicha evaluación pueden incidir diferentes factores:

_evaluación de las predicciones anteriores del experto;

_preparación de pruebas que permitan evaluar algunas competencias concretas;

_informaciones diversas sobre el experto: cualificación profesional, títulos, testimonios de colegas... (Woods & Walton 1992:43).

3. La proposición P, cuya autoridad se presenta como garante, debe situarse en su ámbito de competencia; en caso contrario se cometería un error de pertinencia.

4. Todas las restricciones que pesan sobre la admisibilidad de un testimonio pesan también sobre la evaluación de un argumento de autoridad (Govier 1985:84-85). En particular, conviene preguntarse si la autoridad tiene un interés personal en afirmar lo que dice. Por ejemplo, un peritaje financiado por un fabricante de tabaco que demuestre, mediante experimentos realizados para este caso, que el tabaco no provoca cáncer sería inadmisible.

5. Finalmente, algunas condiciones están relacionadas con la propia naturaleza del tema que se debate. ¿Se trata realmente de un tema que puede resolverse mediante un juicio emitido por un experto? (Fogelin 1982:98). Para que esto suceda, debe tratarse de un cuerpo de saber constituido, que sea objeto de un mínimo de consenso y no de un ámbito del conocimiento todavía cambiante y controvertido (Govier 1985:52)7. Además, el argumento de autoridad debe permitir, en principio, la posibilidad de acceder de manera directa a la prueba. Si se produce un desacuerdo, el experto debe poder probar que su juicio tiene una base objetiva, y explicitar los criterios que ha seguido para juzgar (Woods & Walton 1992:43-44). Desde este punto de vista, la forma prototípica de un recurso a la autoridad aceptable sería:

"P es cierto.

La biblioteca está abierta, ustedes pueden volver a hacer los cálculos".(Plantin 1988:333)

Las condiciones de adecuación del argumento de autoridad (y concretamente las condiciones 2,3 y 4) muestran que en muchos casos, la crítica de su validez pasa por una argumentación ad hominem _lo que supone que se admita este tipo de argumentación como no falaz.


2. LA DINÁMICA DEL ARGUMENTO DE AUTORIDAD EN LAS INTERACCIONES VERBALES. EL CASO DEL DEBATE SOBRE LA ASTROLOGÍA.
Las reflexiones sobre el argumento de autoridad presentadas más arriba estudian este argumento como un fenómeno discursivo aislado, que se puede definir y estudiar per se, independientemente de la dinámica general en la que se inscribe. Sin embargo, un argumento de autoridad nunca aparece aislado, sino que se articula mediante estrategias persuasivas globales, y, en algunas interacciones, da lugar a refutaciones diversas. En este artículo, voy a describir este funcionamiento dinámico del argumento de autoridad a partir del análisis de un caso particular: el debate mediático sobre las paraciencias y, más concretamente, sobre la astrología8.

Los medios de comunicación franceses (sobre todo la televisión) han dedicado, durante los diez últimos años, un gran número de artículos o de programas a la polémica que suscitan las disciplinas con status científico discutido (astrología, parasicología, medicinas alternativas, etc.), que vamos a nombrar en adelante paraciencias. Estos debates muestran que los adversarios de las paraciencias recurren de manera sistemática a procedimientos de enlace (Perelman & Olbrechts-Tyteca 1988/:299-300), que presentan el debate sobre las paraciencias como un enfrentamiento maniqueo entre la comunidad científica unánime y una horda de charlatanes a cual peor. Estos procedimientos de enlace muchas veces toman la forma de enunciados generalizadores, como muestra la intervención de Dominique Ballereau, astrónomo, invitado a un debate sobre astrología, que sigue a la presentación que el animador del programa hace de él:



DB: Usted acaba de decir que yo estoy en contra de la astrología, tenemos en el mundo la totalidad9 de la comunidad astronómica internacional que está en contra, la totalidad de la comunidad científica sin más _físicos, químicos, etc._ y, de una forma general, todas las personas con sentido común rechazan la astrología.

(“Duel sur la 5” del 10/6/1988 en la 5)

Al bloque homogéneo que ponen en escena los detractores de las paraciencias, los partidarios de estas disciplinas, utilizando procedimientos de disociación, oponen una comunidad científica dividida entre una "ciencia oficial" retrógrada, que rechaza las paraciencias, y una vanguardia ilustrada que estaría a favor de ellas. Esta "vanguardia" les sirve de marco donde encontrar autoridades que funcionen como otros tantos aliados para la causa de las paraciencias.

La utilización de la argumentación por autoridad entra pues en una estrategia global de construcción de los bandos antagonistas. Los argumentos son generalmente iniciados por los partidarios de las paraciencias y dan lugar a veces a largas negociaciones, destinadas a determinar "de qué lado" se sitúan las autoridades citadas.

La repetición de los argumentos de autoridad en el debate puede indicar que uno de los objetivos más importantes del discurso de los partidarios de las paraciencias es la búsqueda de aliados (Latour 1989:54). Los defensores de las disciplinas paracientíficas no pueden, evidentemente, aceptar la visión del debate que les proponen sus adversarios (el bloque de científicos contra el bloque de los charlatanes). Lo que hacen es sustituirla por otra imagen que ve cómo lo que se había presentado como "la comunidad científica contraria a las paraciencias" va disminuyendo cual piel de zapa10 y se debilita a causa del abandono de los "nuevos aliados" de las paraciencias, cuyo cambio de opinión (y la evaluación de su peso argumentativo) se discute duramente durante el debate. El bando de los partidarios de las paraciencias va aumentando en igual proporción.

Además, ganar una autoridad para su causa no significa solamente tener en su equipo a un individuo más. Latour propone el ejemplo de un locutor que refuerza su discurso recurriendo al premio Nobel Andrew Schally. Este individuo pone a su adversario en el compromiso de poner en duda no solamente dicha autoridad, sino también “a sus colegas, al consejo de la universidad de Nueva Orleans que dio una cátedra a Schally, al comité Nobel que recompensó su trabajo otorgándole el premio más prestigioso, a las numerosas personas que aconsejaron en secreto a dicho comité, al comité de redacción de la revista Nature, a los redactores que aceptaron publicar el artículo, y al consejo científico de la National Science Foundation y al National Institute of Health que subvencionaron la investigación, y a un gran número de técnicos, así como a todos los que colaboraron con él y se citan en los agradecimientos” (1989:51). Así, el argumento de autoridad se basa en apariencia en el prestigio. Pero, cuando recurre a una autoridad científica, hay que tener en cuenta que la ciencia se organiza en redes y que tras la autoridad existen muchos actores de status diverso, y que están ligados a ella indisociablemente. Por lo que, este argumento, basado en el tópico de la calidad, constituye también, a otro nivel, un argumento de la cantidad.


2.1 Realizaciones discursivas del argumento de autoridad
La premisa "X ha dicho P", tomada de la estructura lógica del argumento de autoridad, sugiere que su realización discursiva recurre a los mecanismos del discurso referido. Por supuesto, no se trata de asociar cualquier cita a un argumento de autoridad, sino más bien de considerar que algunas citas, desde el momento que tienen más valor por su autor que por su contenido, asumen la función de argumento de autoridad (Maingueneau 1991:138).

Como forma del discurso referido, el argumento de autoridad puede utilizar el estilo directo, indirecto, o indirecto libre. El estilo directo, cuya utilización constituye una "teatralización de una enunciación anterior" (Maingueneau 1991:134), no garantiza mejor que el estilo indirecto la autenticidad de las palabras citadas. En cambio, se presenta como una cita literal de un discurso, libre de subjetividad del locutor del discurso que cita, y puede facilitar la verificación de la condición de adecuación 1, relacionada con la exactitud de la cita. Se admite que el estilo indirecto hace intervenir la subjetividad del locutor, que se inscribe en la reformulación elaborada a partir del discurso original. Entonces es cuando se plantean las cuestiones relacionadas con la fidelidad a la fuente. En la lengua oral, la distinción entre los diferentes tipos de discurso referido es menos neta, ya que algunos indicios que permiten distinguirlos en la lengua escrita (comillas, guiones, puntos y aparte) desaparecen, lo que hace más delicada su identificación. Además, muchas veces se encuentran argumentaciones que parecen basarse en los mismos mecanismos que el argumento de autoridad, pero que no se presentan como el discurso referido. Así, la astróloga Joëlle de Gravelaine, al responder a Anne Barrère que le pregunta sobre las relaciones entre la astrología y la salud, emplea tres argumentos:



AB: La astrología y la salud, es una vieja historia...

JdG: Es una historia viejísima, es cierto, pero me gustaría decirle simplemente que, como dice Hubert Reeves, estamos hechos del mismo polvo que las estrellas, y que hay una vieja regla de Hermes Trigemisto que dice que lo que está en lo alto, es como lo que está aquí abajo. Y hay una película magnífica que hizo la NASA, en la que se ve perfectamente cómo las espirales que se encuentran en el cuerpo se reproducen de manera extraordinaria en las espirales que vemos en la galaxia.

(“Santé à la une” del 4/1/1993, TF1)11

Como suele ser el caso en las argumentaciones corrientes, no se explicita ninguna conclusión. Si se tuviera que establecer una, se podría proponer la siguiente:

por lo tanto, hay una correspondencia entre las estrellas y el cuerpo humano

entonces, la astrología puede informarnos sobre nuestra salud

La elección de las fuentes de autoridad sugiere claramente al tipo de público que se quiere apelar. La alusión a Hubert Reeves está destinada a un público sensible a la autoridad que resulta de la competencia, y precisamente de la competencia científica. En cambio, está claro que la referencia a Hermes Trigemisto no puede pretender lo mismo. Sólo se dirige a un pequeño número de personas que podrían identificar _y reconocer como legítima_ esta referencia a la integración del dios griego en la tradición esotérica. Finalmente, la referencia a la NASA muestra que la fuente de la autoridad no es necesariamente una persona, sino que puede ser una institución.

Volviendo al problema de la cita, los dos primeros argumentos de autoridad utilizan formas del discurso referido. En cuanto al tercer argumento, aunque basado claramente en el mismo procedimento argumentativo que los precedentes, no recurre al discurso referido, a menos que se considere a la NASA como el enunciador de una película asociada a un discurso sobre las similitudes entre los cuerpos y la galaxia.

En lugar de considerar que los tres argumentos aportados por Joëlle de Gravelaine constituyen tipos diferentes, consideraremos que se trata de tres realizaciones discursivas diferenciadas del argumento de autoridad12. Encontramos esas tres variantes del argumento de autoridad en boca de la astróloga Elisabeth Tessier durante un debate sobre la astrología;

_la cita de autoridad:



Y como decía Einstein, ahora, el diálogo más importante de la humanidad acaba de empezar (“Duel sur la cinq” del 10/6/1998, la 5).

_la atribución de una posición a la autoridad:



Hay científicos, astrónomos incluso, pero sobre todo grandes físicos _especialmente entre los físicos de vanguardia_ que están a favor de la interdependencia universal (idem).

_la alusión a una práctica de la que puede deducirse la opinión de la autoridad sobre el tema de discusión:

Gente como Newton, Kepler y Copérnico [...] practicaron la astrología [...] las mentes más preclaras creyeron en la astrología y la practicaron (idem).
2.2 Evaluación del argumento de autoridad por los interlocutores corrientes.
La concepción de la argumentación que aquí se defiende no es normativa. No intentaremos saber, por lo tanto, si los argumentos que utilizan los participantes en el debate son aceptables, racionales o lógicamente válidos, sino que nos interesaremos más bien en los efectos que estos argumentos producen en el desarrollo de la interacción. Para ello, se observará si el argumento de autoridad es aceptado o no por el interlocutor y, cuando no lo sea, se observará cómo justifica este último su rechazo.

El argumento de autoridad se presenta como una estrategia persuasiva a la que es difícil oponerse. Esta dificultad se debe (por lo menos) a dos de sus características:

_El argumento de autoridad apela a la modestia, como lo prueba el nombre latino que Locke le dio: argumentatum ad verecundiam. La exhortación a la humildad asociada al argumento de autoridad aparece muy claramente en la secuencia siguiente, que enfrenta al astrólogo Louis Saint Martin con el físico Henri Broch:

LSM: Mire usted, Kepler decía: rechazar la astrología sin conocerla, sin practicarla y sin experimentarla, es una locura de tres dimensiones. Era Kepler, y no el señor Broch o el señor Saint Martin quien hablaba. Bueno, Einstein, decía: es una ciencia esclarecedora en si misma, he aprendido mucho gracias a ella, y le debo mucho.

(“Savoir plus” del 1/3/1993, France 2)

Vemos aquí, precisamente por qué el argumento de autoridad puede ser considerado como terrorista: porque quiere imponer silencio y contrición al adversario, ya que no someterse a él sería pecar de orgullo.

_Por otro lado, las circunstancias materiales en las que se desarrollan generalmente las interacciones argumentativas hacen difíciles las verificaciones que precisa la evaluación del argumento de autoridad. Schopenhauer propone una explotación cínica de esas circunstancias, para ampliar el campo de acción del argumento de autoridad:

También se puede, en caso de necesidad, no sólo deformar el sentido de esas autoridades, sino falsificarlas por completo, o incluso citar algunas que sean inventadas; en general, el adversario no tiene el libro en la mano y además no sabría utilizarlo.(<1990>:48)

Esta observación es todavía más pertinente en el caso de las interacciones que se desarrollan en un marco mediático, cuyas restricciones (de tiempo, de simplificación del mensaje) hacen particularmente difícil cualquier crítica sistemática de la argumentación.

Sin embargo, los argumentos de autoridad esgrimidos en el debate sobre las paraciencias, no se quedan sin respuesta; dan lugar a distintos tipos de refutaciones, que se centran en aspectos diferentes del mecanismo argumentativo subyacente.

El argumento del paralogismo
El argumento de autoridad tiene mala prensa, tanto entre los teóricos como entre los oradores comunes. Hemos visto las justificaciones cultas de este rechazo, encontramos la misma desconfianza en los locutores que participan en argumentaciones concretas. Así, en una “carta abierta a los racionalistas”, Henri-Pierre Aberlenc, partidario de las paraciencias, temeroso de que se interprete su discurso como un argumento de autoridad, niega haber empleado esta forma de argumentación que condena:

Aunque todavía son minoritarios entre sus iguales, hay científicos, algunos de los cuales de primera magnitud, que son también parasicólogos, ocultistas o místicos convencidos. Muchos de quienes establecieron los fundamentos de las conquistas modernas de la razón y de la ciencia fueron adeptos del esoterismo: Leonardo da Vinci, Francis Bacon, Descartes (el "padre del racionalismo" fue Rosicruciano), Pascal, Newton, Goethe, Dalton, Faraday y tantos otros hasta nuestros días... Nuestro propósito, por supuesto, no es en modo alguno utilizar aquí el estúpido argumento de autoridad (“Fulanito, que fue un sabio eminente dijo esto, así pues ¡es cierto!”).(Le Monde Inconnu nº 106, junio de 1989:10)

Parece ser que basta con que un individuo reconozca, en el discurso, un argumento de autoridad, para que dicho discurso se vea desacreditado, porque el argumento de autoridad pertenece al conjunto de las formas condenadas por las normas argumentativas interiorizadas por los locutores. La primera reacción posible al argumento de autoridad es pues una refutación mediante la acusación de argumento de autoridad, que constituye un caso particular de argumento del paralogismo (cf. Plantin 1995).

Esta condena del argumento de autoridad como tal es aún más enérgica porque las referencias a la ciencia están muy presentes en el debate sobre las paraciencias. Y el razonamiento subyacente al argumento de autoridad y el razonamiento científico se presentan a menudo como contrarios, muchos afirman que el segundo se ha desarrollado por oposición al primero.


Cuestionamiento de la exactitud de la cita
Una segunda refutación del argumento de autoridad se basa en dudar de la existencia de la cita. En su obra Increible pero falso, Alain Cuniot, militante racionalista, comenta la cita de Einstein (reproducida más arriba) aportada por la astróloga Elisabeth Teissier (“como decía Einstein, el diálogo más importante de la humanidad acaba de empezar”).

Aristóteles, Dante, Balzac, Goethe, Kepler, Leibnitz, Spinoza, Lutero, Descartes, Jung, Kant, Plotino, Paracelso, Mendel, Lavoisier, Pascal, Koestler, Freud, Malraux, Sócrates, Pitágoras, Levi-Strauss, Einstein, de quien cita una frase que los físicos no conocen. ¡Lo ha leído todo! ¡Ella lo he comprendido todo! (Incroyable mais...faux!, 1989, Burdeos: L'Horizon chimérique, p. 45)

Alain Cuniot quiere oponerse al argumento de autoridad empleado por su adversario poniendo en duda la exactitud de la cita aportada por la astróloga. Pero esto no puede hacerse en forma de acusación directa de falsificación. Como Elisabeth Teissier no indica con precisión sus fuentes, para hacer posible la comparación entre el discurso original y su transposición en el segundo discurso, es imposible que Alain Cuniot pueda afirmar que Einstein nunca, en ningún lugar, en ningún momento de su vida, dijo eso. Por esta razón Cuniot hace un uso muy particular del argumento de autoridad, cuya existencia mencionan Perelman & Olbrechts-Tyteca (1988:476), y que consiste en destacar que se desconoce o no se comprende al experto para descalificar el discurso del adversario. Al afirmar que los físicos no conocen la cita presentada por Elisabeth Teissier, Cuniot no sugiere la incompetencia de los físicos, sino la inexistencia de la cita.

En los debates televisados, el problema de la exactitud de la cita desemboca a menudo en situaciones en las que, a falta de documentos que puedan convencer en el plató, cada uno de los participantes pide que se crea en su palabra. El único modo de deshacer el círculo vicioso de “la palabra de uno contra la del otro” sería prever las citas que utilizará el adversario, y llevar al plató las fuentes (o mejor, a su autor) para contradecirle. Esta actitud podría no dar el fruto esperado, ya que el adversario siempre puede afirmar que el ha sacado su cita de otra obra, que no estará disponible en esa ocasión. Además, al referirse así a las fuentes, se corre el riesgo de parecer excesivamente "puntilloso" y por lo tanto malintencionado. Y la sospecha de la mala fe descalifica a un locutor, y su discurso pierde toda credibilidad.


Discusión de la competencia de la autoridad
Otra refutación más práctica, consiste en poner en duda la competencia del experto referido. Por ejemplo, Evry Schatzman, en un debate con Suzel Fuzeau-Braesch (autora de Que sais-je? sobre astrología, y favorablemente predispuesta hacia esta disciplina), puso en duda las referencias de esta última:

Usted menciona también los trabajos del astrónomo Treillis, que pretende establecer una relación entre las posiciones de los planetas y las variaciones de actividades solares. Sin embargo, hay que tener en cuenta que dichos trabajos no son reconocidos por la comunidad de los astrónomos porque se basan en estadísticas insuficientes e incompletas. (“Debate: ¿En que se basa la astrología?”, Suzel Fuzeau-Braesch, Evry Schatzman, palabas recogidas por Patrice Lanoy & Laurent Samuel en Ça m'intérese nº 122, abril, 1991:9)

Del mismo modo, en el programa “Duel sur la cinq” dedicado a la brujería, Alain Cuniot empleó la misma táctica de rechazo a la autoridad cuando el adivino Octave Sieber dio el nombre del profesor Rhine como personalidad científica partidaria de la parasicología:

OS: ¡Pero señor Cuniot, pero el Profesor Rhine, de la universidad de Washington, es una persona que se parece a usted un poquito; describió, dijo y escribió como son nuestros poderes paranormales! ¡No lo descubrieron los laboratorios franceses!

AC: Usted sabe muy bien que Rhine es muy discutido.

(“Duel sur la cinq” de mayo de 1990, la 5)

También en este caso, el hecho de que la autoridad sea objeto de discusión invalida la argumentación que lo evoca.

Pero este ejemplo pone de manifiesto otro problema, específico del debate sobre las paraciencias. Se presenta a Rhine como un científico experto en parasicología. Pero no hay ningún experto en parasicología sobre cuya calidad coincidan todas las opiniones de quienes investigan en la materia coincidan, porque la parasicología (como ocurre sin duda en la mayoría de las paraciencias) no constituye lo que Govier llama un cuerpo de doctrina reconocido (1985:352). Además, el argumento de autoridad sólo puede tener eficacia argumentativa si la autoridad que se cita como fuente constituye un objeto de acuerdo (está reconocida como autoridad por las dos partes). En el marco de un debate sobre paraciencias, está claro que un argumento de autoridad que se basa en los trabajos de un parasicólogo no tiene ninguna posibilidad de funcionar. Esto explica que, la mayoría de las veces, los participantes en el debate favorable a las paraciencias recurran a autoridades cuyo ámbito de competencia no es directamente el de la disciplina que se discute. Lo cual supone que en la mayoría de los casos, los expertos a los que se refiere el argumento de autoridad son referidos fuera del ámbito de competencia en el que se les reconoce como autoridades. Por eso, en las refutaciones del argumento de autoridad que analizamos en este artículo,la evaluación del experto no suele disociarse de la identificación de su ámbito de competencia.


Discusión del ámbito de competencia del experto
Esto es lo que aparece principalmente en el programa “Duel sur la cinq” dedicado a la videncia. Yves Galifret, contrario a la videncia, cita un estudio aparecido en la revista Nature que ponía de manifiesto la futilidad de la astrología. El adivino Dessuart reacciona mencionando los desacuerdos existentes en el seno de la comunidad científica sobre la videncia y nombra varios científicos partidarios de la misma:

MD: Voy a hablarle de científicos ya que a usted le gustan tanto.

YG: No, a mí lo que me gustan son las personas serias.

MD: De acuerdo hablemos de personas serias. Puedo citarle a Léonid Vassiliev en la URSS.

YG:¡No! ¡No, por favor un aficionado!

MD: ¡Un aficionado! Un sabio ruso...

YG: Cuando hablo de él con mis colegas soviéticos me dicen: ¡no, por favor, no!

MD: Entonces le hablaré de Costa de Beauregard en Francia y de Jean Charon, ¿va usted a decirme también que son aficionados?

YG: Costa de Beauregard...Jean Charon no es serio. Pregunte a otros físicos lo que piensan de Costa de Beauregard, pero no como físico, sino sobre cómo utiliza la física, la física corpuscular para justificar la parasicología.

MD: Eso no le favorece a usted.

(“Duel sur la cinq”, 22/4/1998 la 5)

Las tres autoridades presentadas por el adivino Dessuart son rechazadas por su adversario. Léonid Vassiliev y Jean Charon no son aceptados como expertos. Se reconoce la competencia de Costa de Beauregard en su campo científico pero se niega para las cuestiones que necesitan de una extrapolación a partir de ese campo. No es fácil determinar si uno de los dos participantes consigue ganar la negociación, ya que Dessuart no consigue que su adversario, Galifret, convalide sus referencias; cosa que, en su calidad de científico, podría hacer; pero le contraataca presentando la resistencia de su adversario como un síntoma de parcialidad.
Invocación de una contrautoridad
Por último, podemos imaginar que un locutor rechaza un argumento de autoridad con otro argumento de autoridad que lleve a una conclusión contraria, pero en el corpus no hay ningún ejemplo que ilustre esta estrategia refutativa.

3. ¿HACIA UNA ETNOMETODOLOGÍA DE LA ARGUMENTACIÓN?
Si comparamos las evaluaciones cultas del argumento de autoridad con las evaluaciones corrientes que de ellas hacen los que argumentan, se ve que las condiciones de validez del argumento de autoridad establecidas por las teorías de la argumentación marcan las vías que puede tomar la refutación de este argumento, en las interacciones auténticas.

Los ejemplos anteriores de refutaciones del argumento de autoridad muestran que las condiciones 1,2 y 3 que los teóricos de la argumentación exigen que se cumplan para que el argumento de autoridad sea válido, se vuelven a encontrar también cuando se trata de locutores ordinarios. El corpus no contiene ningún ejemplo de refutaciones basadas en las condiciones 4 y 513, pero la lista de los modos de refutación del argumento de autoridad sigue estando abierta.

No es extraño que se den estas convergencias. Del mismo modo que los locutores tienen una determinada competencia lingüística, muy normativa, que les permite evaluar los enunciados semántica o gramaticalmente bien formados (y, en algunos casos, explicitar estas evaluaciones mediante comentarios del tipo "esto no se dice así" o "esto no es correcto"), también han interiorizado normas argumentativas. De acuerdo con éstas, juzgan si la argumentación es aceptable o inaceptable y son capaces, en ocasiones, explicitar su evaluación. La principal diferencia entre estos dos tipos de competencias es que la primera se enseña a los locutores durante su vida escolar, mientras que la argumentación no ha sido materia de enseñanza específica hasta hace muy poco, por lo menos en Francia14. También es cierto que el análisis de los debates pone de manifiesto que los locutores disponen de criterios que les permiten evaluar la aceptabilidad de las argumentaciones desarrolladas por sus adversarios, y en algunos casos, de realizar refutaciones siguiendo estos criterios.

El recurso a las normas argumentativas constituye un método que utilizan los locutores para realizar objetivos argumentativos locales. El estudio de estos usos del lenguaje podría inscribirse de manera natural en el campo del análisis conversacional de inspiración etnometodológica.


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2 2N. de la T. Todas las citas han sido traducidas por mí, excepto las extraídas de las obras de Perelman & Olbrechts-Tyteca y de Ducrot (traducción española en la bibliografía.

3   2Ducrot (1985/86), en el capítulo dedicado a la argumentación por autoridad (pp. 153-174), distingue entre la argumentación polifónica, que hace surgir diferentes enunciadores mediante los mecanismos de la polifonía, y el razonamiento de autoridad, que recurre a los mecanismos del discurso referido. Esta última forma es la que corresponde a la definición clásica del argumento de autoridad.

4    A esto conduce precisamente el comentario de C. Perelman & L. Olbrechts-Tyteca en su Tratado de la argumentación: "advertimos que, muy a menudo, el argumento de autoridad no nos aparece claramente como tal, porque pensamos enseguida en algunas justificaciones posibles". (1988/89:473)

5    Estas condiciones de validez del argumento de autoridad sirven sobre todo en los casos en que la autoridad se basa en una competencia científico-técnica; sin duda, se trata del fundamento más común de la autoridad en las sociedades occidentales, pero, por supuesto, no del único posible. Además, la mayoría de estas condiciones de validez sólo son pertinentes para la forma indirecta del recurso a la autoridad.

6    Con frecuencia se considera el argumento de autoridad como un argumento de profanos, que no tendría razón de ser ante un público de especialistas, en el que sólo serían admisibles los argumentos técnicos.

7    Es, por lo demás, una condición que debe cumplir un experto para intervenir en un tribunal según el derecho anglosajón (Bertone et al. 1995:188).

8    Para el análisis sistemático de la argumentación en el debate mediático sobre las paraciencias, véase Doury (1997).

9    La negrita es mía.

10  N. de la T. :Hace referencia a la novela de Balzac, Peau de chagrin (Piel de zapa).

11 Aunque la puntuación sea propia del código escrito, y no dé cuenta fielmente de la materialidad de la lengua oral, se ha restablecido parcialmente para facilitar la lectura.

12 Esta concepción del argumento de autoridad se acerca a la definición que proponen Perelman y Olbrechts-Tyteca, para quienes este argumento consiste utilizar “los actos o juicios de una persona o de un grupo de personas como medio de prueba a favor de una tesis” (1988/89:470).

13 Podemos imaginar, sin embargo, refutaciones basadas en la condición 4, por ejemplo un locutor que cite los trabajos de Jacques Benveniste sobre la memoria del agua para justificar la homeopatía podría ver como le responden que los trabajos en cuestión, al haber sido financiados por los laboratorios Boiron, principales productores de medicamentos homeopáticos, no cumplen la condición de imparcialidad necesaria para tener en cuenta sus resultados.

14 Es cierto que el estudio de textos argumentativos ha sustituido desde 1995 la tradicional prueba de "resumen/discusión" en las pruebas de acceso a la universidad en Francia; pero el estudio de la argumentación sigue siendo aún marginal en el aprendizaje escolar del francés.


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